Publicado el año 1997
Buscando entre los escasos legajos antiguos que aún quedan en nuestro Archivo Municipal, vine a
dar con un documento bastante deteriorado, formado por trece hojas
manuscritas, que data del año 1733.
Se
trata de un conflicto de intereses entre D. Joseph
María de la Cruz Galindo, administrador de los bienes y rentas que
entonces tenía en Manzanares el Conde de Sevilla la Nueva, y el concejo de la
villa compuesto por el Alcalde Mayor, licenciado D. Diego Sánchez Gallardo, y
los Regidores D. Félix de Mendoza, D.
Eugenio Caballero, D. Andrés de
Mendoza y D. Juan de León Carreño;
actuando como Regidor Síndico D. Juan de Cabreros (1).
La
lectura de dicho legajo nos permite conocer los métodos utilizados por
nuestros antepasados para aprovechar de
forma eficaz los recursos naturales. Nos referimos concretamente al
llamado Pozo de la Nieve; depósito subterráneo de unos tres metros de diámetro
y ocho o nueve de profundidad, excavado en
un subsuelo de características apropiadas, dentro de la casa que el
conde poseía en la calle del Carmen.(2)
Durante
los crudos inviernos de hace tres siglos,
cuando los hielos y nevadas eran mucho más intensos y frecuentes que ahora, se
recogía la nieva limpia y se almacenaba con sumo cuidado en tan
singular recipiente. Debidamente tapado el pozo, y aislada su parte superior
con paja, se conseguía evitar la fusión durante meses, de manera que el bloque
de hielo formado podía utilizarse en los meses de julio y agosto para mitigar
los rigores del estío.
Con
los fuertes calores del verano se incrementaban
las enfermedades, en especial las calenturas y problemas digestivos
derivados de la proliferación bacteriana en los alimentos. Entonces la nieve
se convertía en el mejor aliado para
conservar carnes o pescados y en auténtica medicina que los doctores
usaban para tratar contusiones o
traumatismos, recetando a los que padecían calenturas refrescos fríos de
limón y aloja. (3)
Esquema de un pozo de nieve
La explotación del Pozo de la Nieve, en régimen de monopolio, era en estos años un privilegio del
Conde de Sevilla la Nueva, residente en Jaén, quien mantenía ciertas
propiedades e intereses en la villa. La nieve se vendía en su propia casa y en
un puesto público del mercado al precio de ocho maravedíes la libra.
El
mismo documento nos informa curiosamente de la parada en Manzanares de todo el
cortejo real en los primeros días del mes de julio de dicho año, en viaje de
retorno desde Andalucía a la corte de Madrid, si bien nada dice de dónde se
alojaron los egregios huéspedes.
El
propio rey Felipe V, con su segunda esposa,
la intrigante Isabel de Farnesio, acompañados por D. Fernando, Príncipe
de Asturias, y sus hermanastros, los
infantes D. Carlos y D. Felipe, pernoctaron en la villa junto con toda
su comitiva. La presencia de tan
importantes personajes provocó un importante consumo de nieve para
enfriar alimentos y bebidas, de modo que, ante la escasez del producto, el
precio subió a doce maravedíes, cifra que el Alcalde de Corte, encargado de la
adquisición de los abastecimientos y vituallas, aceptó sin reparo alguno.
La familia de Felipe V. Oleo de Jean Ranc. 1723. Museo del Prado
Sin embargo, al marcharse los monarcas y su séquito, el Regidor Síndico denunció el elevado
precio y la venta a forasteros en la propia casa del conde, alegando grave
perjuicio al común de los vecinos. En
consecuencia suplicaba al Alcalde Mayor: Se sirba de reponer
semejante exceso y mandar se aga la postura
que tubiere por conbeniente, atendiendo a el poco costo que tiene el recoger el
yelo y que se benda en el puesto
público acostumbrado por estar las casas del dicho Cruz extraviadas del
comercio... (4)
El
administrador del conde defendió su derecho a vender al precio de doce
maravedíes por entender que dicha especie no
se consideraba abasto común y por tanto quedaba fuera de las
competencias intervencionistas del concejo. Alegaba además haber sido el invierno escaso de nieves y estar el
pozo casi vacío. Ante la duda, el Alcalde Mayor ordenó clausurar provisionalmente
el pozo y exigió la presentación de los documentos justificativos del
privilegio. Mientras tanto nombró por
Comisario Interventor al regidor D.
Andrés de Mendoza, dándole una llave del pozo para atender a los casos
de enfermos más delicados pero privando de que se diese a personas robustas,
alojeros y forasteros. La suspensión de la venta libre era una medida
delicada, dado el riesgo de que la nieve se
deshiciera, perjudicando tanto al propietario como a la población. Para cubrirse las espaldas ante posibles
reclamaciones, el día 10 de julio, D. Diego ordenó medir la cantidad de
nieve existente y pidió testimonio ante escribano a varios vecinos. Opinaron
sobre el asunto personas conocedoras del negocio como Joseph Calderón, Manuel
Díaz de Bustamante y Pedro de la Portilla, además de la Abadesa del Convento de Concepcionistas Franciscanas y Fray
Francisco de San Juan Bautista, Superior y Presidente del Colegio de Carmelitas
Descalzos. Todos ellos coincidieron en no ser los doce maravedíes por libra un precio excesivo, dadas las circunstancias de
escasez, y en la necesidad de la venta libre de nieve al ser el total
alivio y medicina, no solo para los
accidentados si tambien para las
personas que necesitan deste remedio para la conservación de su salud.
Con estos antecedentes la resolución final del Alcalde y Justicia Mayor fue autorizar al administrador del Conde de Sevilla la Nueva a seguir
vendiendo la nieve a dicho precio, con la condición
de guardar relación de pesos y personas por si de un posible recurso
del concejo ante tribunal superior se derivase la restitución de algunos maravedíes, cosa que no llegó a producirse.
Las
causas últimas de aquel litigio tenían su origen en ciertos rencores y
animadversiones personales más que en la defensa de intereses comunales, ya que el regidor D. Juan de León poseía
otro pozo de nieve que tenía arrendado precisamente al Regidor Síndico, quien
había mantenido una competencia ilegal con el
Conde. Su administrador había
denunciado el caso ante el Corregidor de Ciudad Real como Juez
Conservador de Yelos y Nieves de la provincia, haciendo valer su derecho
exclusivo a la venta. Afortunadamente la independencia del Alcalde Mayor y la prudencia con que trató el asunto evitaron mayores daños consiguiendo el retorno
a la normalidad.
NOTAS
1.- El Regidor Síndico del
Concejo era una especie de defensor de los derechos comunitarios de los vecinos
de la villa frente a intereses particulares o de otras villas limítrofes.
2.- Se recoge en el Catastro de
Ensenada según el trabajo de D. Juan Díaz-Pintado El Estamento Nobiliario y
los Dones de Manzanares. Revista Siembra.
3.- Bebida refrescante formada
con agua, miel y especias.
4.- El extravío no debía
ser mucho pues, tanto si el mercado se ponía en la Plaza de Santa Cruz como si
estaba en la Plaza de la Iglesia, no quedaba demasiado lejos de la casa del
Conde.
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