ARTÍCULOS SOBRE LA HISTORIA DE MANZANARES

7 de mayo de 2012

El POZO DE LA NIEVE


Publicado el año 1997

Buscando entre los escasos legajos antiguos que aún quedan en nuestro Archivo Municipal, vine a dar con un documento bastante deterio­rado, formado por trece hojas manuscritas, que data del año 1733.
Se trata de un conflicto de intereses entre don Joseph María de la Cruz Galindo, administrador de los bienes y rentas que entonces tenía en Manzanares el Conde de Sevilla la Nueva, y el concejo de la villa compuesto por el Alcalde Mayor, licenciado Diego Sánchez Gallardo, y los Regidores Félix de Mendoza, Eugenio Ca­ballero, Andrés de Mendoza y  Juan de León Carreño; actuando como Regidor Síndico Juan de Cabreros (1).
La lectura de dicho legajo nos permite co­nocer los métodos utilizados por nuestros ante­pasados para aprovechar de forma eficaz los re­cursos naturales. Nos referimos concretamente al llamado Pozo de la Nieve; depósito subterrá­neo de unos tres metros de diámetro y ocho o nueve de profundidad, excavado en un subsuelo de características apropiadas, dentro de la casa que el conde poseía en la calle del Carmen.(2)
Durante los crudos inviernos de hace tres siglos, cuando los hielos y nevadas eran mucho más intensos y frecuentes que ahora, se recogía la nieve
limpia y se almacenaba con sumo cui­dado en tan singular recipiente. Debidamente tapado el pozo, y aislada su parte superior con paja, se conseguía evitar la fusión durante me­ses, de manera que el bloque de hielo formado podía utilizarse en los meses de julio y agosto para mitigar los rigores del estío.
Con los fuertes calores del verano se incrementaban las enfermedades, en especial las calenturas y problemas digestivos derivados de la proliferación bacteriana en los alimentos. En­tonces la nieve se convertía en el mejor aliado para conservar carnes o pescados y en auténtica medicina que los doctores usaban para tratar contusiones o traumatismos, recetando a los que padecían calenturas refrescos fríos de limón y aloja. (3)


Esquema de un pozo de nieve

La explotación del Pozo de la Nieve, en régi­men de monopolio, era en estos años un privile­gio del Conde de Sevilla la Nueva, residente en Jaén, quien mantenía ciertas propiedades e inte­reses en la villa. La nieve se vendía en su propia casa y en un puesto público del mercado al pre­cio de ocho maravedíes la libra.
El mismo documento nos informa curiosa­mente de la parada en Manzanares de todo el cortejo real en los primeros días del mes de julio de dicho año, en viaje de retorno desde Andalucía a la corte de Madrid, si bien  nada dice de dónde se alojaron los egregios huéspedes.
El propio rey Felipe V, con su segunda espo­sa, la intrigante Isabel de Farnesio, acompaña­dos por don Fernando, Príncipe de Asturias, y sus hermanastros, los infantes  Carlos y  Felipe, pernoctaron en la villa junto con toda su comi­tiva. La presencia de tan importantes personajes provocó un importante consumo de nieve para enfriar alimentos y bebidas, de modo que, ante la escasez del producto, el precio subió a doce maravedíes, cifra que el Alcalde de Corte, encar­gado de la adquisición de los abastecimientos y vituallas, aceptó sin reparo alguno.


La familia de Felipe V. Oleo de Louis Michael van Loo. 1743. Museo del Prado

Sin embargo, al marcharse los monarcas y su séquito, el Regidor Síndico denunció el eleva­do precio y la venta a forasteros en la propia casa del conde, alegando grave perjuicio al común de los vecinos. En consecuencia suplicaba al Alcal­de Mayor: Se sirba de reponer semejante exceso y mandar se aga la postura que tubiere por conbeniente, atendiendo a el poco costo que tiene el recoger el yelo y que se benda en el puesto público acostumbrado por estar las casas del dicho Cruz extraviadas del comercio... (4)
El administrador del conde defendió su de­recho a vender al precio de doce maravedíes por entender que dicha especie no se consideraba abasto común y por tanto quedaba fuera de las competencias intervencionistas del concejo. Ale­gaba además haber sido el invierno escaso de nieves y estar el pozo casi vacío. Ante la duda, el Alcalde Mayor ordenó clausurar provisionalmen­te el pozo y exigió la presentación de los docu­mentos justificativos del privilegio. Mientras tan­to nombró por Comisario Interventor al regidor D. Andrés de Mendoza, dándole una llave del pozo para atender a los casos de enfermos más delicados pero privando de que se diese a personas robustas, alojeros y forasteros. La suspensión de la venta libre era una medida delicada, dado el ries­go de que la nieve se deshiciera, perjudicando tanto al propietario como a la población. Para cubrirse las espaldas ante posibles reclamaciones, el día 10 de julio, Diego ordenó medir la can­tidad de nieve existente y pidió testimonio ante escribano a varios vecinos. Opinaron sobre el asunto personas conocedoras del negocio como Joseph Calderón, Manuel Díaz de Bustamante y Pedro de la Portilla, además de la Abadesa del Convento de Concepcionistas Franciscanas y Fray Francisco de San Juan Bautista, superior del Colegio de Carmelitas Descalzos. Todos ellos coincidieron en no ser los doce maravedíes por libra un precio excesivo, dadas las circunstancias de escasez, y en la necesidad de la venta libre de nieve al ser el total alivio y medicina, no solo para los accidentados si tambien para las personas que necesitan deste remedio para la conservación de su salud.
Con estos antecedentes la resolución final del Alcalde y Justicia Mayor fue autorizar al ad­ministrador del Conde de Sevilla la Nueva a se­guir vendiendo la nieve a dicho precio, con la condición de guardar relación de pesos y perso­nas por si de un posible recurso del concejo ante tribunal superior se derivase la restitución de al­gunos maravedíes, cosa que no llegó a producirse.
Las causas últimas de aquel litigio tenían su origen en ciertos rencores y animadversiones personales más que en la defensa de intereses comunales, ya que el regidor Juan de León poseía otro pozo de nieve que tenía arrendado precisamente al Regidor Síndico, quien había mantenido una competencia ilegal con el Con­de. Su administrador había denunciado el caso ante el Corregidor de Ciudad Real como Juez Conservador de Yelos y Nieves de la provincia, haciendo valer su derecho exclusivo a la venta. Afortunadamente la independencia del Alcalde Mayor y la prudencia con que trató el asunto evitaron mayores daños consiguiendo el retor­no a la normalidad.


NOTAS

1.- El Regidor Síndico del Concejo era una especie de defensor de los derechos comunitarios de los vecinos de la villa frente a intereses particulares o de otras villas limítrofes.
2.- Se recoge en el Catastro de Ensenada según el trabajo de D. Juan Díaz-Pintado El Estamento Nobiliario y los Dones de Manzanares. Revista Siembra.
3.- Bebida refrescante formada con agua, miel y especias.
4.- El extravío no debía ser mucho pues, tanto si el mercado se ponía en la Plaza de Santa Cruz como si estaba en la Plaza de la Iglesia, no quedaba demasiado lejos de la casa del Conde.



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