ARTÍCULOS SOBRE LA HISTORIA DE MANZANARES

16 de abril de 2012

DON JOSEPH ANTONIO CORRAL Y RADA

MANZANAREÑO ASPIRANTE A CABALLERO DE LA ORDEN DE SANTIAGO

Publicado en el número 344, correspondiente a marzo de 2010

Joseph Antonio Corral Rada nació en Manzanares el 26 de enero de 1703 en el seno de una familia hidalga. (1) Fueron sus progenitores Juan Antonio Corral Coronado, teniente de gobernador de la villa, y  María Teresa de Rada Manzanares. (2) El padre, aunque nacido en Madrid, procedía de una noble familia originaria de Navarrete (La Rioja). (3) La madre tenía profundas raíces manzanareñas.
Por aquel tiempo era habitual que los varones no primogénitos pertenecientes a la baja nobleza, privados del mayorazgo, siguieran la carrera militar. De hecho, en todos los regimientos de infantería y caballería existían dos plazas de cadete por compañía, reservadas a miembros de la clase noble. Así pues, a los 16 años, Joseph Antonio se incorporó como cadete al colegio de Reales Guardias de Infantería Española y, tras seis años de formación, obtuvo su despacho de teniente, incorporándose a una de las compañías del Regimiento de Cantabria.
El 19 de julio de 1735 ascendió al empleo de capitán, sirviendo como tal en la misma unidad. Durante su permanencia en la milicia participó en importantes hechos de armas, tales como el asedio a Gibraltar en 1727 o la reconquista de Orán en 1732, formando parte, durante veintidós meses, de la guarnición de la plaza tomada a los turcos otomanos. (4)
Corría el año 1767 cuando don José Antonio, habiéndose retirado ya del oficio castrense, solicitó al Consejo de Órdenes Militares se le concediese ingresar en la de Santiago, a título de Caballero, y llevar su hábito e insignia. Para ello alegaba su gran devoción por el Apóstol y, como era preceptivo, aportaba datos sobre su árbol genealógico para facilitar el proceso.
Las Ordenes Militares eran instituciones bastante cerradas cuyo acceso era permitido únicamente a determinadas castas. El procedimiento de ingreso estaba perfectamente definido por diferentes disposiciones reales e implicaba una investigación exhaustiva de los antecedentes del aspirante para comprobar su linaje y condición, así como su limpieza de sangre, al menos hasta la tercera generación de ascendientes.
En sus comienzos, el ingreso en la Orden no fue demasiado dificultoso; bastaba con haber hecho méritos suficientes en los campos de batalla contra el infiel y profesar la religión católica, pero el acceso se fue complicando con el paso del tiempo. Una vez terminada la Reconquista, quien pretendiera ingresar en la Orden de Santiago debía probar que era hidalgo de sangre; requisito fundamental que se extendía a sus padres, abuelos y bisabuelos. Tampoco podían obtener el hábito de la Orden aquellas personas que tuvieran mezcla de judío o musulmán, o estuvieran relacionados, aún remotamente, con herejes, conversos o villanos; ni los que hubieran sido o descendieran de penitenciados por actos contra la fe católica. Excluidos estaban aquellos que hubiera sido o tenido padres o abuelos procuradores, prestamistas, escribanos públicos, mercaderes al por menor, o hubieran ejercido oficios por los que hubieran vivido o vivieran de su esfuerzo manual, lo cual era considerado entonces como una indignidad. Igualmente estaba vedado el paso a quienes hubieran sido infamados y a quienes hubieran faltado a las leyes del honor o ejecutado cualquier acto impropio de un perfecto caballero. Menos si habían sido condenados por los Tribunales de la Inquisición. Por otra parte, jamás podía aspirar a ser caballero de una Orden Militar aquel que careciera de medios decorosos con los que atender a su propia subsistencia sin trabajar.

