MANZANARES DEL CARRUAJE AL AUTOMÓVIL II
Los primeros intentos de mover automóviles mediante motores de combustión interna fueron realizados hacia 1886 por Karl Friedrich Benz. Superadas las numerosas dificultades técnicas, entre 1890 y 1900 aparecieron los primeros fabricantes de carácter artesanal entre los que destacan Gottlieb Daimler, Carl Benz, Ferdinand Porche y Louis Renault.
En agosto de 1908 el mundo del automóvil sufrió un avance espectacular cuando Henry Ford desarrolló la cadena de montaje y comenzó a producir en serie el modelo Ford T a precios bastante asequibles para las clases medias.
El mítico Ford T, primer coche fabricado en serie
El primer automóvil que circuló por las calles de Manzanares de forma habitual, con la lógica expectación del vecindario, lo hizo en 1907 conducido por don Casimiro Juanes Clemente, ingeniero de la empresa de energía eléctrica “Sedano y Compañía”. (1) No pasaron muchos años hasta que un manzanareño tuvo automóvil para uso particular. Fue el rico propietario Enrique Ochoa de Quesada quien adquirió su vehículo en 1914 y disfrutó de la exclusiva hasta los primeros años veinte. (2)
La burguesía local se resistió en principio a modificar sus hábitos y cambiar los lujosos coches de caballos por esos ruidosos artefactos que nadie sabía manejar. Tampoco resultaba fácil encontrar gasolina o expertos en su reparación y mantenimiento. Durante las primeras décadas del siglo se intensificó progresivamente el tráfico de vehículos a motor por las calles que formaban parte de la carretera Nacional Madrid Cádiz (Clérigos Camarena, Donas, Ancha, Mayorazgo y Fachada del Río). Los jóvenes burgueses con alto poder adquisitivo pronto se sintieron atraídos hacia aquellas modernas máquinas que atravesaban ostentosamente la ciudad. Así, en 1923 ya había seis coches matriculados en el pueblo pertenecientes todos ellos a grandes terratenientes o industriales bodegueros como Enrique y Martín Ochoa de Quesada, Raimundo Mira Jiménez, Emilio Morales Díaz-Pinés, Manuel Muñoz de la Espada Carrión-Vega y Miguel Rubio-Manzanares Fernández-Caballero. (3)
El rey Alfonso XIII viajó hasta Manzanares en marzo de 1911 en una imponente limusina.
Las marcas más introducidas en el mercado por aquellos años eran Ford, Citroën, Chevrolet, Peugeot, Essex y Berliet portando motores de gasolina con potencias comprendidas entre 10 y 16 C.V. (4)
Los vehículos a motor coexistieron durante algunos años con los de caballos. El registro para el impuesto de carruajes de lujo para el ejercicio 1923/24 recogía 21 contribuyentes en total para una población de 14.146 habitantes. De ellos 15 eran coches tirados por caballos y solo 6 automóviles. A lo largo del año siguiente la buena marcha de la economía agraria disparó el número de coches matriculados. Los movidos por tracción mecánica ascendieron a 49, pero también se incrementaron hasta 64 los carruajes movidos por tracción animal con cuatro ruedas. (5) Solo dos años más tarde la balanza comenzó a inclinarse hacia los vehículos motorizados.
