ARTÍCULOS SOBRE LA HISTORIA DE MANZANARES

24 de enero de 2020

EL CAZ Y LOS MOLINOS DE AGUA EN EL TÉRMINO DE MANZANARES


Desde el momento en que los colonos instalados en tierras de la encomienda calatrava de Manzanares obtuvieron sus primeras cosechas de trigo, se plantearía la necesidad de molturar el grano y obtener la harina con la que fabricar pan, alimento fundamental para el mantenimiento de la población. Durante muchos años los vecinos del lugar debieron utilizar tahonas; molinos de sangre movidos por mulos, adjuntos a los hornos de cocción. Sabemos que existió también un viejo molino sobre el cauce del río Azuel, en las cercanías del despoblado de Moratalaz, aunque desconocemos todo detalle sobre su construcción y periodo de funcionamiento. El edificio estaba ya arruinado en 1752 cuando se elaboró el catastro de Ensenada.
El Azuel, degenerado el nombre a Azuer hacia mediados del siglo XIX, atravesaba el término de Manzanares de Sureste a Noroeste. Aunque corría casi todo el año, solo unos pocos meses tenía caudal suficiente para accionar los mecanismos de molienda. Cuando el río llevaba poca agua los campesinos llevaban las cosechas a molinos de funcionamiento más permanente como los de Ruidera o Daimiel.
Cabe preguntarse por qué razón no se instalaron molinos durante la Edad Media en la madre vieja del río a su paso por el término. La respuesta está en la orografía del terreno, demasiado llano para contar con las diferencias de cota que permitieran mover el rodezno y devolver al cauce el agua utilizada.
Al objeto de superar esta limitación y poder ofrecer a los vecinos un servicio tan importante como la molienda de cereales y leguminosas, la Orden de Calatrava planeó una importante obra de ingeniería, consistente en la apertura de una acequia o cauce artificial que hiciera posible la instalación de molinos hidráulicos ante la demanda creciente de harina provocada por el aumento de población que tuvo lugar en Manzanares durante los siglos XIV y XV.
 Desconocemos quién fue el autor del proyecto; sin duda un experto ingeniator que llevó a cabo un exhaustivo estudio del terreno, en altura y superficie, para definir el trazado más adecuado. Teniendo en cuenta los rudimentarios medios con que contaban los trabajadores de la época, debieron tardar años en completar el inmenso movimiento de tierras que las obras exigían.
A principios del siglo XVI se pudieron concluir los trabajos y poner el caz en explotación, siendo comendador de Manzanares Rodrigo Manrique (sobrino del anterior comendador del mismo nombre). (1)

Río Azuer a su paso por Manzanares en uno de sus buenos momentos

DESCRIPCIÓN DE LA OBRA
Como puede apreciarse en el plano dibujado por Stephano Perola en 1616, el caz comenzaba poco antes de llegar al cruce del río con el viejo camino de Almagro (posterior carretera de Andalucía). (2) La nueva acequia desviaba hacia la derecha una parte del caudal del río, regulando el flujo con fuertes compuertas. Tal disposición exigía la presencia de dos puentes contiguos, uno para superar el caz y otro para atravesar el Azuer que discurría paralelo al citado camino de Almagro hasta llegar al actual puente de los Pobres, lugar en que giraba a la derecha.

Detalle del plano de Stephano Perola dibujado en 1616.
  
El puente de la Reina sobre la madre vieja

 Presa reguladora del caudal circulante por el caz, tal y como llegó al siglo XX.

Antigua madre vieja del Azuel convertida actualmente en canal de alivio.

Desague del Madregón en la madre vieja del Azuer.

El principal desafío de aquella infraestructura consistía en mantener durante el recorrido de 5.160 metros, una pendiente muy inferior a la del cauce natural, al objeto de generar la diferencia de cotas necesaria para compensar el salto del caz al socaz en cada molino y poder retornar el agua utilizada a la madre vieja en cualquier punto, si fuera necesario. Al mismo tiempo se tenía la posibilidad de usar las aguas para regadíos por gravedad en la zona intercauces.
El cauce del Azuel, o madre vieja, llegaba desde el puente de la Reina hasta el calicanto, giraba a la izquierda bordeando el camino de Almagro y luego a la derecha. Este trazado se mantuvo así al menos desde principios del siglo XVI hasta poco antes de la guerra civil de 1936, como puede apreciarse en el mapa topográfico de 1887. (3)
 
Detalle del plano del Instituto Geográfico y Estadístico. Año 1887.