Emblema de la Orden de Santiago

Para efectuar las pesquisas pertinentes, el Duque de Sotomayor, miembro del Consejo de Estado y presidente del Consejo de Órdenes, designó a don Ignacio Marcoleta, caballero de la Orden de Santiago, y a don Tomás de Viana, religioso de la misma. Ambos se desplazaron hasta la villa de Manzanares en abril de 1767 para realizar los correspondientes interrogatorios y comprobaciones. En primer lugar, eligieron a un grupo de lugareños, que por su edad y condición consideraron suficientemente fiables (no podían ser judíos, conversos ni moros), a los que, previo juramento de guardar absoluto secreto, solicitaron información sobre la personalidad y antecedentes de Joseph Antonio, así como de sus ascendientes por vía materna. (5)  Los ocho entrevistados fueron:

Francisco de Villarreal Mateos, de 78 años, presbítero de la Orden de Santiago.
Antonio Serrano Peña, de 79 años, presbítero.
Juan Nieto Ruiz, de 85 años
Cristóbal Serrano del Rey, regidor perpetuo.
Francisco de Quesada Treviño, regidor perpetuo.
Manuel de Oviedo Buenache. Párroco.
Juan Merino Buenache. Presbítero de la Orden de Calatrava.
Javier Merino Buenache. Presbítero de la Orden de Calatrava.

Una vez comprobada la buena imagen pública del aspirante, y que sus familiares estaban conceptuados en la villa como cristianos viejos, libres de toda mala raza e infección de sangre, los encargados de elaborar el informe procedieron a corroborar documentalmente en los archivos locales y despachos de escribanos los datos aportados por el solicitante. En el parroquial analizaron cuidadosamente su genealogía en los libros de bautismos, velaciones y partidas de defunción de padres, abuelos y bisabuelos. En el archivo municipal, que se encontraba en la Casa Consistorial, ubicada ya en el lugar que hoy ocupa, buscaron testamentos, cargos públicos desempeñados por familiares cercanos y cualquier otro dato que mereciera constar en el expediente. (6) De todo se sacó copia compulsada por tres escribanos. El proceso continuaría más tarde con la línea paterna en Ciudad Real, Madrid y en las villas de Navarrete y Los Yébenes.
Para finalizar su trabajo en Manzanares, los investigadores de la Orden, junto con el escribano oficial de la comisión, acordaron pasar por las casas de don Joseph Antonio del Corral y Rada a fin de comprobar su escudo de armas. En el expediente se cita textualmente: que habiéndole hallado en ellas, que están en la calle que desde la plazuela de San Sebastián vaja a la casa onda, le preguntamos nos dijese, bajo juramento, si las casas donde estábamos son suyas propias y las armas que tiene son las que corresponden al apellido Rada, y habiendo respondido que sí, reconocemos puesto en la fachada que hace al patio principal de dichas casas un escudo que comprende doce escudos y encima de ellos un letrero que dice “Las casas del Ínclito Rey de Navarra y de sus doce ricoshombres” y en cada uno de los citados escudos el nombre de la casa a que pertenece, y entre ellos se halla uno con una cruz negra (7) sobre campo de oro, y encima tiene un rótulo que dice Rada, infiriéndose de esto ser el origen de esta casa de los del Rey de Navarra y de los doce ricoshombres de dicho reino. (8)
En efecto la casa debió estar en la que siempre se llamó calle Honda, por tener cierta pendiente en dirección a la vega del Azuer. En la actualidad recibe el nombre de Vázquez de Mella, enlazando la calle del Carmen con la actualmente dedicada al pintor Antonio Iniesta (9)
Don Joseph Antonio salió airoso de la investigación y al poco tiempo fue nombrado caballero de la Orden de Santiago con todos los honores y privilegios que ello suponía en la España del siglo XVIII. (10)

