ARTÍCULOS HISTÓRICOS

18 de marzo de 2023

 LA MUJER EN LA HISTORIA DE MANZANARES


Señoras y señores buenas tardes.

Como hijo, hermano de hermana, marido y padre de hija, ninguno de los problemas que afectan a las mujeres me pueden resultar indiferentes. Por ello, antes de comenzar esta conferencia, quiero tener un recuerdo emocionado y triste hacia todas esas mujeres que, a día de hoy, en distintos lugares del mundo, son privadas del derecho a la educación, discriminadas, menospreciadas, casadas a la fuerza, explotadas, extorsionadas, amenazadas, maltratadas, violadas, mutiladas e incluso asesinadas.

Debo decir que el título de la charla “La mujer en la historia de Manzanares” es un tanto pretencioso porque gran parte de nuestra historia como núcleo de población, que se remonta a casi ocho siglos, nos es desconocida. Por otra parte, he de advertir que la mayoría de las mujeres que voy a citar no nacieron en Manzanares, aunque vivieron y desarrollaron su actividad en nuestra ciudad.

En todas las épocas hubo mujeres que llegaron a la cúspide de la fama o el poder. Ahí tenemos a Hatshepsut, la mujer Faraón; Cleopatra; Makeda reina de Saba; Hipatia de Alejandría; Safo de Mitilene, Hildegarda de Bingen, Catalina la Grande de Rusia, Marie Curie, Indira Gandhi, Eleanor Roosevelt, Eva Perón, Margaret Thatcher o algunas de nuestras reinas y damas de la nobleza como Isabel I de Castilla o Ana de Mendoza, princesa de Éboli, por citar algunas.

Son casos verdaderamente excepcionales pertenecientes a la realeza o la aristocracia, pues, en general, el papel que la mujer ha tenido en la sociedad hasta hace muy poco tiempo, y más en zonas rurales como la nuestra, ha sido bastante irrelevante, siempre sometida al varón y dedicada fundamentalmente a las tareas domésticas.

Muchas de las mujeres que vamos a citar son conocidas, no por ellas mismas, sino por ser esposas de hombres importantes. Otra cosa es el poder e influencia que, de forma solapada, desde las sombras o desde el lecho, pudieran ejercer sobre maridos y amantes como inteligentes administradoras de sus encantos.

Situados en Manzanares y remontándonos casi a sus orígenes tenemos noticia de una mujer influyente que fue señora del castillo. Aunque formalmente no podía ser comendadora, cargo reservado a freires calatravos, percibía las rentas de la encomienda a principios del siglo XIV. Se trata de Urraca Fernández Gudiel, natural de Toledo, madre adoptiva de Juan Núñez de Prado, decimoctavo maestre de la Orden de Calatrava. Claro está que cuando el rey Pedro I ordenó asesinar a su ahijado se acabaron todas las prebendas y privilegios que disfrutaba.

Este Juan Nuñez de Prado era hijo natural de la infanta Blanca de Portugal, nieta de Alfonso X el Sabio, y del caballero, Pero Estébañez Carpenteyro. Cuando alguna dama de la corte tenía un desliz y quedaba embarazada, al estar cerrada en aquella época toda posibilidad de abortar, una vez que paría la criatura era entregada en adopción a una familia de confianza y la madre quedaba libre de todo compromiso. En el caso de la infanta citada luego se hizo monja y fue abadesa y señora del poderoso monasterio de las Huelgas en Burgos donde todavía pueden ustedes ver su sepulcro.

A finales del siglo XVI tenemos noticia de otras cuatro féminas de cierto relieve social; se trata de Francisca de Quesada, María López de Quesada, María Naranjo y Magdalena de Quesada. Hermanas y primas cuyo mérito consistió en haber convencido a su padre y tío, el potentado Bernardo de Quesada, para fundar en abril de 1592 el convento de Religiosas Concepcionistas de Clausura donde pudieron profesar como monjas permaneciendo cerca de sus familias.