La línea de puntos que discurre casi paralela al cauce corresponde al denominado “madregón” (deformación de madrejón), cauce seco que en tiempo de grandes lluvias y desbordamiento del río evacuaba agua hasta la madre vieja por el puente de los Pobres, reduciendo los daños que las inundaciones causaban periódicamente en la villa sobre las viviendas de las calles Río, Zacatín y Matadero viejo. El nombre “madregón” evolucionó con el tiempo a “malecón”. El término es también apropiado, pues describe una construcción destinada a proteger contra la fuerza del agua. (4)
Gracias a la iniciativa del concejal Francisco Lozano Muñoz, en 1935 se abordaron las obras de sangrado y encauzamiento del río en las cercanías del puente de la Reina, conectando la “madre vieja” con el malecón. De esta forma, en caso de sobrevenir avenidas extraordinarias, una parte importante del caudal se canalizaba hacia el puente de los Pobres mucho antes de llegar a la zona habitada, minimizando así los efectos de las riadas sobre la población. Las obras, concebidas dentro del programa de lucha contra el paro, fueron financiadas al 50% por el ayuntamiento y por los linderos, empleando en ellas a numerosos desempleados. (5)



El punto de encuentro del caz con el río se ubicaba cerca de la torre de Moratalaz, a 4.590 metros en línea recta desde el inicio del caz. La diferencia de nivel entre ambos puntos es de diez metros aproximadamente, lo que supone una pendiente media en la madre vieja del 0,217%. Teniendo en cuenta que el salto del caz al socaz en cada molino es de unos 2 metros, el proyecto está pensado para un máximo de cuatro artificios de molienda. Entre todos consumirían una altura hidrostática de unos 8 metros, quedando los dos restantes para mantener la corriente a lo largo del recorrido, con pendientes entre 0,043 y  0,045 %. (6)
El primer molino se construyó inmediatamente después de finalizar las obras del caz. El segundo se levantó al poco tiempo y ambos fueron conocidos como el Grande y el Chico. Más tarde se instalarían los demás.
En las Relaciones Topográficas redactadas en 1575 ya se habla de molinos en plural.  (7)
 ... y una vega junto a esta villa, y pasa por medio un arroyo, se dice Azuel” y “ en arroyo Zuel hay molinos de invierno”
El catastro de Ensenada, elaborado en 1752, cita por primera vez los cuatro ingenios tipo cárcavo, todavía en funcionamiento, con los nombres de molino Grande, molino Chico, molino de Don Blas y molino Carnicero. (8)

MOLINO GRANDE
En febrero de 1523, Rodrigo Manrique, comendador de la villa, autorizó al rico hacendado Sebastián Gómez Rabadán la instalación de un primer molino sobre el caz o madre nueva. Así pues, debió iniciar los trabajos hacia 1524. (9)
El edificio destinado a sala de molienda era de planta rectangular, de quince varas de frente por cinco de fondo (12,54 x 4,18 metros). Acogía dos juegos de piedras de moler (solera y volandera) movidas por sendos rodeznos de 90 centímetros de diámetro. Contaba, además, con las estancias auxiliares propias de estos edificios: patio, cuadra para caballerías, almacén de granos y harinas, cocina y dormitorio del personal. (10)
A nivel popular debieron llamarle “el grande” por el empaque general del edificio, pues era el que tenía una de las naves de molienda más pequeñas.
 
El molino Grande en sus últimos años de funcionamiento

Planta del molino. Imagen tomada de los paneles informativos colocados tras su restauración.

