El siguiente documento es la transcripción de un
folleto redactado por el doctor D. Pedro Muñoz Úbeda en 1911. Tenía por objeto
mentalizar a las gentes sobre la peligrosidad de la tuberculosis, aconsejando
normas y conductas de comportamiento social para minimizar su incidencia en
Manzanares, muy elevada en comparación con otros pueblos de la provincia. Por
su interés público, el alcalde, D. Antonio Rubio Fernández-Caballero, decidió
editar 3.000 ejemplares con fondos municipales para su difusión entre los vecinos.
D. Pedro Muñoz Úbeda nació en Manzanares el 21 de
agosto de 1886. Estudió bachillerato en
el Instituto San Isidro de Madrid y posteriormente hizo la carrera de médico en
la Universidad Central. Ejerció la medicina en su pueblo natal como director
interino del Hospital Municipal y médico de la Beneficencia desde 1916.
Murió el 15 de diciembre de 1920, con 34 años de
edad, a causa de los disparos que recibió durante una disputa familiar. El
ayuntamiento acordó dar su nombre a una de las calles de la población.
Doctor D. Pedro Muñoz Úbeda
Lucha contra la Tuberculosis
DONDE NO ENTRAN AIRE Y
SOL, ENTRARÁ EL MÉDICO CON
FRECUENCIA
(Proverbio persa)
Estadística y causas que hacen que
la tuberculosis sea tan frecuente en Manzanares
Al empezar el prólogo
decía que la mayor parte de los enfermos que acuden a los “Médicos nuevos”
suelen ser crónicos, y ahora agrego que muchos de ellos son tísicos. Alarmado
por la frecuencia de estos casos consulté a mis compañeros, los cuales
confirmaron mis sospechas, y siguiendo mis investigaciones pude convencerme,
por los datos del Registro Civil de defunciones, que mis dudas se trocaban en
triste realidad.
Matando la tuberculosis
hasta la quinta parte de la humanidad entera; arrebatando en España unas 40.000
vidas anualmente, y siendo una enfermedad que está extendida por toda la
Tierra, habrá de comprenderse la gran preocupación que ha sido, y es, para
todas las naciones, y en especial para los médicos encargados de mantener su
salud.
EN EL AÑO 1909 MURIERON EN MANZANARES
De tuberculosis
|
23 personas
|
De enfermedades del aparato respiratorio
|
99 personas
|
De otras enfermedades
|
233 personas
|
TOTAL
|
355
|
EN EL AÑO 1910 MURIERON EN MANZANARES
De tuberculosis
|
17
personas
|
De enfermedades del aparato respiratorio
|
45
personas
|
De otras enfermedades
|
214 personas
|
TOTAL
|
276
|
Nota: Doy las gracias al Secretario Sr. Pacheco y al Sr.
Botella que de buen grado me han facilitado estos datos.
Sumando los dos años
tenemos 631 muertos, y de estos 40 de tuberculosis y 144 de otras enfermedades
del aparato respiratorio. La mayor parte de estas tuberculosis han sido
pulmonares, peritoneales y algunas locales, pero además yo tengo la evidencia
que en esos 144 muertos de enfermedades del aparato respiratorio existían
tuberculosis que agravaron las enfermedades causa de la muerte. Y, sobre todo,
que en esos 144 hay muchos diagnósticos de bronquitis crónicas y pleuresías que
hacen pensar en más casos de muertos tísicos.
Mas, aunque nos ciñamos a
los datos escuetos del Registro Civil, nos resulta un 66,66 % de tísicos por
cada 1000 defunciones. La estadística asigna a la provincia de Ciudad Real una
mortalidad de 1000 a 1250 tísicos por cada millón de habitantes y haciendo una
sencilla proporción resulta que nuestro pueblo casi dobla los resultados del
conjunto de la provincia.
Una vez en posesión de la
verdad de los números, voy a bosquejar rápidamente las causas que la lógica y
mis conocimientos me indican como fomentadoras del gran número de tísicos que
hay en Manzanares.
1º.- El número asombroso
de enfermos del aparato respiratorio, que como sabemos es la principal puerta
de entrada para el bacilo de Koch, y no solo enfermedades de los bronquios y
pulmones, sino la gran cantidad de corizas o catarros crónicos de nariz que
existen, que hacen que las fosas nasales no segreguen el moco normal, el cual
sirve para que al respirar retenga las impurezas del aire, sino que tiene
además propiedades bactericidas que matan los microbios que se ponen en su
contacto.
2º.- El grande aumento de
densidad de población que hace se hacinen en viviendas estrechas e
insuficientes familias numerosas.
