Publicado
en el número 137, correspondiente a enero-febrero de 1989
Posiblemente
la tradición del culto a las almas o ánimas se remonte al Concilio de Trento,
celebrado a mediados del siglo XVI, tras el cual la Iglesia Católica promocionó
esta devoción popular como respuesta a las afirmaciones de Lutero y sus seguidores
que defendían la idea de la inexistencia del purgatorio.
Sea
como fuere, la fecha de constitución de la cofradía de Animas Benditas de
Manzanares se desconoce, así como todos los antecedentes históricos que
precedieron a la Guerra Civil, ya que durante el proceso revolucionario que
siguió al alzamiento militar se destruyeron los viejos libros de actas y se
perdieron sus ornamentos y símbolos.
Las
informaciones orales recogidas nos indican que esta cofradía estuvo vinculada
desde su fundación al gremio de pastores y ganaderos, los cuales mantuvieron a
través de los siglos los ritos y ceremonias, combinando armoniosamente los
aspectos lúdicos con los religiosos.
La
cofradía estaba regida por una Junta Directiva compuesta por el mayordomo, el
secretario, un tesorero o contador y cuatro vocales. Sus principales objetivos
eran propagar la devoción religiosa, infundir el espíritu cristiano entre los
cofrades y, sobre todo, pedir por los difuntos y almas del purgatorio para
lograr su redención, a fin de lograr la ulterior promoción a ese estadio
superior que los católicos llaman cielo.
Sus
actividades se iniciaban inmediatamente después de la Navidad, cuando el
mayordomo, con sus ayudantes provistos de bombo, tambor redoblante y varias
banderas bordadas con motivos alegóricos a la muerte, recorrían las calles de
la población durante los domingos de los meses de enero y febrero anteriores al
carnaval, recordando el carácter mortal del hombre y solicitando limosnas a los
viandantes.
La
ceremonia más importante, desde el punto de vista religioso, tenía lugar el día
2 de febrero, festividad de la Virgen de la Candelaria. En esa fecha se
celebraba una misa en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, sufragada
por la cofradía, durante la cual se llevaba a cabo una procesión interior de la
Junta con los abanderados, acompañando a una pequeña imagen de la Virgen. A continuación
se realizaba con gran solemnidad la ofrenda y bendición de frutas y palomas que
habrían de subastarse públicamente al día siguiente, festividad de San Blas,
junto a melones, botellas de vino, algún cordero y otros productos de la tierra
donados por comerciantes y particulares, además de una gran tarta comprada por
la cofradía. Antes de la subasta, y con objeto de ir concentrando al público en
las proximidades, los abanderados efectuaban en la plaza del Castillo
habilidosas filigranas con los estandartes, que ondeaban graciosamente al
viento sorprendiendo a chicos y mayores.
Llegado
el Carnaval el pueblo se desbordaba ocultando la seriedad y la conveniencia
tras la máscara de la sátira o la ironía. Era preciso aprovechar esos días de
regocijo antes de entrar en el sacrificado período de la Cuaresma. (1) En estas
fechas los pastores solían construir una majada en la plaza pública, instalando
un redil con ganado y sus típicos chozos confeccionados con barda y leña de la
sierra. Allí celebraban carreras de cintas a caballo y otros juegos en los que
los zagales disfrazados de lobos simulaban el ataque al redil, siendo
perseguidos por los pastores y por otros mozos que actuaban como perros guardianes.
El miércoles de ceniza se bromeaba encenizando a amigos y curiosos, con lo
que terminaba la fiesta.
El
contrapunto a estas celebraciones paganas lo ponía la cofradía al llegar el
primer domingo de Cuaresma. En este día celebraba con gran boato la misa y
Función de Animas, tras la cual se preparaba un enorme guiso de cordero que
compartían todos los pastores y del que se separaba una parte para los pobres.
Por la tarde tenía lugar el baile al que asistían los cofrades y sus familias a
las que se obsequiaba con zurra y magdalenas. A veces se porfiaba realizando
pugnas amistosas y se imponían "multas" por beber o por no beber, por
bailar y por no bailar, que procuraban pequeños donativos destinados a sufragar
los gastos realizados. Este acto se aprovechaba para cobrar las cuotas anuales
a los socios y realizar nuevas inscripciones, finalizando con el reparto de una
bolsita de avellanas a cada cofrade.
DERECHOS QUE LA COFRADIA CONCEDE A SUS HERMANOS
1.-
El matrimonio, ochenta y seis reales en metálico, dos docenas de faroles, una
docena de hachas para la misa de cuerpo presente y para el cabo de año. Los
hijos de entierro grande, la mitad de los derechos del padre y madre, y los de
gloria media docena de faroles. Las viudas tienen iguales derechos que los
Hermanos.
2.-
El hermano que no pagare a los tres meses después de pasada la función, no
tendrá derecho a la Cofradía.
3.-El
hermano que quiera ingresar en esta Cofradía, lo hará el día de la función,
para que vea la Junta el estado de salud que goza y la edad que tiene. Pagará:
de 20 a 30 años, 10 reales; de 30 a 40, veinte; y de 40 a 50 treinta. Esto no
estando enfermo.
