ARTÍCULOS HISTÓRICOS

15 de junio de 2014

URBANIZACIÓN DEL TRAZADO URBANO DE LA CAÑADA REAL

Cuando en el verano de 1860 las vías del ferrocarril enlazaron Manzanares con Alcázar, prosiguiendo hacia Daimiel y Valdepeñas, la recién estrenada estación del ferrocarril estaba completamente separada del casco urbano que entonces acababa en la carretera de La Solana y callejuela de los Serranos, actual Pérez Galdós.
Para acceder a la estación se había construido un paseo de trazado rectilíneo desde el final de la calle Toledo, arbolado en sus márgenes gracias a la “generosidad” de D. José de Salamanca, presidente de la empresa Madrid-Zaragoza-Alicante.
La zona estuvo vacía de toda construcción durante años hasta que los industriales más inteligentes, entre ellos Alfonso Rubio-Manzanares Herreros, vieron la conveniencia de instalar sus bodegas en las cercanías del nuevo medio de transporte, a través del cual iban a comercializar sus productos en el futuro.
Entre la vía férrea y el final de la calle Toledo quedaba un tramo de la antigua Cañada Real Soriana (conocida vulgarmente como la Vereda). Esos terrenos, denominados un tanto despectivamente como “Las Loberas”, se encontraban en muy mal estado, pues, cuando llovía, se acumulaban allí las aguas que bajaban de toda la calle Toledo y adyacentes, encharcándose y dando lugar a un paraje insalubre, lleno de suciedad, que dificultaba la expansión  de la ciudad hacia el norte.
El ayuntamiento se planteó urbanizar aquel lugar que afeaba tanto a un pueblo dinámico y en pleno crecimiento económico y demográfico, pero nada podía hacer al ser esos terrenos propiedad de la Asociación Nacional de Ganaderos, entidad sucesora de la Mesta.
 
Croquis de la zona realizado por el agrimensor Tomás Clemente Quevedo

A finales de octubre de 1892, D. Antonio García-Noblejas Díaz-Pinés, alcalde de Manzanares, enviaba a Madrid el documento que reproducimos a continuación:

Exmo. Sr. Ministro de Fomento
El que suscribe, vecino de esta población y Alcalde presidente de su Corporación municipal, honrado por ella con el encargo de dirigirse a su superior autoridad, a V.E. con el debido respeto se permite exponer:
Que existiendo en esta población, entre su calle de Toledo, paso a nivel del camino del mismo nombre y nuevas construcciones contiguas a la Estación del Ferrocarril, un espacio perteneciente a la Cañada Real o Vereda de Valencia, destinado de antiguo y por su posición al estancamiento de las aguas de lluvia, que ha producido y produce un foco de insalubridad constante cuya obligación de hacerlo desaparecer es a todas luces palmaria.
Los inconvenientes para su adquisición por no pertenecer al municipio, y sí a la Asociación de Ganaderos, son causa de no habérsele dado hasta ahora una nueva inversión al espacio de terreno indicado. Pero hoy, al haberse extendido la población por esa parte, con las edificaciones cuyo número y distancia se detallan en el plano que al efecto se acompaña, para formar una nueva calle con lo que hasta ahora está siendo vereda, en la que al reducirse la ventilación con la disminución del espacio ocupado por los edificios y altura de éstos, convierte al lugar antes referido en un manantial inagotable de enfermedades palúdicas, origina en la Corporación municipal la obligación imprescindible y apremiante, mirando por la salud del vecindario, y en primer término por la de los moradores de los nuevos edificios y empleados que vienen a residir en la Estación, de procurar por cuantos medios estén a su alcance la salubridad del tantas veces expresado terreno cuya inconveniencia está demostrada por los documentos que al efecto se acompañan.(1) Pero como esto no puede ser sin que antes se ceda al Municipio por quien corresponda el terreno perteneciente a la Vereda de Valencia, autorizándole para darle un nuevo destino, si bien respetando siempre el paso de ganados a cuyo fin he reclamado precitada autorización del Exmo. Sr. Presidente de la Asociación de Ganaderos del Reino.
Y como la legislación actual pudiera cohibirse de la referida autorización, por sí solo me permito, en representación de la Corporación y nombre de la humanidad, cuyos sagrados derechos invoco en estos momentos, dirigirme a V.E. solicitando de su bondadoso corazón y recto juicio que ya por su sola autoridad, o en unión con la del Sr. Presidente de la Sociedad de Ganaderos del Reino, se digne ceder al Municipio de Manzanares, en la provincia de Ciudad Real, la parte de Cañada Real o Vereda de Valencia situada entre el paso a nivel del camino de Toledo y la calle del mismo nombre, autorizándole para darle una nueva aplicación al efecto de procurarle la salubridad de que carece y cuyos inconvenientes se demuestran por el adjunto plano. Y para ello:
Suplica a V.E. que teniendo por presentada esta solicitud y en mérito al sagrado objeto que la motiva, se digne, ya por sí, o en la forma que más haya lugar, ceder a este Municipio el trozo de vereda que queda descrito en su fondo, autorizándole para destinarlo a objeto más necesario para el ensanche de la población, conservando un paso por él en la forma que hoy está establecido dentro de las poblaciones a la ganadería. Gracia que no duda alcanzar de la notoria bondad de V.E.
Manzanares, veintiséis octubre mil ochocientos noventa y dos.
                                                                   Antonio García-Noblejas Díaz-Pinés 