De los siglos XVI a XVIII apenas tenemos datos sobre nuestra historia local. No obstante, cabe citar a María González de Inojedo, viuda del rico hidalgo Francisco de Quesada, como fundadora en 1589 de la capilla de San Ildefonso dentro del templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Capilla destruida durante la guerra civil de 1936.

Otro caso similar sería el de María Salinas de la Cerda, viuda de Juan Cristóbal Heberlin, fundadora el 3 de junio de 1663 de la capilla de Santa Teresa en el mismo templo parroquial, desaparecida igualmente durante el incendio provocado como consecuencia del proceso revolucionario que siguió al levantamiento militar.

El periodo de la historia local que mejor conocemos abarca los siglos XIX y XX. En este tiempo podemos contemplar cinco escenarios donde la mujer se hace visible de alguna manera. Comenzaremos por el que llamo

ÁMBITO RELIGIOSO CARITATIVO

Desde la teología católica la caridad es la más importante de las virtudes teologales, un sentimiento derivado de profundas convicciones religiosas que practicaron con especial dedicación las mujeres de las clases privilegiadas durante el siglo XIX y primer tercio del XX. Y es que, en un país carente de coberturas sociales, era la burguesía capitalista quien asumía el papel de ayudar a los pobres como una forma de acercarse a Dios y alcanzar la salvación de sus almas.

Encontramos en Manzanares bastantes mujeres pertenecientes a familias distinguidas, esposas e hijas de industriales o terratenientes, ejerciendo como sostenedoras del hospital-asilo, roperos y comedores sociales. Podríamos citar aquí a un buen número de señoras, entre las que destacan Josefa Sánchez-Carrascosa Carrión, hermana del Obispo Carrascosa, Matilde Quevedo Rodríguez, esposa del diputado y senador Antonio García-Noblejas Díaz-Pinés, su cuñada Rosalía Quesada Yáñez, esposa del abogado Ramón García-Noblejas Díaz-Pinés, Mercedes del Forcallo Pintado, esposa de Agatíno Chacón Salinas Castelli, marqués de Salinas, o Apolonia García Torres, esposa del farmacéutico Mariano Jiménez-Fructuoso quien, al no tener descendencia, legó todos su bienes al hospital asilo municipal.

En la protección a los más desfavorecidos destacó particularmente doña Dolores García-Noblejas Díaz-Pinés, viuda del rico hacendado Tomás Jarava Merino, quien repartía limosna todos los viernes en su casa de la calle del Carmen a cuantos pobres y necesitados allí se presentaban. Otro gesto de generosidad impagable hacia sus convecinos fue la donación desinteresada al municipio de una parcela de dos hectáreas en el paraje denominado Los Romeros. Esos terrenos se encontraban situados sobre un importante venero subterráneo. Sobre la parcela se abrió un pozo que permitió dotar a Manzanares de agua potable en cantidad suficiente para atender la demanda en un momento de gran incremento de la población.

Fue también presidenta del comité local de ayuda a los repatriados españoles a causa de la Gran Guerra, iniciativa promovida a nivel nacional por la reina Victoria Eugenia.

A falta de mayores méritos, ser religiosa y llegar a abadesa de un convento era en aquellos años algo extraordinariamente importante. Este es el caso de Rafaela Pérez-Valiente Antolínez de Castro, joven aristócrata nacida en Manzanares el 24 de octubre de 1786. Hija de Pedro Ignacio Pérez-Valiente Brost y Varona, Conde de Casa Valiente, y de Catalina Antolínez de Castro. Ingresó en el convento de Religiosas nazarenas de Sisante (Cuenca) y a los seis años fue nombrada madre Abadesa. Falleció en 1834 con solo 48 años tras una vida contemplativa dedicada a la mortificación y la penitencia.