3º.- La mala costumbre que
hay de destinar las peores habitaciones a dormitorios y el poco cuidado que se
tiene en que éstos estén constantemente ventilados, lo mismo en invierno que en
verano. No debéis olvidar que es la alcoba la habitación en que se está más
horas seguidas y que, aproximadamente, se pasa en ella la tercera parte de la
vida.
En este punto he de
detenerme porque causa verdadera lástima ver a los enfermos enterrados en las
camas, a oscuras y respirando sus propias emanaciones. Con motivo de haberme
encargado en su ausencia el Dr. Roncero (1) de su visita particular y de beneficencia, me
he visto precisado a penetrar en habitaciones en las que en pleno día
necesitaba la luz de un candil para ver al enfermo, y a veces esas alcobas
tenían ventanas a patios o calles, pero a pesar de mis constantes consejos y
mandatos para que abrieran y entrara aire y sol, al día siguiente no los veía
cumplidos. Y es que tienen como cosas compatibles y complementarias, la
oscuridad, la enfermedad y la falta de ventilación.
4º.- Otra causa que a mi
juicio influye poderosamente es la mala aplicación que del espíritu de ahorro
se hace, pues en nuestro pueblo, y sobre todo entre la clase humilde, por poder
a fin de año comprar una pequeña finca o algún animal doméstico, comen poco y
alimentos sin valor nutritivo. Es decir, que se da el especial caso de que el
instinto de propiedad se impone al de conservación. Tristemente pagamos el
orgullo de poder decir que en Manzanares hay pocos pobres, en cambio hay muchos
tísicos.
5º.- La higiene del campo
es una de las cosas que más se han abandonado por creer que con su pureza de
aire podría influir desfavorablemente en sus trabajadores o moradores
habituales. Suiza, que tiene una población eminentemente rural, hubo de
preocuparse seriamente de mejorar las condiciones de las casas de campo pues
veía que en sus climas admirables enfermaban de tuberculosis muchos habitantes,
y la causa no era otra que las pésimas condiciones de las viviendas campestres.
Una cosa parecida nos pasa
a nosotros y es una de las causas de que enfermen de tuberculosis muchos
jornaleros y gañanes pues las casas que ocupan suelen ser pequeñas, no tienen
más comunicación con el exterior que una puerta que se cierra durante el día al
salir aquellos hombres a sus faenas. La cuadra no está separada de la cocina y
aquellos seres pasan la noche respirando una atmósfera humosa y empapada de las
emanaciones del estiércol y de los animales que con ellos conviven.
6º.- Por mis fueros de
higienista moral he de tratar una cuestión algo escabrosa; si alguien se alarma
al leer estas líneas, por muchas razones que no puedo exponer en tan reducido
trabajo yo les digo que su moralidad es
muy incompleta. Las autoridades competentes y todas las personas de juicio
sereno no deben oponerse a la instalación de establecimientos higiénicos donde
encuentren satisfacción las imperiosas necesidades fisiológicas del sexo. Ved
las desastrosas consecuencias que se derivan de la falta de semejantes
establecimientos bien reglamentados y públicos. Ved, moralistas, que contra
vosotros claman en su abandono infinidad de seres entregados a la caridad
oficial, hijos de deseos orgánicos que no encuentran otra satisfacción más
fácil. Y, por último, pensad que una de
las cosas que más destrozan el organismo humano son los placeres solitarios y
en nuestro pueblo están muy lamentablemente arraigados.
7º.- Una causa que, de
generación en generación, va debilitando la raza son los matrimonios
consanguíneos. Cosa tan palpable que todos podéis observarlo en muchos de los
casos que conozcáis. El parentesco entre marido y mujer da como producto, por
acumulación de taras orgánicas familiares, hijos idiotas, enclenques o
raquíticos con escasas condiciones de resistencia para sostener y triunfar en
la lucha por la vida.
Y, por último, es urgente
que todos los médicos hagamos una campaña de divulgación higiénica utilizando
todos los medios para luchar contra la tuberculosis procurando imitar a
Alemania, donde con un constante esfuerzo, a cuya cabeza marchaban los médicos,
han visto disminuir la tuberculosis de un 5% a un 1,86%.
Si no podemos presentar
resultados tan brillantes no poca culpa tenemos los médicos que, con harta
frecuencia, nos olvidamos del espíritu altruista de nuestra ciencia. Y si en
epidemias o pestes exponemos nuestras vidas sin desolación, hagamos merced de
nuestros consejos sin otro propósito que el de elevar la capacidad moral y
física de nuestros semejantes.
Seamos médicos en la mayor
parte de nuestros actos. El médico debe hablar poco y pensar mucho. Hay que
preocuparse por algo más que por el recibo trimestral y no olvidar que el
abandono hacia los enfermos que me ocupan constituye un modo de fomentar la
tuberculosis.