 
Los propietarios de molinos solían arrendar las instalaciones a expertos molineros. Éstos percibían de los campesinos un pago en especie denominado maquila, consistente en un celemín de grano por cada fanega a moler, es decir la doceava parte. Con esta forma de cobro evitaban los efectos de la inflación por los continuos cambios en el precio del trigo. De las ganancias debían pagar la renta y abonar el diezmo al comendador.
En aquel tiempo el molino realizaba la molienda del grano, pero la separación de la harina del salvado la realizaban los propios campesinos mediante cedazos manuales.
En 1576 todavía tenía la propiedad del molino Gómez Rabadán, quien elevó al alcalde mayor del partido de Almagro una petición para que castigara a algunos quiñoneros que extraían agua del caz para regar sus tierras perjudicando el funcionamiento del molino. (11)
…..vecinos que por fuerza y contra mi voluntad, y por me haçer más daño, ronpieron mis caçes de quinçe dias a esta parte y sacaron agua dellos quitandola a mis molinos e me hiçieron otros muchos daños.
Cuando en 1577 las autoridades cortaron aquellos desmanes y quedó restablecida la normal circulación de agua por el caz, se instalaron en un edificio colindante de 32 varas de largo por 32 de ancho (26,75 x 26,75 metros) dos juegos de piedras de moler aceituna; uno movido por caballería y otro accionado con la fuerza del agua. La almazara contaba con dos prensas de viga, balsas de decantación y demás elementos necesarios para obtener el aceite. A mediados del siglo XVIII todavía seguía funcionando, aportando una renta de 500 reales de vellón.

Partes de un molino de cereales y leguminosas tipo cárcavo.
Este molino también se conoció a principios del siglo XVII como “molino de Don Pedro”, en referencia a su segundo propietario: Pedro Fernández Salinas Ortiz, alcaide del castillo y mayordomo administrador de la encomienda que entonces poseía como titular Gómez Jimeno Dávila Toledo, marqués de Velada.
Desde su relevante posición, Pedro Salinas planteó en 1614 una denuncia ante el Consejo de Órdenes para que se castigara a los molineros de Membrilla que con actitudes insolidarias impedían que llegara agua a los molinos de las encomiendas calatravas de Manzanares y Daimiel. (12)
Pedro Fernández Salinas era hijo de Juan Bautista de Salinas y de su primera esposa Mencia Ortiz de Salinas. (13)  Estaba casado con su prima hermana, llamada también Mencia, hija de su tía Catalina, casada con Fabián de Salinas Negrete. Con ella tuvo a otra Mencia que contrajo matrimonio con un Manuel de Villafañe cuyos descendientes ostentaron el título de condes de Sevilla la Nueva; entre ellos, Mencia de Villafañe y Vélez de Mendoza y su heredero Eugenio de Miranda y Villafañe, V conde, que era el propietario del molino cuando se hizo el catastro de Ensenada. 
Por otra parte, María Fernández Salinas Ortiz, hija de Juan de Salinas Negrete y de Magdalena Fernández Salinas,  contrajo matrimonio con el capitán de la Armada Juan Chacón-Narváez Alarcón, natural de Antequera. Por razones del servicio, la familia marchó a Sicilia estableciendo su residencia en Palermo. Sus hijos José y Bernardo, nacidos en Manzanares, alcanzaron altos cargos en la milicia y la política. A mediados del siglo XVIII, uno de los hijos de José, llamado Tomás Chacón de Salinas Ortiz y Coluccio, pasó de la aristocracia a la nobleza cuando Carlos VII (luego Carlos III de España), entonces rey de Nápoles, le concedió el título de primer marqués de Salinas.