Mención especial merece la señora Antonia Enríquez de Salamanca Sánchez-Blanco, mujer de gran sensibilidad, que viendo la escasa calidad de la enseñanza pública decidió utilizar sus abundantes recursos materiales para crear un colegio destinado a niños pobres dirigido por una comunidad religiosa. Lamentablemente falleció sin ver materializado su sueño. El encargo lo asumió su marido Ramón Álvarez de la Barreda Lodares, quien, respetando los deseos de su esposa, patrocinó la fundación del colegio de Hermanos Maristas en 1906.



ÁMBITO PROFESIONAL

La enseñanza es el primer campo donde la mujer titulada va a encontrar su vía de realización y de servicio. Aquí podemos citar a las primeras maestras que ejercieron su magisterio en Manzanares: Magdalena Romero-Nieva Manrique en 1883, María de las Nieves Galiana Abad y Eusebia González en 1886

Ciudad Real no tuvo Escuela Normal de Magisterio para varones hasta 1842. La mujer, siempre relegada a un segundo plano, no pudo hacerse maestra titulada en nuestra provincia hasta 1860.

La labor educativa de aquellas primeras maestras estaba escasamente valorada en los pueblos. Las docentes tenían incluso dificultades para subsistir porque sus honorarios los abonaban entonces los ayuntamientos y eran frecuentes los retrasos en el abono de sus haberes. De hecho, tuvieron que morir de hambre varias maestras en Andalucía para que se conmoviera la conciencia de los políticos. Finalmente, don Álvaro de Figueroa Torres, conde de Romanones, siendo ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes decretó en octubre de 1901 que los salarios de los docentes los abonara directamente el Estado. Eran sueldos miserables, pero al menos se cobraron ya con normalidad.

A principios del siglo XX ejercían ya en el pueblo media docena de maestras, la mayoría forasteras, mal pagadas y peor valoradas por una sociedad donde las niñas solo iban a la escuela durante su más tierna infancia ya que la escolarización obligatoria terminada a los nueve años. Entre aquellas primeras maestras del siglo, tenaces luchadoras contra el analfabetismo reinante, se encontraban Enriqueta Recuero Sánchez, Magdalena Romero-Nieva, Felipa Pajares, Juana de Moya García y las hermanas Teresa y María de las Nieves Galiana Abad.

La II República vino a cambiar muchas cosas en España y la mujer comenzó a tener un mayor protagonismo en ciertas esferas. El número de maestras se duplicó y tuvieron acceso a determinados puestos directivos. Así, la malagueña Encarnación Maxiá Zurita fue una mujer avanzada que ocupó la vicepresidencia del Consejo Local de Primera Enseñanza. Estuvo casada con Francisco Fernández de Simón León, alcalde republicano fusilado al acabar la guerra. Ella también fue depurada, separada del servicio durante dos años y desterrada de Manzanares. Su lucha continuó impartiendo clase en escuelas rurales de los montes de León consiguiendo sacar adelante a Juan, su único hijo, que llegaría a ser médico de la Armada, especialista en Dermatología.

Buen número de maestras sufrieron depuración política al terminar la guerra por compartir los ideales de progreso y justicia social que la Segunda República representaba. Juliana Sobrino Millán y Carmen Martín Martínez fueron expulsadas del Cuerpo. A la zamorana Carmen Trill Banchallaria se la trasladó fuera de la provincia quedando inhabilitada a perpetuidad para desempeñar cargos directivos. La vallisoletana Clementina Calvo Pascual fue trasladada dentro de la provincia. Mejor paradas salieron Carmen Beberide Márquez, natural de Ciudad Real, y la sevillana Clara Bautista Rodríguez a las que solo se castigó con la inhabilitación para ocupar cargos directivos y de confianza.

