Los grupos humanos organizados siempre tuvieron la
necesidad de comunicarse a distancia lo más rápidamente posible. Por ello,
grandes imperios como el chino, romano o maya ya disponían de sistemas de
correo terrestre muy bien planificados. No obstante, las comunicaciones por
medio de mensajeros a pie o postillones a caballo tenían sus limitaciones por
causas personales, orográficas o climatológicas y no eran lo suficientemente seguras
ni rápidas para casos urgentes. Una invasión de ejércitos enemigos o el
desembarco de piratas en cualquier punto de la costa exigían un conocimiento
inmediato para adoptar contramedidas eficaces. Se recurrió entonces a las
comunicaciones ópticas estableciendo redes de torres de vigilancia en cuya
parte superior se prendían hogueras cuando era preciso transmitir una señal de
peligro. Este mecanismo tan primario fue derivando con el tiempo hacia los
heliógrafos y telégrafos ópticos que utilizaban los reflejos de la luz solar,
si bien estaban restringidos a las horas diurnas. La solución a todos esos
problemas vino con el desarrollo del telégrafo eléctrico a mediados del siglo
XIX. Este gran invento fue desarrollado por los
norteamericanos Samuel Finley Breese Morse y Alfred Lewis Vail, quienes
realizaron la primera demostración pública en 1844 con un lenguaje de puntos y
rayas que pronto se haría mundialmente famoso.
La tecnología avanzaba a tal velocidad que el gobierno español tuvo que
cancelar en 1852 la red telegráfica óptica que todavía estaba construyendo para
instalar los nuevos sistemas de telegrafía eléctrica basados en el sistema
Morse. Al objeto de contar con el personal técnico necesario para implementar
el sistema, en 1852 se constituyó la Escuela de Telegrafistas. El Cuerpo de
Telégrafos fue creado por Ley de 22 de abril de 1855 y por expreso deseo de
Isabel II se concibió desde sus orígenes como un servicio público. (1) El
primer Director General de Telégrafos fue el brillante ingeniero de la Armada
D. José María Mathé Aragua, quien antes había actuado como asesor del gobierno
respecto a los diferentes equipos y sistemas existentes en el mundo.
Los trabajadores de Telégrafos manejaban información importante, por ello
formaban un grupo profesional de gran responsabilidad y relevancia social. Eran
funcionarios, adscritos en principio a la Secretaría de Estado y más tarde al
Ministerio de Gobernación, vestían de uniforme y estaban sometidos a un
riguroso régimen disciplinario.
Haciendo un importante esfuerzo presupuestario, entre los años 1854 y 1863
quedó constituida la primera red de telegrafía eléctrica española con una
estructura radial que, partiendo de Madrid, enlazaba con todas las capitales de
provincia y las principales ciudades del país. Estas líneas principales estaban
unidas entre sí por otra serie de líneas transversales.
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Líneas telegráficas |
Entre
las líneas contratadas en 1855 estaba la de Tembleque a Andújar pasando por
Manzanares. Tenía cuatro hilos y contaba con una estación-comandancia y otras tres de servicio.
Desde la estación de servicio de Manzanares partía una línea de dos hilos hacia
Ciudad-Real por Almagro. (2)
La
fecha de inicio del servicio telegráfico en la estación de Manzanares fue el 18
de noviembre de 1857 según la circular que reproducimos a continuación: (3)
MINISTERIO DE GRACIA Y JUSTICIA.- Circular.- En real orden de fecha 11
del actual se dice á este ministerio por el de la Gobernación del reino lo que
sigue:
Excmo.
señor: Desde este día quedan abiertas para el servicio de correspondencia
oficial las estaciones telegráficas de Tembleque, Manzanares, La Carolina, Andújar, Jaén, Granada, Málaga, Córdoba y
Sevilla.
De
real orden, comunicada por el señor ministro de la Gobernación, lo digo á V. E.
para los efectos correspondientes.
Madrid
18 de noviembre de 1857.- El subsecretario, Ramón Gil Osorio.
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Equipo emisor-receptor |
En
los primeros años eran frecuentes las averías y los cortes de comunicación
cuando las tormentas derribaban los postes que soportaban los hilos. Con el
tiempo mejoraron los aparatos de transmisión y recepción de datos. En 1870 tuvo
lugar un avance significativo ya que se introdujeron nuevos equipos que
permitían traducir directamente el mensaje telegráfico de puntos y rayas en
caracteres alfabéticos.
La
telegrafía eléctrica fue usada fundamentalmente por la administración del
Estado, pero al ser una red pública tuvo otros importantes usuarios, como los
periodistas de la época, que vieron en ella el medio ideal para transmitir
rápidamente las noticias, y por los empresarios ya que les permitía realizar
operaciones mercantiles o conocer con bastante rapidez las cotizaciones de la
Bolsa nacional y extranjera.
En
Manzanares la sede de Telégrafos estuvo a principios del siglo XX en la actual
calle Jesús del Perdón, en una casa que todavía se conserva ahora dedicada a la
venta de quesos. Posteriormente se trasladó a la calle Empedrada, junto a la casa
de la familia García-Noblejas. Finalmente, en 1961 se agruparon los servicios
de Correos y Telégrafos en el edificio de la Plaza de la Constitución que
ocupan en la actualidad.
Ante
la tardanza del correo postal y la escasa calidad de las comunicaciones
telefónicas, el telégrafo fue durante muchos años el método preferido para la
transmisión urgente de noticias, tanto administrativas como comerciales.
El
servicio de telégrafos quedó obsoleto a finales del siglo XX por el
extraordinario desarrollo de la telefonía por cable e inalámbrica y la
aparición de Internet.
NOTAS
1.-
OLIVÉ ROIG, Sebastián. 150 años del telégrafo en España.
http://www.coit.es/foro/pub/ficheros/libros150anosdeltelegrafoenespana_ae9863b5.pdf
2.-
Periódico La España del 17 noviembre de 1855
3.-
Periódico La España del 20 noviembre 1857
4.-Funcionamiento:
Cuando
en la estación emisora se cierra el interruptor (manipulador) circula una
corriente por el siguiente circuito: polo positivo, línea, electroimán, tierra,
polo negativo, lo que tiene como consecuencia que, activado el electroimán, sea
atraída una pieza metálica terminada en un punzón que presiona una tira de
papel, que se desplaza mediante unos rodillos de arrastre, movidos por un
mecanismo de relojería, sobre un cilindro impregnado de tinta, de tal forma
que, según la duración de la pulsación del interruptor, se traducirá en la
impresión de un punto o una raya en la tira de papel.
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