Desde su privilegiado estatus, la familia Chacón-Salinas se consideró con mejor derecho que el Conde de Sevilla la Nueva para disfrutar de los bienes del mayorazgo que sus antecesores tuvieron en Manzanares y plantearon un pleito contra Eugenio de Miranda. El conde, ya de avanzada edad y sin descendencia, aceptó reconocer a los poderosos aspirantes la preeminencia que exigían, a cambio de que lo dejaran usufructuar el patrimonio hasta el fin de sus días. (14)
Recuperado el patrimonio de Manzanares en 1765, los Chacón-Salinas permutaron el usufructo de aquellos mayorazgos y vínculos con Pedro José Pérez-Valiente, conde de Casa Valiente, a cambio de una importante suma, mientras alguno de sus descendientes no los reclamase. Tal circunstancia se dio en 1804 cuando Agatino Chacón-Salinas Castelli, tercer marqués de Salinas, vino a España y rescindió la permuta, dejando en herencia todos sus bienes de Manzanares, entre ellos el molino grande, a su hijo Tomás Chacón-Salinas Publícola, IV marqués de Salinas.
El 7 de diciembre de 1874 falleció Tomás Chacón-Salinas en Madrid, pasando las propiedades a su hijo varón: Agatino Chacón-Salinas Castelli, nacido en Palermo, que pasó a residir en la antigua casa palacio de los Salinas situada en la calle del Carmen. Éste contrajo matrimonio en Ciudad Real con María de las Mercedes del Forcallo Pintado y tuvo una única hija llamada Manuela Chacón-Salinas del Forcallo que casó con el capitán de Infantería Manuel González de Jonte Corradi, quien acabaría gestionando el patrimonio de su suegro.
En la matrícula para la Contribución Industrial de 1902 aparece uno de los empiedros del molino Grande a nombre de la viuda de D. Tomás Chacón, la señora Manuela Castelli Valguarnera, baronesa de Ponte, y el otro a nombre de su hijo Agatino Chacón-Salinas Castelli. (15)
El molino del marqués de Salinas estaba arrendado desde 1890 a José López-Villalta García de la Calera, natural de Membrilla. El negocio lo siguieron sus hijos Alfonso y Manuel López-Villalta Bellón, maestros molineros que gestionaban varios molinos de la comarca. Los arrendatarios, con la promesa de futura venta, realizaron notables mejoras al terminar la guerra civil. En 1942 instalaron un molino moderno, movido mediante energía eléctrica a fin de garantizar la continuidad del trabajo cuando el caz no aportaba caudal suficiente.
En 1948 Manuel González de Jonte acabó vendiendo el antiguo ingenio molinar de su suegro a Alfonso López-Villalta Bellón. En 1952 el nuevo propietario transformó uno de los molinos de cárcavo en otro de regolfo, ya que estos precisaban menor caudal para funcionar. El último propietario fue Alfonso López-Villalta Condés, hijo de Alfonso, quien lo mantuvo en explotación hasta 1975. (16)
En 1977, el pintor y escultor infanteño Juan Antonio Giraldo Fernández de Sevilla adquirió el edificio con idea de darle algún uso de tipo cultural; una especie de centro de reunión de artistas y poetas de la zona. Lamentablemente aquella idea no cristalizó y el edificio fue deteriorándose durante décadas, sufriendo además algún expolio.
Finalmente, en septiembre de 2011 el señor Giraldo donó al ayuntamiento de Manzanares el arruinado molino. Durante la alcaldía de Antonio López de la Manzanara y bajo el apasionado impulso del concejal de Cultura, Manuel Martín-Gaitero López de la Manzanara, se efectuaron importantes obras de restauración que permitieron reinaugurarlo como museo en junio de 2018.