Junto a las maestras de Primera Enseñanza hubo otras mujeres con carrera universitaria que ejercieron su actividad en Manzanares. Se trata de las tres profesoras que llegaron al Colegio Subvencionado de Primera Enseñanza, abierto el curso 1933/34, convertido al año siguiente en Instituto de Enseñanza Secundaria de carácter no confesional, donde ya estudiaban conjuntamente jóvenes de ambos sexos. Se trata de Cecilia Herrero Zardoya, soriana, profesora de Lengua y Literatura, hermana del poeta Bernabé Herrero, amiga de Antonio Machado y Gerardo Diego. Concepción Pérez Hortelano, profesora de Francés, y Elisa García Aráez, jovencísima profesora de Geografía, coautora del atlas Aguilar con el que hemos estudiado tantas generaciones, quien ocupó el cargo de directora del centro hasta la llegada de la guerra civil. Formaba pareja de hecho con don Luís Bravo Gala, otro profesor del centro, circunstancia que escandalizaba a los puritanos sectores clericales y conservadores.

El sector sanitario constituyó otra vía de ascenso social para la mujer. En el primer cuarto del siglo XX destaca la presencia de dos comadronas al servicio de la Beneficencia Municipal: Clotilde Aresté Puente, natural de Paracuellos del Jarama, y Lucía Ochoa Castillo.

Por su ideología republicana Clotilde fue detenida en 1940 y encarcelada en la prisión de Ventas (Madrid) por haber ocupado el puesto de jefa de enfermeras en el hospital municipal cuando expulsaron a las monjas de la Caridad y ejercido como secretaria del sindicato de Mujeres Trabajadoras durante la guerra. Finalmente fue liberada en 1944 al no encontrar las autoridades del régimen causas punibles contra ella, pero hubo de sufrir durante cuatro largos años, privada de libertad e inhabilitada para ejercer su profesión.

En este campo de la sanidad no podemos olvidar a María Dolores Junquera Junquera, química-farmacéutica, directora del laboratorio municipal desde diciembre de 1934 que también sufrió la inevitable depuración de posguerra.

ÁMBITO CULTURAL

Fue muy conocida, tanto en Manzanares como en la Corte, María Francisca Díaz-Carralero Rodelgo, famosa por su capacidad para la repentización poética. Procedía de una familia muy humilde y era ciega de nacimiento. Para conseguir unas limosnas acudía a la parada de diligencias y más tarde a la estación del ferrocarril donde recitaba pequeñas poesías sorprendiendo a los viajeros con su extraordinaria facilidad para improvisar versos. Todos la conocían como la Ciega de Manzanares. Consiguió un premio en Zaragoza con su poesía dedicada a la Virgen del Pilar y fue recibida en determinados círculos ilustrados de Madrid, llamando la atención por su sensibilidad y clara inteligencia natural a pesar de vivir sumida en la miseria.

Durante el primer tercio del siglo XX el teatro y la zarzuela gozaron de una gran aceptación social. Tanto la Casa del Pueblo como el Círculo Católico tuvieron grupos de aficionados con notable presencia femenina. Tenemos constancia documental de una veintena de actrices aficionadas, mujeres con inquietudes culturales y fuertes motivaciones ideológicas entre las que podemos mencionar a Matilde Cascales Simarro, Eugenia Antequera, Juana Gallego, Caridad Pinés Ferrándiz o Emilia Fernández-Pacheco Chacón. El grupo se vio reforzado durante la guerra por refugiadas de Madrid como Lucía Pellín o Felisa Ruano. Muchas de estas mujeres acabarían en prisión al finalizar la contienda con la victoria de los nacionales.

El caso de Matilde Cascales es verdaderamente dramático y digno de una novela. Perteneció a las Juventudes Socialistas Unificadas. En los primeros meses del alzamiento militar, su marido, José Quintanilla Torres, murió en combate contra los rebeldes. Tuvo una segunda pareja y quedó embarazada en enero de 1939. Terminada la guerra fue detenida acusada de haberse manifestado en defensa de la República y haber intervenido en el incendio de las iglesias. En un primer momento fue condenada a muerte, aunque al estar encinta la pena le fue conmutada por la de 30 años y un día. Ante la debilidad de las pruebas aportadas por la acusación, la condena quedó reducida a 12 años y un día que pasó a cumplir en la prisión de Saturrarán, en Motrico (Guipúzcoa). Allí dio a luz a su hijo José Muñoz Cascales que moriría a los nueve meses por las malas condiciones de alimentación y salubridad del centro penitenciario.

