MANZANAREÑO
ASPIRANTE A CABALLERO DE LA ORDEN DE SANTIAGO
Publicado
en el número 344, correspondiente a marzo de 2010
Joseph
Antonio Corral Rada nació en Manzanares el 26 de enero de 1703 en el seno de
una familia hidalga. (1) Fueron sus progenitores Juan Antonio Corral Coronado,
teniente de gobernador de la villa, y
María Teresa de Rada Manzanares. (2) El padre, aunque nacido en Madrid,
procedía de una noble familia originaria de Navarrete (La Rioja). (3) La madre
tenía profundas raíces manzanareñas.
Por
aquel tiempo era habitual que los varones no primogénitos pertenecientes a la
baja nobleza, privados del mayorazgo, siguieran la carrera militar. De hecho,
en todos los regimientos de infantería y caballería existían dos plazas de
cadete por compañía, reservadas a miembros de la clase noble. Así pues, a los
16 años, Joseph Antonio se incorporó como cadete al colegio de Reales Guardias
de Infantería Española y, tras seis años de formación, obtuvo su despacho de
teniente, incorporándose a una de las compañías del Regimiento de Cantabria.
El
19 de julio de 1735 ascendió al empleo de capitán, sirviendo como tal en la
misma unidad. Durante su permanencia en la milicia participó en importantes
hechos de armas, tales como el asedio a Gibraltar en 1727 o la reconquista de
Orán en 1732, formando parte, durante veintidós meses, de la guarnición de la
plaza tomada a los turcos otomanos. (4)
Corría
el año 1767 cuando don José Antonio, habiéndose retirado ya del oficio
castrense, solicitó al Consejo de Órdenes Militares se le concediese ingresar
en la de Santiago, a título de Caballero, y llevar su hábito e insignia. Para
ello alegaba su gran devoción por el Apóstol y, como era preceptivo, aportaba
datos sobre su árbol genealógico para facilitar el proceso.
Las
Ordenes Militares eran instituciones bastante cerradas cuyo acceso era
permitido únicamente a determinadas castas. El procedimiento de ingreso estaba
perfectamente definido por diferentes disposiciones reales e implicaba una
investigación exhaustiva de los antecedentes del aspirante para comprobar su
linaje y condición, así como su limpieza de sangre, al menos hasta la tercera generación
de ascendientes.
En
sus comienzos, el ingreso en la Orden no fue demasiado dificultoso; bastaba con
haber hecho méritos suficientes en los campos de batalla contra el infiel y
profesar la religión católica, pero el acceso se fue complicando con el paso
del tiempo. Una vez terminada la Reconquista, quien pretendiera ingresar en la
Orden de Santiago debía probar que era hidalgo de sangre; requisito fundamental
que se extendía a sus padres, abuelos y bisabuelos. Tampoco podían obtener el
hábito de la Orden aquellas personas que tuvieran mezcla de judío o musulmán, o
estuvieran relacionados, aún remotamente, con herejes, conversos o villanos; ni
los que hubieran sido o descendieran de penitenciados por actos contra la fe
católica. Excluidos estaban aquellos que hubiera sido o tenido padres o abuelos
procuradores, prestamistas, escribanos públicos, mercaderes al por menor, o
hubieran ejercido oficios por los que hubieran vivido o vivieran de su esfuerzo
manual, lo cual era considerado entonces como una indignidad. Igualmente estaba
vedado el paso a quienes hubieran sido infamados y a quienes hubieran faltado a
las leyes del honor o ejecutado cualquier acto impropio de un perfecto
caballero. Menos si habían sido condenados por los Tribunales de la Inquisición.
Por otra parte, jamás podía aspirar a ser caballero de una Orden Militar aquel
que careciera de medios decorosos con los que atender a su propia subsistencia
sin trabajar.
