Publicado el año 1997
Atendiendo
la amable invitación del Hermano Mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús
del Perdón, y desde el respeto que me inspira la devoción popular a la imagen
del Patrón de Manzanares, paso a exponer algunas reflexiones sobre un asunto
que permanece oscuro a pesar de haber sido abordado por varios estudiosos y
escritores.
Desde
que alcanza mi memoria he venido escuchando y leyendo distintas versiones de
la «gesta» protagonizada por D. Pedro Álvarez de Sotomayor, a la sazón cura
párroco de la villa de Manzanares, durante la guerra de Independencia mantenida
a principios del pasado siglo contra las tropas de Napoleón.
Prestigiosos
historiadores locales reconocen que no existe documento alguno que recoja los
hechos con fiabilidad, sino que se trata de una mera trasmisión oral a través
de las generaciones. Es sabido que esta forma de comunicación acaba
trastocando la realidad, exagerándola o modificándola hasta lo irreconocible,
por lo que deberíamos ser muy cautos al tratar sobre el tema. No obstante,
numerosos aficionados a la historia, pregoneros, y distintos colaboradores de
programas de festejos o revistas locales, se afanan cada año en sacar nueva
punta literaria al encuentro del párroco con el general francés, aportando sus
concepciones personales con evidente buena fe y notable imaginación, estimulada
sin duda por profundas convicciones religiosas, pero carentes de toda credibilidad
al no contar con documentos que certifiquen sus afirmaciones.
Veamos
cómo ha ido evolucionando la noticia con el paso del tiempo.
La
primera referencia escrita sobre el evento la encontramos en un drama titulado Sotomayor y los franceses, cuyo autor es el granadino José Rodríguez Garrido. Está escrita en 1867, es
decir solo cincuenta y siete años después de
los hechos, por lo que pudo haber tenido referencias directas de los
mismos. A pesar de la libertad de tratamiento propia de toda obra literaria, la acción se sitúa en 1808 y
los protagonistas son el párroco Sotomayor y el general Vedel.
El 7 de noviembre de 1911 tuvo lugar el acto de homenaje ofrecido por el
pueblo de Manzanares a D. Pedro Álvarez de Sotomayor Rubio con motivo del traslado de sus restos mortales
desde el clausurado cementerio sobre el que se edificó el primer Gran Teatro, hasta la ermita de la Veracruz. Durante
la misa celebrada en su memoria, el ilustre sacerdote D. Alfonso Pedrero
García-Noblejas, buen conocedor de la Historia
local, pronunció un vibrante discurso destacando la actuación de Sotomayor que saliendo al paso
del general Vedel, acompañado por la imagen
de Jesús del Perdón, y ofreciendo su propia vida, logró evitar que las tropas francesas arrasaran la
población.
Otra
información procede de la reseña histórica,
de autor desconocido, publicada el 8
de agosto de 1933 en El Pueblo Manchego con motivo de las fiestas de la localidad. En ella se dice:
Merece especial mención en la historia de Manzanares el Prior del hábito de Calatrava don Pedro Álvarez de
Sotomayor, que en la guerra de la Independencia
obtuvo del general francés Siger Berlair (sic) el perdón para sus habitantes, condenados a la última pena
(?).
En
el Bosquejo Histórico de Manzanares
publicado en 1960 por Dª Caridad Díaz-Madroñero López de Pablo, licenciada en
Historia del Instituto Laboral, se dice: La tradición cuenta un episodio
emotivo de singular importancia para la
historia local, ya que con él, según parece, comenzó el patronazgo de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que desde
entonces se llamará del Perdón. Y sigue más adelante En uno de los
encuentros entre manzanareños patriotas y franceses, aquellos asaltan el
hospital galo en busca de armas, son rechazados a tiros por la pequeña guarnición
del hospital y por los mismos enfermos y heridos franceses, y en la refriega mueren
la mayor parte de estos. Al saberlo
su general (Liger Belair, quizá) decide pasar a cuchillo a la población.
Pero a Manzanares le salva la providencia divina por medio de su Cura Párroco don Pedro Álvarez de Sotomayor y Rubio que se ofrece como víctima de la venganza francesa, pidiendo
a cambio, y en nombre de Nuestro Padre Jesús, el perdón para sus feligreses. El
general, conmovido, lo otorga sin aceptar el sublime sacrificio de Sotomayor.
Y en prueba de adoración y homenaje impone a la divina imagen de Jesús del Perdón su fajín de general.
