ARTÍCULOS HISTÓRICOS

8 de mayo de 2012

SOTOMAYOR Y LOS FRANCESES


Publicado el año 1997

Atendiendo la amable invitación del Hermano Mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Perdón, y desde el respeto que me inspira la devoción popular a la imagen del Pa­trón de Manzanares, paso a exponer algunas reflexiones sobre un asunto que permanece oscuro a pesar de ha­ber sido abordado por varios estudio­sos y escritores.
Desde que alcanza mi memoria he venido escuchando y leyendo distin­tas versiones de la «gesta» protagoni­zada por D. Pedro Álvarez de Sotomayor, a la sazón cura párroco de la villa de Manzanares, durante la guerra de Independencia mantenida a principios del pasado siglo contra las tropas de Napoleón.
Prestigiosos historiadores locales reconocen que no existe documento alguno que recoja los hechos con fia­bilidad, sino que se trata de una mera trasmisión oral a través de las genera­ciones. Es sabido que esta forma de comunicación acaba trastocando la realidad, exagerándola o modificándola hasta lo irreconocible, por lo que de­beríamos ser muy cautos al tratar so­bre el tema. No obstante, numerosos aficionados a la historia, pregoneros, y distintos colaboradores de progra­mas de festejos o revistas locales, se afanan cada año en sacar nueva punta literaria al encuentro del párroco con el general francés, aportando sus con­cepciones personales con evidente buena fe y notable imaginación, esti­mulada sin duda por profundas con­vicciones religiosas, pero carentes de toda credibilidad al no contar con do­cumentos que certifiquen sus afirma­ciones.
Veamos cómo ha ido evolucionando la noticia con el paso del tiempo.
La primera referencia escrita sobre el evento la encontramos en un drama titulado Sotomayor y los franceses, cuyo autor es el granadino José Rodríguez Garrido. Está escrita en 1867, es decir solo cincuenta y siete años después de los hechos, por lo que pudo haber tenido referencias di­rectas de los mismos. A pesar de la libertad de tratamiento propia de toda obra literaria, la acción se sitúa en 1808 y los protagonistas son el párroco Sotomayor y el general Vedel.
El 7 de noviembre de 1911 tuvo lugar el acto de homenaje ofrecido por el pueblo de Manzanares a D. Pedro Álvarez de Sotomayor Rubio con mo­tivo del traslado de sus restos morta­les desde el clausurado cementerio sobre el que se edificó el primer Gran Teatro, hasta la ermita de la Veracruz. Durante la misa celebrada en su me­moria, el ilustre sacerdote D. Alfonso Pedrero García-Noblejas, buen cono­cedor de la Historia local, pronunció un vibrante discurso destacando la ac­tuación de Sotomayor que saliendo al paso del general Vedel, acompaña­do por la imagen de Jesús del Perdón, y ofreciendo su propia vida, logró evi­tar que las tropas francesas arrasaran la población.
Otra información procede de la reseña histórica, de autor desconoci­do, publicada el 8 de agosto de 1933 en El Pueblo Manchego con motivo de las fiestas de la localidad. En ella se dice: Merece especial mención en la historia de Manzanares el Prior del hábito de Calatrava don Pedro Álvarez de Sotomayor, que en la guerra de la Independencia obtuvo del general fran­cés Siger Berlair (sic) el perdón para sus habitantes, condenados a la últi­ma pena (?).
En el Bosquejo Histórico de Manzanares publicado en 1960 por Dª Caridad Díaz-Madroñero López de Pablo, licenciada en Historia del Instituto Laboral, se dice: La tra­dición cuenta un episodio emotivo de singular importancia para la historia local, ya que con él, según parece, co­menzó el patronazgo de Nuestro Pa­dre Jesús Nazareno, que desde enton­ces se llamará del Perdón. Y sigue más adelante En uno de los encuen­tros entre manzanareños patriotas y franceses, aquellos asaltan el hospital galo en busca de armas, son rechaza­dos a tiros por la pequeña guarnición del hospital y por los mismos enfer­mos y heridos franceses, y en la re­friega mueren la mayor parte de es­tos. Al saberlo su general (Liger Belair, quizá) decide pasar a cuchillo a la po­blación. Pero a Manzanares le salva la pro­videncia divina por medio de su Cura Párroco don Pedro Álvarez de Sotomayor y Rubio que se ofrece como víctima de la venganza francesa, pidiendo a cambio, y en nombre de Nuestro Padre Jesús, el perdón para sus feligreses. El general, conmovido, lo otorga sin aceptar el sublime sacri­ficio de Sotomayor. Y en prueba de adoración y homenaje impone a la di­vina imagen de Jesús del Perdón su fajín de general.
Como vemos se asocia el hecho a la posible represalia contra el asalto del hospital ocurrida en 1808 y se menciona con lógicas reservas el nom­bre del general. La misma idea mantiene el conoci­do corresponsal de prensa Miguel García de Mora, quien al tratar el tema en el prestigioso diario ABC de 10 de septiembre de 1967 se expresaba en los siguientes términos: 1808. Bajo el temor de los generales Pouisión y Be­del (sic) ordenasen pasar a cuchillo a la población de Manzanares, propósito que traía Pouisón por lo ocurrido en el hospital de sangre…
Por último, D. José Antonio García-Noblejas en su libro: Manza­nares, Guerra de la Independencia, mantiene que el encuentro ocurrió precisamente el día 31 de marzo de 1809 entre Sotomayor y el general Horace Sebastiani, tras la batalla de Ciudad Real, ante el temor a duras represalias, dada la resistencia ofreci­da meses antes por los paisanos de la villa ayudados por tropas regulares.
He aquí algunas de las diversas ver­siones del mismo suceso donde no concuerdan ni las fechas, ni la causa de la que derivan los hechos, ni el nom­bre del mando francés.