4.-
El hermano que faltare de palabra u obra a la Junta o a cualquiera de la
Cofradía o se embriague, será expulsado de la misma.
Durante
el resto del año la cofradía solo intervenía si se producía la muerte de
alguno de sus miembros, ayudando a sufragar los gastos del entierro,
proporcionando las velas o faroles y acompañando al difunto, cuyo féretro era
cubierto con una de las banderas hasta su inhumación. Esta tradición se
conservó con escasas variaciones hasta que fue interrumpida por la contienda
fratricida del 1936 durante la cual se perdieron los libros e instrumentos, si
bien se pudieron salvar tres banderas que se escondieron en casas particulares.
Terminado el conflicto, un grupo de antiguos hermanos logró reorganizar la
cofradía. El 10 de noviembre de 1939 se nombraba la nueva Junta Directiva,
integrada por las siguientes personas: (2)
Mayordomo
1º Agustín Sánchez Gil
Mayordomo
2º José Sánchez Herrera
Mayordomo
3º Juan Antonio Sánchez Gil
Secretario Fernando Jiménez Criado
Vicesecretario Vicente Peña Callejas
Tesorero Jesús Márquez León
Vocales Pedro Escobar Sánchez
Gabriel
Criado Garrido
Vicente
Jiménez Carrera
Abanderados César Sánchez Herrera
Antonio Cuadrado Buenasmañanas
Antonio
López Carrión
Pedro
Carrión Herrera
Manuel
Lorente
La
reaparición de la cofradía de Ánimas en el ambiente de exaltación religiosa de
la postguerra fue acogida con gran aceptación por el pueblo. El año 1940
contaba ya con 71 hermanos, cifra que se iría incrementando con el tiempo hasta
sobrepasar ligeramente los 200 en 1960.
El
Sr. Sánchez Gil ocupó la mayordomía durante más de veinticinco años, hasta su
fallecimiento en 1966, siendo sustituido por Francisco Camacho Enrique. El
Padre Cristino del Carpio se incorporó como director espiritual, colocando a la
cofradía bajo la advocación de la Divina Pastora.
Músicos, abanderados y limosneros |
Ya
por estos años se empezaba a notar cierta decadencia y abandono en esta
institución religiosa. A ello contribuían diferentes factores; la propia
evolución de la sociedad, los cambios en los hábitos y costumbres de los
ciudadanos, la crisis de religiosidad y la disminución del número de pastores
que habían constituido su principal soporte. Tales circunstancias hicieron
que, poco a poco, se fuera extinguiendo el fervor y el apoyo popular hacía las
Ánimas.
El
1 de diciembre de 1972 se renovó la Junta quedando con la siguiente composición:
Mayordomo Sebastián Sánchez-Migallón S.
Elipe
Secretario Fernando Jiménez Criado
Tesorero Miguel Guerrero
Vocales Fernando Gallego
Santos
Bermúdez Fernández-Arroyo
Lorenzo
Villena Guijarro
A
pesar de la renovación de cargos, esta directiva tampoco logró revitalizar la
tradición y la cofradía permaneció durante más de diez años en una situación de
franca decadencia por impago de las cuotas por parte de los asociados y por su
falta de asistencia a los actos religiosos, misas y subasta. Tal situación
continuó hasta el 27 de marzo de 1982 en que fue nombrado mayordomo Santos
Bermúdez Fernández-Arroyo, quien se esforzó por mantener los aspectos más
relevantes de la cofradía, para lo cual debió recurrir incluso a remunerar
económicamente a los ayudantes y abanderados que intervenían los días de
postulación. A duras penas se reorganizó el baile tradicional con la
pretensión de atraer nuevos socios y fomentar la asistencia de los más
antiguos, pero todo fue inútil. Al faltar el apoyo desinteresado resultaba
imposible el mantenimiento de las escasas actividades con las cuotas
satisfechas y las limosnas obtenidas, lo que hizo absolutamente inviable la
continuación. Así, a finales de 1987 la cofradía estaba prácticamente deshecha,
sin que hubiera personas dispuestas a colaborar en su mantenimiento. La desidia
de los antiguos socios y la falta de apoyo de las nuevas generaciones parecían
haber dado el toque final a la misma. Fue entonces cuando surgió la inquietud
de recuperar esta tradición por parte de un grupo de profesores, padres y
alumnos del Colegio Público La Candelaria para darle vida al calor del barrio
del mismo nombre, con el apoyo de sus vecinos. De esta forma se inició una
nueva andadura que deseamos sea más fecunda que la anterior, ahora que los
castellano manchegos necesitamos recuperar nuestra historia y preservar las
costumbres populares para resaltar nuestras peculiaridades y fortalecer las
raíces de esta Región Autónoma, pues todo ello forma parte de nuestro acervo
cultural.
NOTAS
1.-
La Cuaresma es el periodo de 40 días que va desde el miércoles de ceniza hasta
el jueves Santo.
2.-
Acta de reorganización celebrada el 10 de noviembre de 1939 en presencia del
cura párroco. Libros de Actas de la Cofradía de Ánimas de Manzanares.
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