Como vemos
se asocia el hecho a la posible represalia
contra el asalto del hospital ocurrida en 1808 y se menciona con lógicas reservas el nombre
del general. La misma idea mantiene el conocido corresponsal de prensa Miguel García de Mora, quien al tratar el tema en
el prestigioso diario ABC de 10 de
septiembre de 1967 se expresaba en los
siguientes términos: 1808. Bajo el temor de los generales Pouisión y Bedel (sic) ordenasen pasar a cuchillo a la población de Manzanares, propósito que traía
Pouisón por lo ocurrido en el hospital de sangre…
Por
último, D. José Antonio García-Noblejas en su libro: Manzanares, Guerra de la Independencia, mantiene que el encuentro
ocurrió precisamente el día 31 de marzo de 1809 entre Sotomayor y el general
Horace Sebastiani, tras la batalla de Ciudad Real, ante el temor a duras
represalias, dada la resistencia ofrecida
meses antes por los paisanos de la villa ayudados por tropas regulares.
He aquí algunas de las diversas versiones del mismo suceso donde no concuerdan ni las
fechas, ni la causa de la que derivan los
hechos, ni el nombre del mando francés.
Escultura “La mano tendida” de Juan Sánchez
Analicemos
ahora los principales documentos
contemporáneos de dicho momento histórico.
Hasta el momento, la fuente escrita más cercana en el tiempo al asunto que nos importa es el Manuscrito de la
Merced, escrito en 1814, por D. Pedro Roncero, abogado y Alcalde Mayor de la villa; D. Gabriel Fernández Vázquez,
secretario del Cabildo; D. Manuel Ruiz Constantino, presbítero; D. Calixto
Roncero, profesor de Gramática y Latinidad, y D. Julián de Sandoval.
Dicho
documento trata de hacer una recopilación de
la historia local, tal vez con objeto
de incorporarla a otra de carácter provincial. Su fiabilidad es muy
elevada en base a las siguientes razones:
1.-
Su carácter colectivo, que elimina la posibilidad de desenfoques debidos a subjetivismos personales.
2.-
La cualificación de sus autores, todos ellos personas cultas que habían participado directamente en los
hechos.
3.-
La cercanía a los acontecimientos, al estar
redactada cuando apenas había
transcurrido un año desde la terminación del conflicto.
Sin
embargo nada se cita en ella sobre el gesto de Sotomayor, a pesar de que uno de
los coautores, el presbítero Manuel Ruiz
Constantino, había sido coadjutor de
don Pedro y debió vivir muy de cerca las circunstancias que rodearon al asunto.
Pocos años más tarde, entre 1845 y 1850, cuando el
recuerdo estaba todavía reciente, D. Pascual Madoz escribe su Diccionario
Geográfico de las Tierras de España. Al abordar la referencia histórica
sobre Manzanares no menciona en absoluto el famoso encuentro.
Algo más tardía es la aparición del Diccionario
Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real, publicado en 1899 por D. Inocente Hervás y Buendía,
quien tampoco hace referencia al suceso
cuando trata sobre la historia de Manzanares.
A
pesar del silencio documental, y aunque
desconozcamos los detalles, es evidente que el encuentro entre Sotomayor
y un general francés se produjo, como atestigua la presencia del fajín de seda
primorosamente conservado por la Hermandad y que ahora luce la hermosísima talla de Quintín de Torre.