Coincidiendo con la
preparación de este trabajo, el Heraldo de Madrid ha publicado un mapa
demográfico y un artículo estadístico en el que se clasifican las provincias
españolas, según su mortalidad por tuberculosis en el quinquenio de 1901 a 1905
en: de mortalidad máxima, grande, mediana y mínima. En estos datos, tomados de
los publicados por las Inspecciones Generales de Sanidad, está recogida Ciudad
Real con una mortalidad de 4,87 % de defunciones, correspondiendo a las de
mortalidad mínima. Pues bien, dentro de la provincia está nuestro pueblo, y
según mis resultados su mortalidad es del 6,34%. Pero, además, hay que tener en
cuenta que mi estadística es cinco años posterior a aquella y, por lo tanto, la
mortalidad media no debía ser 4,87 % en nuestro pueblo, habría de ser inferior
porque en cinco años ha disminuido en todas partes el número de tuberculosos
gracias a la enérgica y extensa campaña antituberculosa que se hace.
Por lo tanto son
doblemente alarmantes los datos que he obtenido, y hora es ya de que salgamos
del lamentable estado en que a la madre Higiene se tiene en Manzanares.
Pensad en que con tan gran profusión de
tísicos vuestros hijos están constantemente expuestos (en la escuela, en el
taller, en los círculos de recreo, en sus trabajos, etc.) a ponerse en contacto
con sujetos y objetos contagiosos, lo que tenéis el deber ineludible de evitar.
Haced porque nuestro
pueblo siga la marcha de la humanidad entera, que ve descender el número de
tuberculosos en su constante esfuerzo, y procurad poner en práctica, según los
medios de cada uno, los desinteresados y beneficiosos consejos que siguen:
CONTRA
LA TUBERCULOSIS
Si tenemos en cuenta que
un diagnóstico precoz de la enfermedad la hace curable en la mayoría de los
casos; que desde el descubrimiento del inmortal Koch sabemos que no puede
producirse más que por su microbio y conocemos muchos medios para destruir
éste; que además es preciso para enfermar que el individuo atacado esté débil,
habremos establecido las bases con las que hemos de defendernos de tan cruel
enfermedad.
CUIDADOS PERSONALES
Todo individuo que se
acatarre con frecuencia, adelgace rápidamente, tenga tos pertinaz, o que cuando
se constipe lo esté más de doce o catorce días, debe hacerse reconocer por un médico.
No olvidar que la
tuberculosis, al principio, casi siempre es curable. Además, conocida la
enfermedad a tiempo, podemos tomar las medidas necesarias para que no se
contagien otras personas.
Cuando por cualquier
emoción, o sin motivo justificado, arrojéis con frecuencia sangre por la nariz
y os duela la cabeza, consultad al médico. Los catarros crónicos de nariz o
corizas impiden la secreción del moco, y éste, como ya os he dicho, retiene el
polvo del aire que se respira y mata muchos microbios.
Toda persona debe respirar
por la nariz y con la boca cerrada.
Es muy peligroso y sucio
tocarse la nariz con los dedos.
Para acostumbrar a nuestro
cuerpo a los cambios bruscos del clima es muy conveniente bañarse diariamente o
limpiarse el cuerpo con frecuencia. Esta práctica, adquirida desde niños, evita
los catarros frecuentes y otras enfermedades del pecho.
A los niños pequeños
empezad a bañarlos con agua templada y seguid descendiendo la temperatura hasta
que sea igual a la del medio ambiente.
Alimentaros lo mejor
posible dentro de vuestros medios. Una buena alimentación debe ser el más
importante de vuestros gastos.
La limpieza es la mejor
manera de combatir la tuberculosis.
Debéis lavaros las manos
con frecuencia y enjuagaros la boca antes y después de comer.
Es peligroso que personas
extrañas besen y acaricien a los niños.
No hagáis excesos de
trabajos ni de placeres, ni abuséis de las bebidas alcohólicas.
Toda herida en la piel
debéis lavarla escrupulosamente y, a ser posible, desinfestarla.
Las ropas de trabajo deben
limpiarse con frecuencia. La suciedad en el obrero no revela amor al trabajo,
sino descuido y abandono.
ALIMENTOS
Debéis evitar que las
moscas se paren en los alimentos.
La leche de vaca se tomará
siempre hervida, lo mismo debe hacerse con todos los alimentos en que esta
maniobra sea posible.