Del centenar de coches que formaban el parque móvil en 1926 los alimentados con gasolina sumaban 63 mientras los arrastrados por caballerías se habían reducido a 37. Un año más tarde los antiguos carruajes habían desaparecido y los vehículos particulares con motor de explosión habían pasado a ser 83, destacando el del notario Francisco Mansilla que tenía una potencia de 25 C.V. (6)
La presencia en las calles de un número creciente de automóviles trajo como consecuencia inevitable los accidentes. Las gentes no estaban acostumbradas a convivir con aquellos veloces vehículos y solían caminar despreocupadas por las calzadas ajenas al peligro de la circulación. Menos aún lo estaban las mulas que solían espantarse al pasar cerca de algún ruidoso coche o motocicleta. Tras ocurrir algún atropello y espantada de animales las autoridades tuvieron la necesidad de regular el tráfico mediante bandos que imponían normas preventivas. (7)
BANDO
D. Máximo González-Nicolás Díaz-Pinés, alcalde constitucional de esta ciudadHago saber: Que en evitación de que puedan repetirse los accidentes derivados del tráfico de automóviles, autocamiones y motocicletas en las calles de esta población, causados unas veces por impericias de los conductores o velocidades excesivas y otras por la aglomeración de personas en determinados sitios que dificultan la circulación de estos vehículos, vengo en disponer lo siguiente:
1º Queda terminantemente prohibido dentro de la población hacer velocidades superiores a quince kilómetros por hora.
2º No será tolerado se haga uso en las calles de faros o reflectores de gran potencia luminosa, o sea de los empleados en la circulación de carreteras.
3º Por los agentes de mi autoridad se procederá, cuando lo juzguen oportuno, a pedir a los conductores el carnet o licencia expedido por el Gobernador Civil y que los autorice para guiar, cayendo los contraventores de esta disposición en la responsabilidad a que haya lugar.
4º Se prohíbe que, en ciertos sitios de tránsito rodado como la entrada de la calle de la Cárcel, esquinas de la fachada del Río, Corral de Concejo, etc, se formen grupos de personas que impidan la libre circulación de carruajes con el consiguiente peligro de atropellos que debo prever.
Espero de la cultura de este vecindario, se cumplan con toda puntualidad las expresadas disposiciones, que serán exigidas de contrario con todo rigor.
Manzanares 9 de octubre de 1922
El alcalde Máximo González
El ruido y la velocidad no eran las únicas molestias que generaban los coches. En junio de 1927 un vecino de Manzanares suplicaba al alcalde a través de las páginas del periódico Vida Manchega diese las órdenes oportunas para que se regasen las calles de la población a las horas matutinas y vespertinas a fin de evitar los agobios y molestias derivadas de la polvareda que levantaban los 206 automóviles que, según su recuento particular, circulaban diariamente por las vías públicas. (8)
El incremento del parque móvil trajo consigo la aparición de infraestructuras y servicios tales como gasolineras, redes comerciales de los fabricantes de las principales marcas y talleres mecánicos de reparación.
Aunque algunos jóvenes “sportman” aprendieron a conducir sus propios vehículos, las personas adineradas con cierta edad optaron por contratar chóferes que los manejaran. Surgió así una nueva profesión con gran futuro.
Para atender las necesidades del creciente parque automovilístico surgieron en la década de los veinte los primeros talleres de reparaciones y repuestos entre los que cabe citar los siguientes: (9)
Alfonso López Crespo Carretera de Madrid 14
Antonio Camacho Paz-Peñuela Toledo 44
Jesús Fernández Mazuecos Carretera de Madrid 1
Germán Rodríguez Valverde Ancha 24
Luís García-Noblejas Quevedo Empedrada 28
Paralelamente inició sus trabajos el taller de chapistería y soldadura de Antonio Megal Badal e Hijos, instalado en principio en calle Rodríguez 7.
Publicidad en el Programa de Ferias de 1929
En lo referente al combustible, parece que el primer surtidor de gasolina Shell lo instaló el propio alcalde Antonio Rubio-Manzanares hacia 1912. El lugar escogido fue la calle Toledo, esquina a calle de las Parcas, frente al Gran Teatro recién inaugurado. (10) Otro establecimiento que suministró gasolina desde 1924 fue el propio garaje Hispano de Luís García-Noblejas. Poco después aparecieron otros dos puntos de repostaje a lo largo del tramo urbano de la carretera Madrid-Andalucía. Primero abrió uno en calle Fachada del Río, frente a la calle Mayorazgo, y algo más tarde otro en Clérigos Camarena, esquina a Donas (actual Gibraltar). (11)
Como dato curioso diremos que el primer servicio de taxi se estableció en junio de 1928 a cargo de Severiano Gordo García que tenía su parada habitual en la puerta del Gran Casino.