Principales linajes de la nobleza en Navarra

NOTAS
1.- Libro de Bautismos de 1693 a 1704. Partida del 5 de febrero de 1703. Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
2.- En esta época el uso del segundo apellido era un tanto anárquico. Las personas no siempre utilizaban los primeros apellidos del padre y de la madre, sino que a menudo usaban los dos apellidos del padre o bien el primero del padre y el segundo de la madre. Otras veces utilizaban tres apellidos, incluyendo el del abuelo. Tal es el caso de Juan Antonio Corral Coronado, quien, al ser hijo de Juan del Corral Nalda y Ana Josefa López Jiménez-Coronado, debió llamarse Juan Antonio Corral López.
Por su parte, María Teresa de Rada Manzanares, aparece en varios documentos como Teresa Rada Lizarazu Manzanares, dando preferencia al segundo apellido de su abuelo frente al de su madre. María Teresa era hija de Francisco de Rada Núñez, (en determinados documentos Francisco de Rada Lizarazu), natural de Ciudad Real, y de Polonia Manzanares Martínez, natural de la villa de Manzanares. De su matrimonio con Juan Antonio Corral tuvo tres hijos: Juan Isidro, José Antonio y Francisca Josefa
3.- El abuelo paterno, Don Juan del Corral Nalda, natural de Navarrete, fue Caballero de la Orden de Santiago. Durante el reinado de Felipe IV, ocupó importantes cargos en las Secretarías de la Negociación del Estado de Milán y en la de Nápoles, ambas dependientes del Consejo Supremo de Italia, órgano destinado a la dirección, gobierno y administración de las posesiones de la corona española en la península Itálica. Estaba casado con Ana Josefa López Jiménez-Coronado, natural de Los Yébenes.
4.- Relación de los méritos y servicios del capitán Don Joseph de Corral y Rada, y de su Abuelo Don Juan de Corral y Nalda, Caballero del Orden de Santiago. Documento del Archivo General Militar de Segovia.
5.- Archivo Histórico Nacional. Consejo de órdenes Expediente 2.155. Orden Militar de los Caballeros de Santiago. Autos para las pruebas del pretendiente José Antonio Corral Rada.
6.- Tanto el pretendiente como su cuñado Sebastián de Rada, ejercieron en la villa de Manzanares como alcaldes de la Santa Hermandad; cargo público, mezcla de policía y juez, cuya competencia se limitaba a los delitos cometidos en yermos o despoblados, tales como robos y hurtos, incendios de campos, violación de mujeres, etc. En estos casos podían sustanciar la causa e incluso dictar sentencia. También su suegro había sido regidor por el estado noble en 1674.
7.- En realidad se trataba de una cruz verde floreada que con el paso del tiempo había perdido su color original.
8.- Archivo Histórico Nacional. Consejo de órdenes Expediente 2.155. Orden Militar de los Caballeros de Santiago. Autos para las pruebas del pretendiente José Antonio Corral Rada.
9.- En la primera edición de este artículo todavía aceptábamos la sugerencia de Jerónimo Lozano García-Pozuelo de ubicar la ermita de San Sebastián en la casa del Marqués de Salinas. Por ello escribía yo: En efecto, cuando no estaba edificada la casa palacio del Marqués de Salinas, pudo existir una pequeña plazuela junto a la ermita de San Sebastián. Ocuparía la esquina formada por la calle del Carmen y la actual Maestro Don Cristóbal. La casa de los Rada, de la cual no queda rastro identificable, debió estar en el tramo de la calle Orden de Alcántara que va desde la calle del Carmen a la Plaza de Santa Cruz, lugar donde se encontraría posiblemente la conocida como “casa onda”.
Todo ello está superado ya que nuevas investigaciones realizadas por los historiadores Carlos Fernández-Pacheco y Concepción Moya demostraron que no era así sino que la ermita estuvo en la esquina de las calles Carmen y Monjas. Ver revista Siembra nº 368, página 72.
10.- CADENAS Y VICENT, Vicente. Caballeros de la Orden de Santiago. Siglo XVIII. Tomo V. Instituto “Salazar y Castro” (C.S.I.C.). Ediciones Hidalguía. Madrid 1980.












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