Las vajillas y servicios
de comedor deben fregarse con agua hervida y en las casas donde sea posible, el
agua que se utilice para esta limpieza debe ser de Siles. (2)
Tened gran cuidado en que
el pan, alimento que no es posible desinfectarlo, no lo toquen personas sucias,
ni se ponga en contacto con objetos sospechosos.
LA CASA
La casa más sana es la más
ventilada.
Antes de habitar una casa
debéis desinfectarla, si no tenéis otros medios, con cal y agua hirviendo.
Destinar para dormitorio
la habitación en que más penetren aire y sol.
No se barrerán en seco las
habitaciones, ni se golpearán los muebles para quitarles el polvo.
Las casas del campo
deberán tener ventanas. Evitar que las chimeneas hagan humo y que la cuadra
esté separada por un tabique de la habitación destinada a los trabajadores. Si
esto no es posible limpiar diariamente las cuadras de excrementos y encalar las
paredes y suelo con frecuencia.
En los locales donde se
reúnan muchas personas, como casinos, escuelas, iglesias, oficinas, etc.
deberán tener ventilación abundante, escupideras con profusión e
inscripciones colocadas en sitios
visibles que inviten a no escupir en el suelo.
Sobre todo en las escuelas
deberán extremarse estas medidas. Además es conveniente que se coloquen grandes,
con estos o parecidos consejos, para que el niño se habitúe y familiarice con
los mandatos de la higiene.
Los talleres en que se
desprendan vapores irritantes o polvo deberán tener más ventilación.
Cuando en la calle os dé
gana de escupir no lo hagáis en la acera, sino en el arroyo.
Las ropas de los
tuberculosos no deben usarse por otras personas y menos venderse o regalarse
sin antes hervirlas durante algunas horas.
Estos consejos generales,
como es lógico, se dirigen a las personas sanas. En las casas en donde exista
un tísico deberán exigir a su médico les indique las medidas concretas, según
el caso, para evitar la difusión del mal y seguirlas con todo rigor.
Todo el mundo debería
esforzarse en poner en práctica las precedentes reglas higiénicas, pero
especialmente aquellos que por cualquier motivo deban temer la tuberculosis más
que las demás personas. Tales son las personas débiles, las que sean altas y
delgadas, las de pecho aplastado, (sobre todo si sus padres eran tuberculosos),
así como también todos los que tengan motivo para creer que ya desde la infancia
entró en su organismo el germen de la tuberculosis a consecuencia del trato con
personas tuberculosas (parientes, niñeras, compañeros de juegos o de trabajo,
etc.) o por haber sufrido de escrofulismo o de otra afección parecida.
Por último, desde estas
columnas voy a proponer la fundación de un Dispensario Antituberculoso para
pobres, para que quien pueda y quiera se haga cargo de este proyecto al cual
yo, y creo que todos mis compañeros, habríamos de prestar nuestro desinteresado
concurso.
Los modernos dispensarios
son consultorios subvencionados por las Diputaciones Provinciales o
Ayuntamientos, que además reciben limosnas o pensiones de personas ricas y caritativas,
en los cuales los enfermos pobres se hacen reconocer. Si son diagnosticados de
tuberculosis reciben medicinas gratis y algunos alimentos, si es posible.
Existe en estos
establecimientos la gran ventaja de que, como se ven gran número de enfermos,
se pueden hacer series y emplear las tuberculinas, que son vacunas utilizadas
modernamente para diagnosticar muy precozmente la tuberculosis y además se
están empleando con éxito en el tratamiento de los enfermos incipientes.
El fundar y sostener un Dispensario
en nuestro pueblo sería cosa fácil y no muy cara, pues local abundante hay en
el hospital municipal. Por lo tanto, si las personas altruistas quieren hacer
una gran obra de caridad por sus paisanos la ocasión es admirable, pues es
dolorosísimo que Manzanares, que es un pueblo rico, en el que sus hijos debían
ser fuertes dentro de su raza, se vea invadido por la tuberculosis, que con
razón se ha dicho de ella es la enfermedad de los pobres y agotados.
Robert Koch descubridor del bacilo Mycobacterium tuberculosis o bacilos de Koch
NOTAS
1.-
Se refiere al doctor D. Ricardo Roncero
Mohíno, uno de los dos médicos de la Beneficencia con que entonces contaba el
ayuntamiento de Manzanares.
2.- Recordemos que todavía no existía red de agua corriente ni alcantarillado. Tampoco existían los antibióticos.
2.- Recordemos que todavía no existía red de agua corriente ni alcantarillado. Tampoco existían los antibióticos.
FUENTES
GRANADOS GARCÍA DE TOMÁS, Julián. 50 Manzanareños ilustres.
BERMÚDEZ GARCÍA-MORENO, Antonio. Manzanares bajo el reinado de Alfonso XIII.
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