Para efectuar las pesquisas pertinentes, el Duque de Sotomayor, miembro del Consejo de Estado y presidente del Consejo de Órdenes, designó a don Ignacio Marcoleta, caballero de la Orden de Santiago, y a don Tomás de Viana, religioso de la misma. Ambos se desplazaron hasta la villa de Manzanares en abril de 1767 para realizar los correspondientes interrogatorios y comprobaciones. En primer lugar, eligieron a un grupo de lugareños, que por su edad y condición consideraron suficientemente fiables (no podían ser judíos, conversos ni moros), a los que, previo juramento de guardar absoluto secreto, solicitaron información sobre la personalidad y antecedentes de Joseph Antonio, así como de sus ascendientes por vía materna. (5) Los ocho entrevistados fueron:
Emblema de la Orden de Santiago |
Para efectuar las pesquisas pertinentes, el Duque de Sotomayor, miembro del Consejo de Estado y presidente del Consejo de Órdenes, designó a don Ignacio Marcoleta, caballero de la Orden de Santiago, y a don Tomás de Viana, religioso de la misma. Ambos se desplazaron hasta la villa de Manzanares en abril de 1767 para realizar los correspondientes interrogatorios y comprobaciones. En primer lugar, eligieron a un grupo de lugareños, que por su edad y condición consideraron suficientemente fiables (no podían ser judíos, conversos ni moros), a los que, previo juramento de guardar absoluto secreto, solicitaron información sobre la personalidad y antecedentes de Joseph Antonio, así como de sus ascendientes por vía materna. (5) Los ocho entrevistados fueron:
Francisco
de Villarreal Mateos, de 78 años, presbítero de la Orden de Santiago.
Antonio
Serrano Peña, de 79 años, presbítero.
Juan
Nieto Ruiz, de 85 años
Cristóbal
Serrano del Rey, regidor perpetuo.
Francisco
de Quesada Treviño, regidor perpetuo.
Manuel
de Oviedo Buenache. Párroco.
Juan
Merino Buenache. Presbítero de la Orden de Calatrava.
Javier
Merino Buenache. Presbítero de la Orden de Calatrava.
Una
vez comprobada la buena imagen pública del aspirante, y que sus familiares
estaban conceptuados en la villa como cristianos viejos, libres de toda mala
raza e infección de sangre, los encargados de elaborar el informe procedieron a
corroborar documentalmente en los archivos locales y despachos de escribanos
los datos aportados por el solicitante. En el parroquial analizaron
cuidadosamente su genealogía en los libros de bautismos, velaciones y partidas
de defunción de padres, abuelos y bisabuelos. En el archivo municipal, que se
encontraba en la Casa Consistorial, ubicada ya en el lugar que hoy ocupa,
buscaron testamentos, cargos públicos desempeñados por familiares cercanos y
cualquier otro dato que mereciera constar en el expediente. (6) De todo se sacó
copia compulsada por tres escribanos. El proceso continuaría más tarde con la
línea paterna en Ciudad Real, Madrid y en las villas de Navarrete y Los
Yébenes.
Para
finalizar su trabajo en Manzanares, los investigadores de la Orden, junto con
el escribano oficial de la comisión, acordaron pasar por las casas de don
Joseph Antonio del Corral y Rada a fin de comprobar su escudo de armas. En el
expediente se cita textualmente: que habiéndole hallado en ellas, que están en
la calle que desde la plazuela de San Sebastián vaja a la casa onda, le
preguntamos nos dijese, bajo juramento, si las casas donde estábamos son suyas
propias y las armas que tiene son las que corresponden al apellido Rada, y
habiendo respondido que sí, reconocemos puesto en la fachada que hace al patio
principal de dichas casas un escudo que comprende doce escudos y encima de
ellos un letrero que dice “Las casas del Ínclito Rey de Navarra y de sus doce
ricoshombres” y en cada uno de los citados escudos el nombre de la casa a que
pertenece, y entre ellos se halla uno con una cruz negra (7) sobre campo de
oro, y encima tiene un rótulo que dice Rada, infiriéndose de esto ser el origen
de esta casa de los del Rey de Navarra y de los doce ricoshombres de dicho
reino. (8)
En
efecto la casa debió estar en la que siempre se llamó calle Honda, por tener
cierta pendiente en dirección a la vega del Azuer. En la actualidad recibe el
nombre de Vázquez de Mella, enlazando la calle del Carmen con la actualmente
dedicada al pintor Antonio Iniesta (9)
Don
Joseph Antonio salió airoso de la investigación y al poco tiempo fue nombrado
caballero de la Orden de Santiago con todos los honores y privilegios que ello
suponía en la España del siglo XVIII. (10)
Principales linajes de la nobleza en Navarra |
NOTAS
1.-
Libro de Bautismos de 1693 a 1704. Partida del 5 de febrero de 1703. Archivo
Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
2.-
En esta época el uso del segundo apellido era un tanto anárquico. Las personas
no siempre utilizaban los primeros apellidos del padre y de la madre, sino que
a menudo usaban los dos apellidos del padre o bien el primero del padre y el
segundo de la madre. Otras veces utilizaban tres apellidos, incluyendo el del
abuelo. Tal es el caso de Juan Antonio Corral Coronado, quien, al ser hijo de
Juan del Corral Nalda y Ana Josefa López Jiménez-Coronado, debió llamarse Juan
Antonio Corral López.