  Escultura “La mano tendida” de Juan Sánchez

Analicemos ahora los principales documentos contemporáneos de di­cho momento histórico.
Hasta el momento, la fuente es­crita más cercana en el tiempo al asun­to que nos importa es el Manuscrito de la Merced, escrito en 1814, por D. Pedro Roncero, abogado y Alcalde Mayor de la villa; D. Gabriel Fernández Vázquez, secretario del Cabildo; D. Manuel Ruiz Constantino, presbítero; D. Calixto Roncero, profesor de Gra­mática y Latinidad, y D. Julián de Sandoval.
Dicho documento trata de hacer una recopilación de la historia local, tal vez con objeto de incorporarla a otra de carácter provincial. Su fiabili­dad es muy elevada en base a las si­guientes razones:
1.- Su carácter colectivo, que elimina la posibilidad de desenfoques de­bidos a subjetivismos personales.
2.- La cualificación de sus autores, todos ellos personas cultas que habían participado directamente en los hechos.
3.- La cercanía a los acontecimientos, al estar redactada cuando apenas había transcurrido un año desde la terminación del conflicto.
Sin embargo nada se cita en ella sobre el gesto de Sotomayor, a pesar de que uno de los coautores, el pres­bítero Manuel Ruiz Constantino, ha­bía sido coadjutor de don Pedro y debió vivir muy de cerca las circunstancias que rodearon al asunto.
Pocos años más tarde, entre 1845 y 1850, cuando el recuerdo estaba todavía reciente, D. Pascual Madoz escribe su Diccionario Geográfico de las Tierras de España. Al abordar la refe­rencia histórica sobre Manzanares no menciona en absoluto el famoso en­cuentro.
Algo más tardía es la aparición del Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la Provin­cia de Ciudad Real, publicado en 1899 por D. Inocente Hervás y Buendía, quien tampoco hace referencia al su­ceso cuando trata sobre la historia de Manzanares.
A pesar del silencio documental, y aunque desconozcamos los detalles, es evidente que el encuentro entre Sotomayor y un general francés se produjo, como atestigua la presencia del fajín de seda primorosamente con­servado por la Hermandad y que aho­ra luce la hermosísima talla de Quintín de Torre.
Cabe preguntarse entonces por­ qué no transcendió documentalmente un suceso tan relevante en el que D. Pedro haciendo un alarde de valentía y poniendo en riesgo su propia vida trató de evitar daños a sus feligreses. Para dar respuesta a esta pregun­ta no debemos descartar una hipóte­sis que, desde mi punto de vista, re­sulta bastante lógica. Se basa en que las promesas de clemencia hechas por el general francés no tuvieran en la práctica un puntual y exacto cumpli­miento, con lo cual el gesto de Sotomayor pudo resultar inútil, o al menos parecerlo al vecindario que sufrió abusos y saqueos por parte de las tropas de ocupación. Así parece desprenderse del análisis de la Histo­ria, si aceptamos como válida la teoría de que todo ocurrió el Viernes Santo 31 de marzo de 1809, cuando las van­guardias enemigas llevaban ya dos días cometiendo desmanes en la villa, se­gún dejó escrito el sacerdote en un apunte marginal del libro de difuntos del Archivo Parroquial, el cual indica que el día 29 fue la llegada de las tro­pas francesas. Además, el citado Ma­nuscrito de la Merced nos informa: Después de la batalla desgraciada de Ciudad Real, perdida el 27 de Marzo de 1809, el general Sebastiani que mandaba el 4° cuerpo de Ejército Fran­cés acantonó en Manzanares la Divi­sión Polaca al mando del general Valence, compuesta de los tres regi­mientos 4°, 7° y 9°, cuyo número as­cendía a siete mil hombres y siete pie­zas de Artillería Holandesa. Su entra­da fue el día dos de Abril de 1809 per­maneciendo hasta el 13 de Junio en cuya época sufrió todo género de sa­queos, malos