ÁMBITO EMPRESARIAL

Tenemos varios casos de esposas de industriales que al morir sus maridos continuaron al frente de los negocios con notable solvencia.

Una de ellas fue Clementa Catalina Fernández Allende, nacida en Cabanillas de la Sierra (Madrid), viuda desde 1898 de Buenaventura Sánchez-Cendal Martínez. Esta mujer gestionó con gran éxito dos bodegas y un importante matadero industrial. Tuvo seis hijos de los que le sobrevivieron tres.

Otro caso es el de Clementina Lardiés Otal, nacida en La Habana el 24 de octubre de 1884 donde su madre fue directora de la Escuela Normal de Maestras. Viuda desde 1916 de Antonio Díaz de Lope Díaz Casero tuvo que ponerse al frente del matadero La Purísima que había fundado su marido. Gestionó todo el movimiento comercial de su depósito de quesos, jamones, mantecas y productos derivados del cerdo. También tenía bodega con alcoholera.

Abundaban también en Manzanares las señoras solteras, herederas de grandes extensiones de tierra, que hoy podríamos catalogar como directoras de empresas agrarias. Que sepamos, ninguna destacó por su capacidad innovadora ya que la explotación y gestión de las fincas recaía sobre mayordomos, mayorales y capataces, hombres de confianza que se limitaban a dirigir los trabajos agrícolas siguiendo la rutina tradicional.

ÁMBITO DE LA POLÍTICA

En el campo de la política la mujer ni siquiera pudo votar hasta 1933. Incluso durante la República siguió imperando el machismo excluyente y ninguna mujer fue miembro de la Corporación Municipal ni ocupó cargos de relevancia.

En Manzanares fueron las derechas quienes primero incorporaron a la mujer para tareas de proselitismo. El 28 de abril de 1932 quedó constituido el comité local de Acción Ciudadana Femenina como apéndice del partido Acción Nacional. Desde luego no se integraron en la organización como afiliadas con los mismos derechos que los varones, sino que formaban un apéndice aparte. Su presidenta, Josefa González-Calero España, y la vicepresidenta, María Mansilla Juan, se convirtieron en destacadas activistas que desarrollaron una extraordinaria labor propagandística por toda la provincia en defensa de sus postulados católicos y conservadores. Con su vehemente oratoria contribuyeron a la victoria electoral del centro derecha en las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933.

Unos meses antes de estallar la guerra civil llegó a Manzanares la madrileña Avelina Davós Colinas, una mujer muy adelantada a su tiempo. Era enfermera titulada y pareja civil del médico Manuel Cebrián Ibáñez, enviado por el Partido Comunista para fundar una célula en la zona. Venía con una hija pequeña que solo llevaba los apellidos de la madre. Una mujer tan avanzada por sus pensamientos y forma de vida escandalizaba a los sectores clericales y conservadores, pero tampoco estaba bien vista su excesiva liberalidad entre republicanos y socialistas.

Al estallar la guerra fue la única mujer que formó parte del Comité Local del Frente Popular durante un breve periodo. Fundó la Asociación de Mujeres Libres y el Comité Local del Socorro Rojo Internacional. Trabajaba como enfermera en el hospital que dicha organización fundó en Manzanares en noviembre de 1936. Destacó por su determinación y compromiso en la lucha contra el fascismo. Terminada la guerra Manuel Cebrián fue fusilado y ella encarcelada durante quince años. Su hija Adoración hubo de vivir la infancia en Málaga, interna en una institución regida por monjas.

