Enseñar al que no sabe es siempre una tarea tan
apasionante como enriquecedora, tanto para el maestro como para el alumno. Eso
cuando existe por parte del receptor del mensaje un auténtico deseo de ampliar
sus conocimientos. Es decir, cuando tiene motivación y una mente predispuesta
positivamente a recibir la semilla del saber o a modificar conductas
inapropiadas sustituyéndolas por otras más depuradas.
Por el contrario, cuando los pupilos no están
interesados, están bloqueados por malas influencias o son víctimas de su propia
ignorancia, la labor del docente, por muy vocacional y paciente que sea, se
complica extraordinariamente pudiendo llegar a ser estéril.
La imagen de un profesor entregado, tratando de
conectar con una inteligencia obtusa, cerrada tozudamente a la luz de la
sabiduría, está representada
magistralmente por la escultura titulada “Séneca y Nerón”.
Esta obra,
de
extraordinarias dimensiones (210 x 265 x 120 cm), fue realizada en escayola por el escultor zamorano
Eduardo Barrón González y
presentada en 1904 a la Exposición Nacional de Bellas Artes donde obtuvo una medalla
de oro. Como consecuencia pasó a ser propiedad del Museo Nacional del Prado,
entidad que asumió el compromiso de pasarla a un material más noble, tarea que
por distintas circunstancias nunca llegó a ejecutar.
El grupo escultórico,
de escayola parcialmente policromada, representa a Séneca, tutor y consejero
del emperador Nerón, tratando de ilustrar a su discípulo. Preside la escena Minerva,
diosa de la cultura y de las artes, acompañada por su inseparable lechuza, ave
nocturna que representa a la sabiduría ya que ninguna cosa se le esconde por
encubierta que parezca.
Barrón, con su amplio
conocimiento de la escultura clásica -por su formación en la Academia de España
en Roma-, plantea una composición en la que a través de los gestos y actitudes
que muestran los personajes, contrapone el esfuerzo del maestro, en su noble
tarea de transmitir conocimientos y
valores, frente a la cerrazón mental del aburrido emperador.
Dado que Lucio Anneo Seneca era
natural de Córduba, la escultura se trasladó a la antigua capital de la Bética en 1965 para conmemeorar el XIX centenario de su muerte y
allí quedó en calidad de “depósito”, aparcada durante décadas en el vestíbulo del
Ayuntamiento sin ninguna protección ni cuidados especializados. Durante ese
tiempo sufrió algunos daños a causa de la propia fragilidad del material base,
a las precarias condiciones de conservación y a algunos actos vandálicos
cometidos por los “nerones” contemporáneos.
Cuando en 2004 los
responsables del Museo del Prado decidieron por fin reclamar la escultura a las
autoridades de Córdoba, éstas reaccionaron a fin de no perder aquella obra que
después de tanto tiempo formaba parte del patrimonio cultural de la ciudad. Así
pues, el ayuntamiento presidido por Dª Rosa Aguilar, en colaboración con
Cajasur, acordaron financiar a partes iguales una reproducción facsímil en
bronce.
Escultura en bronce ubicada en Los Llanos del Pretorio (Córdoba) |
La copia se realizó en
el propio Museo del Prado utilizando las técnicas más modernas de escaneado
digital para reproducir fielmente hasta los mínimos detalles. Su coste fue de 300.000
euros y una vez terminada se instaló en los jardines de la zona conocida como los
Llanos del Pretorio, siendo inaugurada oficialmente el 15 de junio de 2007.
El original en
escayola, tras dos años de restauración y consolidación, se expuso en el Prado
hasta 2011, siendo trasladada después al
Museo Provincial de Zamora, para conmemorar el centenario de la muerte de su
autor. Allí permanecerá en calidad de depósito durante cinco años.
Escultura original en escayola restaurada, expuesta en el Museo Provincial de Zamora |
Detalle de la manta de Nerón policromada |
EDUARDO BARRÓN GONZÁLEZ
Eduardo Barrón nació en Moraleja del Vino, provincia de Zamora, el 2 de
abril de 1858 en el seno de una familia
humilde. Durante dos años trabajó ayudando al imaginero Ramón
Álvarez, estudiando posteriormente en la Escuela Especial de Pintura, Escultura
y Grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1881 marchó a
Roma pensionado por la Diputación de Zamora. Durante esa época, llena de penurias económicas, trabajó en diversos
talleres, como el de Felipe Moratilla y Eduardo Multon.
Pensionado por la Academia, regresó a
Roma en 1884 en compañía de Agustín Querol. Allí realizó los trabajos:
"Adán después del pecado", "Relieve de Santa Eulalia" y
"Rolando y Bernardo", lo que se llamaría el "Grupo de
Roncesvalles".
Regresó definitivamente a España en 1889 instalándose en Madrid, donde contrajo matrimonio con María
Casanova. En esos años el reconocimiento del artista no dejó
de crecer. Nombrado académico de San Fernando en Madrid y con múltiples reconocimientos realizó
varios de los más afamados monumentos públicos en la España de la época, como
su Monumento a Castelar en Cádiz y su trabajo como Director de la Sección de
Escultura del Museo del Prado, donde realizó un trabajo inmenso de catalogación
y restauración, confeccionando el Catálogo de Escultura del Museo, una obra
completa y rigurosa que sirvió de base para posteriores publicaciones. Falleció repentinamente el 23 de noviembre de 1911 cuando se encontraba en el cenit de su carrera.
Eduardo Barrón González |
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