tratamientos y ruina de muchos edificios, especialmente del Convento de Carmelitas, cuya fábrica e Iglesia fueron destechados y quita­das todas sus maderas para reforzar el Castillo y formación de empaliza­das, sujetando a los paisanos, como en otro tiempo Faraón a los Israelitas a toda clase de trabajos con dureza, rigor y malos tratamientos. Como apunta D. José Antonio García-­Noblejas en la página 90 de su obra, las indisciplinadas tropas polacas no sólo cometieron daños en las cosas sino que atentaron contra la vida de las personas, aunque solo tengamos noticia documentada de la muerte de Ramón Merino Valdivieso, dueño de una tienda de mercería y comestibles.
Con tales antecedentes, y trasla­dándonos mentalmente a los años de posguerra victoriosa, no resulta des­cabellado pensar que en esos tiempos de euforia patriótica la actuación del párroco no fuese demasiado bien vis­ta por los exaltados excombatientes, quienes posiblemente vieron en la ac­titud suplicante del párroco cierta claudicación o debilidad ante el enemigo que convenía silenciar. Tanto es así que hubo de transcurrir más de medio siglo para que se hiciera justicia a Sotomayor reconociendo el arrojo de su decisión, al margen de los resultados, y hacia 1870 es cuando se acuerda dar su nombre a una de las ca­lles de la ciudad. Por otra parte sigue siendo un misterio cuál fue la actua­ción de los demás sacerdotes del ca­bildo y de las autoridades civiles en tan dramáticos momentos.
Abandonando ya las conjeturas, paso a puntualizar dos derivaciones del mismo asunto que de forma reiterada se viene interpretando equivocada­mente:
1.- La advocación de Nuestro Padre Jesús del Perdón no deriva del en­cuentro de Sotomayor con el ge­neral francés, sino que ya se utili­zaba en el siglo XVIII como indica el párroco D. Francisco Camacho Zarrascón en las informaciones so­bre el pueblo que envió al carde­nal Lorenzana en 1787.
2.- El Patronazgo de Manzanares, tam­poco es consecuencia directa de aquel hecho, como mantienen D°. Caridad Díaz-Madroñero y D. José Antonio García-Noblejas en la pá­gina 397 de su libro, pues tuvo que pasar casi un siglo hasta que en julio de 1905 Ángel Carrasco González-Elipe y Antonio Se­rrano García-Vao, Mayordomos de la Cofradía, junto con otros hermanos y vecinos, solicitaron al alcalde, D. Roque Mazarro Díaz­-Pinés, hiciera las gestiones opor­tunas para que por el Sr. Obispo Prior de las Ordenes Militares, D. Casimiro Piñera, se declarase a Nuestro Padre Jesús del Perdón Patrón de Manzanares, y festivo el día 14 de septiembre, como apa­rece en la página 3v. del Libro n° 4 de Actas de Sesiones Municipales.

FUENTES CONSULTADAS

Nuevos Estatutos de la Cofradía aprobados el 8 de junio de 1902.
Periódico «El Pueblo Manchego» correspondiente al día 8 de agosto de 1933. Ciudad Real.
Díaz-Madroñero López de Pablo, Caridad. Bosquejo Histórico de Manzanares. 1960.
Diario ABC del 10 de septiembre de 1967.  Madrid.
García-Noblejas García-Noblejas, José Antonio. Manzanares Guerra de la Independencia. I.E.M. 1982.
Manuscrito número 932. Archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced. Ciudad Real.
MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico de las Tierras de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid 1845-1850.
Hervás y Buendia, Inocente. Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real. Edición de 1914. Imprenta de Ramón Clemente Rubisco. Ciudad Real.
Los pueblos de la provincia de Ciudad Real a través de las descripciones del Cardenal Lorenzana, 1782. Archivo Diocesano de Toledo.
Libro de Actas n° 4. Sesión del 20 de julio de 1905. Archivo Municipal de Manzanares.

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