Molino Grande tras la restauración

MOLINO CHICO
Tuvo que ser el segundo que se construyó, pues en las relaciones de Felipe II redactadas en 1575 ya se habla de varios molinos y durante un tiempo no debió haber más de dos o no tendría sentido hablar de grande y chico.
Estaba situado en el margen derecho del caz, a dos kilómetros de la villa, concretamente en el punto 39º 00´00,6´´ de latitud Norte, 3º 23´36,5 de longitud Oeste.
La primera noticia documental que nos ha llegado la ofrece el catastro de Ensenada.
La sala de molienda tenía un frente de veintisiete varas y 5 de fondo (22,6 x 4,18 metros). Contaba con los edificios auxiliares comunes: cuadra, cocina y almacenes. Curiosamente, aunque se llame “chico” la sala de molienda era de mayores dimensiones que la del “grande”, si bien su utilidad estaba tasada solo en 720 reales de vellón anuales. (13)

Restos del llamado molino Chico. Foto Teodoro Sánchez-Migallón

Informa el catastro que su propietario en aquel año era Alfonso de Villarreal, vecino de Membrilla. Esta familia estuvo muy vinculada a Manzanares desde mediados del siglo XVII. Un Nicolás de Villarreal, militar natural de Mondéjar (Guadalajara), aparece como administrador de la encomienda en 1648, siendo titular de la misma Antonio Sancho Dávila y Toledo, marqués de Velada y San Román.
Su hijo, Alonso de Villarreal Olivera, ocupaba el mismo cargo en 1679, siendo comendador Melchor de Guzmán Ossorio Dávila, marqués de Velada y Astorga. (14)
El 28 de mayo de 1665, Alonso se casó en segundas nupcias con Micaela Camacho-Manzanares López-Rayado, natural de Membrilla, localidad donde se asentaron sus descendientes. (15)
El Alonso de Villarreal que aparece en el catastro de 1752 debió heredar el molino de su abuelo o bisabuelo.
A mediados del siglo XIX el molino pasó a manos de Vicente Enríquez de Salamanca Giménez, abogado y terrateniente natural de Ciudad Real, que residía en Manzanares tras su matrimonio con Antonia Sánchez-Blanco Jiménez-Frutoso. Había intervenido en política, resultando elegido como diputado por el distrito de Manzanares en las elecciones del 10 de mayo de 1851. Su hija, María del Rosario, contrajo matrimonio con Juan Antonio de Quiroga Capopardo, hermano de Sor Patrocinio, la famosa monja de las llagas confidente de la reina.  Isabel II nombró a Vicente senador vitalicio del reino, concediéndole el título de Caballero Gran Cruz de Isabel la Católica. Como aquellas distinciones parecieran pocas, el 15 de junio de 1868 pasó a ser miembro de la nobleza al recibir el título de marqués de la Concepción. (16)
 
Propietarios de los tres molinos que quedaban en el último tercio del siglo XIX.

Ya entrado el siglo XX, el notario Francisco Mansilla Mansilla lo compró a los herederos del marqués de la Concepción para dedicarlo a finca de recreo.
En la actualidad apenas quedan restos reconocibles.

MOLINO DE DON BLAS 1752
Se construyó a la derecha del caz, a 3.700 metros de Manzanares, en el punto situado a 39º 00´ 26,6´´ de latitud Norte y 3º 24´40,4´´ de longitud Oeste.
La sala de molienda tenía unas dimensiones de veintiocho varas de frente por cinco de fondo (23,4 x 4,18 metros). Contaba con todas las edificaciones auxiliares: trojes para el grano, cuadra y cocina. Disponía de dos grupos de piedras moledoras. El catastro establecía su utilidad anual en 720 reales de vellón. (17) 
Fue siempre de la familia hidalga de los Quesada. (18) La primera noticia documentada procede también del catastro de Ensenada. En aquel año 1752 compartían la propiedad los primos Blas de Quesada Morales (con un tercio de la industria) y Francisco de Quesada Treviño (con dos tercios). (19)
 Otro molino harinero llamado “Don Blas” que muele con dichas aguas y dos piedras, propio de D. Blas de Quesada, y su producto con el beneficio y riego del caz es de 40 fanegas de trigo.
 A finales del siglo XIX dos tercios del molino de Don Blas estaban en poder de Ramón Pérez-Cabello, quien era también propietario del molino de Rezuelo y copropietario del molino de Santa Ana, ambos en término de Membrilla. El otro tercio pertenecía al rico hacendado Martín de Quesada Arce, dueño del molino Blanquillo, igualmente en término de Membrilla.

Restos del molino de Don Blas. Foto Teodoro Sánchez-Migallón

Tras un complejo proceso de herencias, condicionado por la ausencia de hijos varones, los partes pasaron finalmente a Ana Amusátegui Pérez-Cabello, natural de Llerena (Badajoz) y residente en la villa de Mascaraque (Toledo) y a Concepción Pérez-Cabello Heredia, hija de Ramón Pérez-Cabellos Morales y de María del Carmen Heredia Valdelomar, todos naturales de la Solana.
El 17 de octubre de 1908 Ana y Concepción vendieron el molino a Manuel Juan López, industrial natural de Enguera (Valencia), quien lo adquirió para anular posibles competencias con su fábrica de harinas. (20)