El 19 de abril de 1936 se constituyó en la Casa del Pueblo la Asociación de Mujeres Trabajadoras. Su presidenta fue la socialista bilbaina María Libertad (María Adoración Luengo Sánchez), amiga de Francisco Largo Caballero, quien la visitaba siempre que pasaba por Manzanares. Trabajó como camarera del Albergue Nacional de Carretera por su dominio de los idiomas francés e inglés. Tras la victoria de Franco tuvo que exiliarse en Francia.

Terminada la guerra, el régimen de Franco volvió a circunscribir las expectativas de la mujer al ámbito doméstico donde debía realizar una labor abnegada, silenciosa y subordinada al varón. No obstante, desde la Sección Femenina de Falange se hizo una gran labor humanitaria dentro de la Delegación de Auxilio social. Por su entrega en favor de enfermos y familias necesitadas en los difíciles años de posguerra merece ser mencionada la enfermera Natividad Moreno Bascuñana, quien ocupó el cargo de delegada desde 1948 a 1971.

Al llegar la dictadura se clausuró el Instituto de Segunda Enseñanza. A partir de entonces, las pocas mujeres que pudieron estudiar bachillerato tuvieron que hacerlo en academias privadas. En 1941 abrió sus puertas la academia “Sagrado Corazón de Jesús” donde se impartían clases de bachillerato y se preparaba para algunas oposiciones. En ella ejerció brevemente como profesora de Matemáticas la licenciada Pilar Alcázar Fernández hasta que marchó al instituto Santa María de Alarcos de Ciudad Real. Curiosamente en las academias se aceptaba la coeducación, modelo educativo totalmente prohibido en los centros públicos.

En la segunda mitad del siglo XX se aprecia ya un cambio sustancial en la sociedad española y las hijas de familias de clase media comienzan a cursar bachillerato y carreras medias, fundamentalmente magisterio y enfermería.

En 1952 se abrió la Academia “Lope de Vega” donde ejerció un nutrido grupo de profesoras: María Teresa Martínez Martínez y Emilia Socastro García-Blanco, ambas licenciadas en Letras, junto con María Luisa Motilva Lozano y Josefa Porta Bodowska, licenciadas en Ciencias.

En 1955, siendo ministro de Educación don Joaquín Ruiz Jiménez, se creó en Manzanares el Centro de Enseñanza Media y Profesional en la antigua casa de los Merino situada en la calle Virgen del Carmen 10. En él se impartía un bachillerato laboral con la modalidad Agrícola Ganadera. El centro era solo para varones. En sus primeros años impartieron clase tres profesoras: Caridad Díaz-Madroñero López de Pablo, profesora de Geografía e Historia, María del Carmen Calatayud Maldonado, titular del ciclo de Lengua, vicedirectora y bibliotecaria, e Isabel Lera Cendón, vallisoletana, jefa de estudios, titular de Ciencias de la Naturaleza y coautora de un libro de texto de Física y Química para 3º de Bachillerato. Algo más tarde llegaría la leonesa María de la Cruz Zurita Juárez, veterinaria y profesora de Ciclo Especial (Enología, Agronomía) que ejerció como directora del centro desde 1967 a 1975. Fue autora, junto con Diego Gallego, otro veterinario y profesor, del libro Ganadería e Industrias Zoógenas. En 1960 se reconocía su labor con el ingreso en la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, distinción otorgada para premiar méritos contraídos en los campos de la educación, la ciencia, la cultura y la investigación.

En 1956 el Colegio de Religiosas Concepcionistas comenzó a impartir clases de bachillerato elemental y Magisterio de la Iglesia para niñas en régimen libre. Las religiosas que ejercían como profesoras carecían de la titulación apropiada y las alumnas debían convalidar sus estudios en el centro autorizado que la orden tenía en Madrid.

El curso 1967/68 constituyó un hito en Manzanares al organizarse el Bachillerato Femenino en un centro público. Estaba regido por el plan de 1957. Constaba de seis cursos y uno más de orientación universitaria (COU). Utilizaba las mismas instalaciones de la calle Virgen del Carmen, pero en aulas y espacios separados de los chicos.