A partir de 1926 comenzaron a asfaltarse las principales carreteras gracias al programa de firmes especiales impulsado por el Directorio presidido por Primo de Rivera. La mejora de la red viaria junto a la aparición de Los Albergues de Carretera fueron los impulsores de un turismo creciente a partir de 1930. (12)
Desde aquellos primeros años del siglo XX el número de coches no ha parado de crecer, convirtiéndose en un bien de consumo que ha revolucionado nuestro estilo de vida al procurarnos una movilidad y capacidad de transporte impensables hace apenas un siglo. Las normas de circulación se han perfeccionado y con el tiempo hemos ido aprendiendo a convivir con un tráfico cada día más intenso. Sin embargo, no todo ha sido positivo. El crecimiento exponencial del número de automóviles ha generado nuevos y complejos problemas para los que andamos buscando soluciones en aras de conseguir un desarrollo sostenible. La contaminación generada por la combustión de derivados del petróleo resulta más que preocupante a pesar de la eliminación de las gasolinas con plomo que durante casi un siglo han envenenado el planeta. Las emisiones de gases contaminantes degradan la calidad de vida en las grandes urbes y han acelerado el cambio climático hasta el punto de amenazar nuestra propia supervivencia. Ello ha obligado a gobiernos y fabricantes a impulsar la búsqueda de otros tipos de energía: motores de hidrógeno, coches eléctricos o mixtos parecen alumbrar un futuro prometedor.
Otro problema más complejo de resolver es la ocupación creciente de espacios públicos por parte de los automóviles. Calles y plazas se saturan de vehículos, parados o en movimiento, llegando a dificultar extraordinariamente el tráfico y el aparcamiento en grandes ciudades.
Hace un siglo la calle Toledo, como las demás del pueblo, aparecía huérfana de coches
¿Seremos capaces de modificar nuestras conductas y apostar por el transporte público arrinconando los utilitarios particulares? Me temo que en muchas zonas del mundo no quedará más remedio, aunque resulte incómodo o inadmisible para el ego de quienes basan su imagen en el modelito que conducen.
NOTAS
1.- Padrón de carruajes de lujo de 1908. Archivo Municipal de Manzanares.2.- Padrón de carruajes de lujo de 1915. Archivo Municipal de Manzanares.
3.- Padrón de carruajes de lujo en el ejercicio 1923/24. Archivo Municipal de Manzanares.
4.- Ramón García-Noblejas Quevedo tuvo la primera exposición de coches Citroën en el garaje de su hermano Luís, calle Empedrada 28. Periódico Adelante del 24 de enero de 1923.
5.- Padrón para el impuesto de rodaje y arrastre por la vía pública. Ejercicio 1924/25. Ayuntamiento de Manzanares. Archivo Municipal.6.- Padrón de vehículos de lujo ejercicio 1927/28. Ayuntamiento de Manzanares. Archivo Municipal.
7.- Periódico Vida Manchega del 12 de octubre de 1922. Ciudad Real.
8.- Periódico Vida Manchega del 27 de junio de 1927. Ciudad Real.
9.- Padrón de vehículos y talleres en 1934. Archivo Municipal de Manzanares.
10.- Informaciones orales apuntan que fue hacia 1912 cuando Antonio Rubio-Manzanares Fernández-Caballero abrió el primer surtidor de gasolina, pero no tenemos confirmación documental hasta 1926 con una referencia aparecida en el periódico El Pueblo Manchego del 23 de septiembre.
11.- Anuarios del Comercio y de la Industria de los años 1924 a 1932. Biblioteca Nacional. Madrid.
12.- El primero en construirse fue el de Manzanares, siendo inaugurado el 12 de marzo de 1931. Formaba parte de la docena de establecimientos similares situados en puntos estratégicos de las carreteras asfaltadas incluidas en el Circuito Nacional de Firmes Especiales.
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