MOLINO CARNICERO
Situado a casi una legua de la villa, concretamente a 4,5 kilómetros. Sus restos han desaparecido completamente de modo que no se ha podido establecer su posición con absoluta certeza.
En principio tuvo dos juegos de piedras moledoras, pero a mediados del siglo XVIII solo contaba con uno.
La sala de molienda tenía veinte varas de frente y 4 de fondo (16,72 x 3,35 metros). El catastro establecía su utilidad anual en 360 reales de vellón. (21)
Formaba parte de un vínculo eclesiástico fundado por Francisco Martín Carnicero. (22) Había pasado de estar en manos del clérigo de grados Alfonso Canuto Nieva a  Sor Francisca de la Encarnación y Sor María Luisa de San Ildefonso, monjas franciscanas del convento de clausura.
Cuando se redactó el catastro de Ensenada estaba arrendado a Isidoro Hervás por la mitad de las maquilas obtenidas. Debió desaparecer al poco tiempo por falta de rentabilidad.
 
Restos de la acequia construida por el Conde de Aguilar cerca del molino Carnicero

El agua procedente del socaz del molino Carnicero retornaba finalmente al cauce del río Azuer, pero, a principios del siglo XVIII, don Iñigo de la Cruz Manrique de Lara y Ramírez de Arellano, XI conde de Aguilar, titular de la encomienda de Manzanares, mandó construir una acequia hasta sus heredades particulares de la Casa del Conde. Con esta obra seguían aprovechando las aguas que circulaban por el caz, incrementando el área de regadío.
NOTAS

1.- MORENO DÍAZ DEL CAMPO, Francisco Javier. ¿Agua para regar o agua para moler? La explotación del río Azuer durante la encomienda del II marqués de Velada en Manzanares (Ciudad Real) (1596-1616.) Universidad de Jaén / Seminario Permanente Agua, Territorio y Medio Ambiente (CSIC).
2.- El plano realizado en 1616 por Stephano Perola fue localizado en la sección de Órdenes Militares del Archivo Histórico Nacional y publicado por Juan de Ávila Gijón y Juan Ramón Romero.
3.- Mapa realizado en 1887 por el Cuerpo de Topógrafos del Estado Mayor para el Instituto Geográfico y Estadístico bajo la dirección del Mariscal de Campo don Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero.
4.- Como el término “viejo” es siempre relativo, podemos pensar que ese “madregón” formase en tiempos remotos parte del cauce natural, es decir una madre mucho más vieja que la considerada como tal. Esto implicaría que la mano del hombre actuó sobre el cauce desde el puente de la Reina antes del siglo XVI. Sin embargo, la existencia de los meandros dibujados por Perola en la zona que hoy sería el cruce de la “madre vieja” con la Avenida de Castilla la Mancha y carretera CM-9313, pone en entredicho esa hipótesis. 