Antonio García-Noblejas Díaz-Pinés
  Tras un reconocimiento del terreno por parte de los ingenieros de Obras Públicas se reconoció la necesidad de abordar las obras que el alcalde sugería. Sin embargo las conversaciones con la Asociación de Ganaderos no debieron resultar fáciles ya que se demoraron demasiado en el tiempo. Por otra parte, el desastre de 1898, con la pérdida de Cuba, Filipinas y los restos de nuestro imperio colonial, sumió al país en una crisis tan profunda que paralizó cualquier iniciativa.
El asunto permaneció dormido hasta el año 1910, cuando el alcalde Antonio Rubio-Manzanares Fernández-Caballero puso el mayor interés en resolverlo. En la sesión municipal celebrada el 12 de febrero se acordó formalmente urbanizar el tramo comprendido desde el final de la calle Toledo hasta la vía férrea, contando ya con todos los permisos  de la Asociación de Ganaderos y Ministerio de Fomento. (2) Ahora el problema era el dinero ya que las arcas del municipio estaban para pocas inversiones. Se buscó entonces una fórmula que hiciera viable la operación. Dado que la Cañada Real tenía una anchura de más de 72 metros, se acordó reducirla en ese tramo y vender a los propietarios colindantes los excedentes de terreno, de forma que los gastos corrieran a cargo de los particulares. (3) Curiosamente en la operación salió muy beneficiado el propio padre del alcalde, propietario de una importante bodega que  lindaba con la cañada, lo que posteriormente sería utilizado por los enemigos políticos de D. Antonio. 
A la vía urbana resultante de los trabajos de urbanización de le dio por nombre Calle Nueva de Toledo. (4)

Antonio Rubio-Manzanares Fernández-Caballero
Aspecto de la calle Nueva de Toledo hacia 1940

FUENTES
1.- Se trataba de sendos informes de las Comisiones de Sanidad y Ornato, fechados ambos el 25 de octubre de 1892.
2.- Acta de la sesión del 12 de febrero de 1910. Libro de Actas Municipales nº 5, página 181. Archivo Municipal de Manzanares.
3.- Acta de la sesión del 3 de septiembre de 1910. Libro de Actas Municipales nº 6, página 37 v. Archivo Municipal de Manzanares.
4.-  Acta de la sesión del 2 de abril de 1910. Libro de Actas Municipales nº 6, página 5. Archivo Municipal de Manzanares.

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