Con el bachillerato femenino se amplió el número de profesoras, algunas ya naturales de Manzanares. Entre ellas:

Pepita Porta Bodawska, profesora de Química, Ana Rodríguez (Literatura), Pascuala Puche Alhama (Lengua), María Piedad de Gregorio (Educación Física), Teresa Morales Chacón, bióloga de Membrilla, (Ciencias Naturales), Isabel Blanco Cabero, vallisoletana, (Francés), Dolores Sánchez-Cantalejo Rubio-Manzanares (Geografía e Historia).

Habría que esperar hasta el curso 1972/73 para restablecer la coeducación en el Instituto de nueva creación llamado Álvarez de Sotomayor. Cuarenta años se había tardado en alcanzar las cotas de igualdad que se habían alcanzado en 1932.

Otras parcelas estuvieron vedadas a la mujer hasta mucho más tarde. La primera mujer que participó en la política municipal fue Rosario Montoto Díaz, concejala por Unión de Centro Democrático tras las elecciones de 1979. Doce años después y como resultado de las elecciones de mayo de 1991, haría su entrada la primera mujer socialista en la persona de Mercedes Sánchez-Cantalejo Rubio-Manzanares. En la actualidad, de diecisiete concejales que forman la Corporación Municipal hay nueve mujeres representando a distintos Partidos Políticos. Como pueden ustedes apreciar el avance en este campo ha sido extraordinario.

En ciertos sectores la incorporación fue algo más lenta. Así en la Banda de Música la primera mujer no entró hasta 1995. Mucho más tardía fue la incorporación de mujeres a la guardia municipal, que no se produjo hasta el año 2009.

Afortunadamente en los últimos 30 o 40 años la posición de la mujer en España ha avanzado de forma exponencial. Son mayoría en muchas Facultades y tienen acceso prácticamente a cualquier profesión. Esto no quiere decir que hayan alcanzado todas las metas. Sigue existiendo la discriminación, la diferencia salarial por sexo y son incontables las injusticias y abusos que todavía soportan. Las mujeres habrán de seguir luchando hasta que esa igualdad de derechos y oportunidades formalmente recogida en la legislación no se traslade de forma efectiva al mundo del trabajo y a todas las relaciones familiares y sociales. En ese camino de justa reivindicación no estarán solas. Muchos hombres estamos dispuestos a colaborar en tan ardua labor comenzando por educar a nuestras hijas en los valores de libertad e igualdad, animándolas a ejercer la insumisión y rebeldía contra la injusticia, y denunciando cualquier conducta que atente contra la dignidad de las mujeres.

Como hemos visto, aunque pocas, hubo en el pasado algunas mujeres que destacaron por sus títulos o actividades públicas desarrolladas en nuestro pueblo. Sin quitar mérito a aquellas pioneras que tantos escollos debieron superar, nunca debemos olvidar a las sufridas mujeres del pueblo llano, a nuestras madres y abuelas. A esa mayoría silenciosa que vivió sin saberlo una permanente pobreza energética; que sufriendo mil carencias cuidaron de los hijos cuando aún no se habían inventado las guarderías y atendieron a sus ancianos cuando no existían residencias. Con esfuerzo titánico sacaron adelante sus hogares sin electrodomésticos, careciendo en muchos casos de agua corriente y electricidad en sus modestísimas viviendas. Incluso, cuando las circunstancias lo requerían, colaboraban en la precaria economía familiar trabajando duramente en los campos al llegar las cosechas de cereales, aceitunas o uvas. A esas mujeres que pasaron inadvertidas para la historia, pero que ocupan un lugar preferente en nuestro corazón y en nuestra memoria, quiero hacer hoy un pequeño homenaje porque esas son mis verdaderas heroínas. Muchas gracias.

                                         


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