5.- En la sesión ordinaria celebrada por la corporación municipal el 5 de noviembre de 1932 se autorizaba a la Comisión de Fomento a realizar las gestiones necesarias para la apertura del malecón del río en evitación de inundaciones. Los cambios políticos que sobrevinieron tras la caída de la coalición republicano-socialista retrasaron las obras varios años.
En la sesión celebrada el 13 de febrero de 1935, el concejal Francisco Lozano Muñoz consideraba de gran interés el encauzamiento y sangrado del río Azuer en la parte del puente de la Reina para el desagüe al malecón. Aunque no he logrado encontrar referencias concretas sobre la ejecución de las obras, parece que se llevaron a cabo una vez terminada la campaña de siega de ese mismo año.
Teniendo en cuenta que la cota del puente de la Reina es de 659 msnm, la del calicanto 655 y la del puente de los Pobres 653, al unir el cauce con el malecón el agua tendería a fluir hacia el punto más bajo dejando sin fuerza el tramo que alimentaba el caz. Nadie recuerda que en el punto de sangrado existiera compuerta de regulación como cabría esperar, por lo que supongo que se mantendría el cauce nuevo algo elevado para que solo en caso de superar el agua cierto  nivel en el río pudiera discurrir por el malecón.
6.- Las distancias están sacadas del programa Iberpix 2019 del Instituto Geográfico Nacional. Las cotas están medidas con altímetro controlado por GPS en los fondos del cauce.
7.- Relaciones topográficas de los pueblos de España, hechas de orden de Felipe II. 1575
8.- Catastro de Ensenada, año 1752. Respuestas de la villa de Manzanares al cuestionario general. Contestación número 17.
9.- CORCHADO SORIANO, Manuel. El Campo de Calatrava. Los Pueblos. IEM. Diputación Provincial de Ciudad Real 1982. Página 304. Citando a Osteret. Índice L-3º, parte 1ª, folio 641.
Este Sebastián no puede ser el filantrópico personaje que residió en la casa situada en la esquina de las calles Virgen de la Soledad y Cruces. Sobre el dintel de la puerta una talla sobre piedra recordaba su nombre y el año 1560. Si la fecha corresponde a la defunción no sería la misma persona que seguía pleiteando en defensa de sus intereses en 1576. Lamentablemente no es posible comprobarlo ya que los libros de registro de difuntos del Archivo Parroquial comienzan en 1646.
10.- Catastro de Ensenada. Caja 707, folio 793. Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real
11.- MORENO DÍAZ DEL CAMPO, Francisco Javier. ¿Agua para regar o agua para moler? La explotación del río Azuer durante la encomienda del II marqués de Velada en Manzanares (Ciudad Real) (1596-1616.) Universidad de Jaén / Seminario Permanente Agua, Territorio y Medio Ambiente (CSIC).
12.- DÍAZ-PINTADO PARDILLA, Juan. Ordenación del aprovechamiento del río Azuer. Manzanares, 1614-1617. Revista de Ferias y Fiestas, año 2008.
13.- Juan Bautista ejerció como regidor perpetuo del concejo por el estado hidalgo e intervino en la elaboración de las Relaciones de Felipe II. En 1592 fue nombrado administrador de la Encomienda y alcaide del castillo, siendo comendador don Diego Fernández de Córdoba y continuó en el cargo con su sucesor Gómez Dávila y Toledo hasta que lo sustituyó su hijo Pedro.
14.- GARCÍA-NOBLEJAS, José Antonio. Manzanares. Guerra de la Independencia. Páginas 280-281. Instituto de Estudios manchegos. 1982.
15.- Carpeta de Matrícula y Contribución Industrial. Archivo Municipal de Manzanares.
El hecho de que el tercer y quinto marqués de Salinas tuvieran el mismo nombre y apellidos puede inducir a error. El primer Agatino Chacón-Salinas Castelli era hijo de Tomás Chacón-Salinas Coluccio y de Rosa Castelli Álvarez de Valdés. El segundo era hijo de Tomás Chacón-Salinas Publícola y de Manuela Castelli Valguarnera.
16.- Entrevista realizada a Alfonso López-Villalta Condés en enero de 2020.
17.- Catastro de Ensenada. Volumen 707, folio 537. Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real. 
18.- Relación de papeles y documentos que se hallan en el archivo de la encomienda de Manzanares correspondientes a los diezmos y jurisdicción del término llamado de Aberturas. Caja de documentos históricos. Archivo Municipal de Manzanares.
19.- Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Manzanares. Libro registro de matrimonios número 3, folio 85v.
20.- BERMÚDEZ GARCÍA-MORENO, Antonio. Una boda de postín.
https://publicacionesantoniobermudez.blogspot.com/2014/05/una-boda-de-postin.html
21.- Memoriales de legos del catastro de Ensenada. Volumen 538, folio 35. Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.
22.- Los Quesada llegaron a Manzanares a finales del siglo XV. Su primer representante fue Bernardo de Quesada, hombre de armas que venía acompañando al nuevo comendador, frey don Alonso Dávila, cuando éste tomo posesión de la encomienda y del castillo el año 1484.
23.- Catastro de Ensenada, respuestas al cuestionario general. 1752.
24.- Protocolo notarial de don José de Equizabal Martínez de León. Nota 235 del año 1908. Carpeta 317812. Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.
25.- Catastro de Ensenada, declaraciones particulares. Volumen 542, folio 388. Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.
26.- El vínculo eclesiástico era una especie de contrato mediante el cual un particular donaba bienes inmuebles, tierras o industrias a una congregación o miembro del clero a condición de cumplir una serie de requisitos como dedicar su producto a obras pías o decir misas por su alma una vez fallecido. Estos bienes no podían ser enajenados, pagaban impuestos y, en consecuencia, no podían ser desamortizados.

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