Cabe
preguntarse entonces por qué no transcendió documentalmente un suceso tan
relevante en el que D. Pedro haciendo un alarde de valentía y poniendo en
riesgo su propia vida trató de evitar daños a sus feligreses. Para dar respuesta a esta pregunta no debemos descartar una hipótesis que,
desde mi punto de vista, resulta bastante lógica. Se basa en que las promesas de clemencia hechas por el
general francés no tuvieran en la práctica un puntual y exacto cumplimiento, con lo cual el gesto de Sotomayor
pudo resultar inútil, o al menos parecerlo
al vecindario que sufrió abusos y saqueos por parte de las tropas de
ocupación. Así parece desprenderse del
análisis de la Historia, si aceptamos como válida la teoría de que todo ocurrió el Viernes Santo 31 de
marzo de 1809, cuando las vanguardias
enemigas llevaban ya dos días cometiendo desmanes en la villa, según
dejó escrito el sacerdote en un apunte
marginal del libro de difuntos del Archivo Parroquial, el cual indica que
el día 29 fue la llegada de las tropas francesas. Además, el citado Manuscrito
de la Merced nos informa: Después de la batalla desgraciada de Ciudad Real, perdida el 27 de Marzo de
1809, el general Sebastiani que mandaba el
4° cuerpo de Ejército Francés acantonó en Manzanares la División Polaca al mando del general Valence,
compuesta de los tres regimientos 4°, 7° y 9°, cuyo número ascendía a siete
mil hombres y siete piezas de Artillería
Holandesa. Su entrada fue el día dos de Abril de 1809 permaneciendo
hasta el 13 de Junio en cuya época sufrió todo género de saqueos, malos
tratamientos y ruina de muchos edificios, especialmente del Convento de Carmelitas, cuya fábrica e Iglesia fueron destechados y quitadas todas sus maderas para reforzar el Castillo y formación de empalizadas, sujetando a los paisanos, como en otro tiempo Faraón a los Israelitas a
toda clase de trabajos con dureza, rigor y
malos tratamientos. Como apunta D. José Antonio García-Noblejas en la página 90 de su obra, las
indisciplinadas tropas polacas no sólo
cometieron daños en las cosas sino que atentaron contra la vida de las
personas, aunque solo tengamos noticia documentada de la muerte de Ramón Merino Valdivieso, dueño de una tienda
de mercería y comestibles.
Con
tales antecedentes, y trasladándonos mentalmente a los años de posguerra
victoriosa, no resulta descabellado pensar
que en esos tiempos de euforia patriótica la actuación del párroco no fuese demasiado bien vista por
los exaltados excombatientes, quienes posiblemente vieron en la actitud
suplicante del párroco cierta claudicación o debilidad ante el enemigo que
convenía silenciar. Tanto es así que hubo de transcurrir más de medio siglo
para que se hiciera justicia a Sotomayor reconociendo el arrojo de su decisión,
al margen de los resultados, y hacia 1870 es cuando se acuerda dar su nombre a una de las calles de la ciudad. Por otra
parte sigue siendo un misterio cuál fue la
actuación de los demás sacerdotes del cabildo y de las autoridades civiles en tan dramáticos momentos.
Abandonando
ya las conjeturas, paso a puntualizar dos
derivaciones del mismo asunto que de forma reiterada se viene
interpretando equivocadamente:
1.- La advocación de Nuestro
Padre Jesús del Perdón no deriva del encuentro de Sotomayor con el general
francés, sino que ya se utilizaba en el siglo XVIII como indica el párroco D.
Francisco Camacho Zarrascón en las
informaciones sobre el pueblo que
envió al cardenal Lorenzana en 1787.
2.- El
Patronazgo de Manzanares, tampoco es
consecuencia directa de aquel hecho, como mantienen D°. Caridad Díaz-Madroñero y D. José Antonio García-Noblejas en la
página 397 de su libro, pues tuvo que pasar
casi un siglo hasta que en julio de 1905 Ángel Carrasco González-Elipe y
Antonio Serrano García-Vao, Mayordomos de
la Cofradía, junto con otros hermanos y vecinos,
solicitaron al alcalde, D. Roque Mazarro Díaz-Pinés, hiciera las gestiones
oportunas para que por el Sr. Obispo Prior de las Ordenes Militares, D.
Casimiro Piñera, se declarase a Nuestro Padre Jesús del Perdón Patrón de Manzanares, y festivo el día 14 de septiembre, como aparece en la página 3v. del Libro n° 4 de Actas de Sesiones Municipales.
FUENTES
CONSULTADAS
Nuevos Estatutos de la Cofradía
aprobados el 8 de junio de 1902.
Periódico «El Pueblo Manchego» correspondiente
al día 8 de agosto de 1933. Ciudad Real.
Díaz-Madroñero
López de Pablo, Caridad. Bosquejo
Histórico de Manzanares. 1960.
Diario ABC del 10 de septiembre
de 1967. Madrid.
García-Noblejas García-Noblejas, José Antonio. Manzanares Guerra de la
Independencia. I.E.M. 1982.
Manuscrito número 932. Archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de la
Merced. Ciudad Real.
MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico de las Tierras de España y
sus posesiones de Ultramar. Madrid 1845-1850.
Hervás y Buendia, Inocente. Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y
Bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real. Edición de 1914. Imprenta de
Ramón Clemente Rubisco. Ciudad Real.
Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a través de las
descripciones del Cardenal Lorenzana, 1782. Archivo Diocesano de Toledo.
Libro de Actas n° 4. Sesión del 20 de julio de 1905. Archivo Municipal
de Manzanares.
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