Por
su parte, María Teresa de Rada Manzanares, aparece en varios documentos como
Teresa Rada Lizarazu Manzanares, dando preferencia al segundo apellido de su
abuelo frente al de su madre. María Teresa era hija de Francisco de Rada Núñez,
(en determinados documentos Francisco de Rada Lizarazu), natural de Ciudad
Real, y de Polonia Manzanares Martínez, natural de la villa de Manzanares. De
su matrimonio con Juan Antonio Corral tuvo tres hijos: Juan Isidro, José
Antonio y Francisca Josefa
3.-
El abuelo paterno, Don Juan del Corral Nalda, natural de Navarrete, fue
Caballero de la Orden de Santiago. Durante el reinado de Felipe IV, ocupó
importantes cargos en las Secretarías de la Negociación del Estado de Milán y
en la de Nápoles, ambas dependientes del Consejo Supremo de Italia, órgano
destinado a la dirección, gobierno y administración de las posesiones de la
corona española en la península Itálica. Estaba casado con Ana Josefa López
Jiménez-Coronado, natural de Los Yébenes.
4.-
Relación de los méritos y servicios del capitán Don Joseph de Corral y Rada, y
de su Abuelo Don Juan de Corral y Nalda, Caballero del Orden de Santiago.
Documento del Archivo General Militar de Segovia.
5.-
Archivo Histórico Nacional. Consejo de órdenes Expediente 2.155. Orden Militar
de los Caballeros de Santiago. Autos para las pruebas del pretendiente José
Antonio Corral Rada.
6.-
Tanto el pretendiente como su cuñado Sebastián de Rada, ejercieron en la villa
de Manzanares como alcaldes de la Santa Hermandad; cargo público, mezcla de
policía y juez, cuya competencia se limitaba a los delitos cometidos en yermos
o despoblados, tales como robos y hurtos, incendios de campos, violación de
mujeres, etc. En estos casos podían sustanciar la causa e incluso dictar
sentencia. También su suegro había sido regidor por el estado noble en 1674.
7.-
En realidad se trataba de una cruz verde floreada que con el paso del tiempo
había perdido su color original.
8.-
Archivo Histórico Nacional. Consejo de órdenes Expediente 2.155. Orden Militar
de los Caballeros de Santiago. Autos para las pruebas del pretendiente José
Antonio Corral Rada.
9.-
En la primera edición de este artículo todavía aceptábamos la sugerencia de
Jerónimo Lozano García-Pozuelo de ubicar la ermita de San Sebastián en la casa
del Marqués de Salinas. Por ello escribía yo: En efecto, cuando no estaba
edificada la casa palacio del Marqués de Salinas, pudo existir una pequeña plazuela
junto a la ermita de San Sebastián. Ocuparía la esquina formada por la calle
del Carmen y la actual Maestro Don Cristóbal. La casa de los Rada, de la cual
no queda rastro identificable, debió estar en el tramo de la calle Orden de
Alcántara que va desde la calle del Carmen a la Plaza de Santa Cruz, lugar
donde se encontraría posiblemente la conocida como “casa onda”.
Todo
ello está superado ya que nuevas investigaciones realizadas por los
historiadores Carlos Fernández-Pacheco y Concepción Moya demostraron que no era
así sino que la ermita estuvo en la esquina de las calles Carmen y Monjas. Ver
revista Siembra nº 368, página 72.
10.-
CADENAS Y VICENT, Vicente. Caballeros de la Orden de Santiago. Siglo XVIII.
Tomo V. Instituto “Salazar y Castro” (C.S.I.C.). Ediciones Hidalguía. Madrid
1980.
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