SIGLOS XVI- XVIII
Publicado en el número 360 correspondiente a octubre
de 2011
Que
todo ser vivo tiene que morir es una de las pocas certezas que planean sobre
nosotros.
Bien
sea por el propio instinto de conservación, o por el dolor que supone alejarse
para siempre de las personas y bienes materiales con los que se ha coexistido,
los hombres han vivido desde el principio de los tiempos atormentados por esa
implacable sentencia de caducidad.
Desde
los tiempos de la civilización egipcia, las diferentes religiones han tenido
que buscar fórmulas para aliviar la angustia de sus fieles, prometiéndoles
nuevas vidas después de la muerte. Los hinduistas, budistas, taoistas o
shintoistas recurrieron a la reencarnación. El judaísmo, cristianismo e
islamismo optaron por considerar al hombre formado por un cuerpo mortal y un
alma inmortal que podrá gozar una vida eterna, plena de felicidad, siempre que
se muera en estado de gracia y que las obras realizadas durante su paso por el
mundo terrenal sean merecedoras del premio a los ojos de Dios.
Como
nadie es perfecto, el transito del alma hasta el cielo resulta, casi siempre,
un proceso largo y complicado. Las almas pueden llegar a detenerse por tiempo
indefinido en una extraña dimensión, llamada por los católicos purgatorio,
hasta que las misas dichas en beneficio del finado (desde una a varios miles,
en función de los recursos económicos de la familia), las oraciones de los
deudos y, en tiempos más lejanos la compra de bulas, suministraran el
combustible espiritual necesario para propulsar el alma definitivamente hasta
el paraíso.
Otra
genial idea propagada por la Iglesia Católica fue la de hacer creer que la
transición del alma a los cielos se vería favorecida si los cadáveres eran
sepultados en tierra sagrada. Para las gentes principales y con suficientes
recursos económicos se ofrecía el interior de los templos o las capillas de
parroquias, conventos y catedrales, cuyos titulares intercederían en el momento
de la verdad ante el Juez Supremo por las almas de sus protegidos.
Sobre
las capillas y bóvedas para enterramientos que existieron dentro del templo
parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, antes de la destrucción de 1936,
existe un enorme confusionismo derivado de las discrepancias entre los datos
aportados por escritores más o menos eruditos. Trataremos de clarificar el
panorama, hasta donde sea posible hacerlo.
En
cuanto a la construcción de capillas se puede distinguir dos fases: las
levantadas a lo largo del siglo XVI y las que se edificaron en el XVII.
Veamos
la evolución de las investigaciones realizadas hasta la fecha.
En
la contestación nº 48, dada en 1579 por nuestros antepasados a las preguntas
conocidas como Relaciones Histórico-Geográficas de Felipe II se escribe: Hay
una iglesia parroquial, cuya advocación es de Santa María de Altagracia en la
cual hay tres capillas, la una de la advocación de señor Santo Elifonso…y la
otra la advocación del Ángel San Miguel, y otra se está haciendo al presente
que dicen puede ser de la Transfiguración.
En
el mismo documento, contestación 54, cuando se hace referencia al hospital de
Santiago y sus patronazgos se alude a Cristóbal Ruiz de Manzanares, clérigo y
vecino de esta villa habrá seis años y le dejó de renta quinientos ducados en
cada un año, los cuales se distribuyen y gastan en ciertas misas que se dicen
en una capilla que dejó en la iglesia mayor de esta villa.
Ninguna
referencia escrita existe ya hasta mediados del siglo XIX, cuando aparece el
Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de
Ultramar, de D. Pascual Madoz Ibáñez. Al referirse al templo parroquial de
Manzanares escribe, basándose en los informes recibidos de sus corresponsales:
…es de una sola nave, pero tiene dos capillas, de Ntra. Sra. Del Rosario y
Ntra. Sra. Del Pópulo que sirven de crucero. Tiene además por bajo de la
capilla crucero, de la mano derecha la capilla de Santa Teresa, patronato del
marqués de Salinas, que vive en Manzanares, otra más debajo de Ntra. Sra. de
los Dolores. A la mano izquierda, por bajo también de la capilla crucero, la de
la Transfiguración del Señor, más abajo la del Santo Cristo de la Sangre y
después la llamada de Perulero.
La
introducción de errores comienza en 1899 cuando aparece publicado el
Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la provincia
de Ciudad Real, obra del sacerdote D. Inocente Hervás y Buendía, quien sería
párroco de Manzanares unos años después. Sobre el asunto que nos ocupa escribe:
En 1575 tenía ya tres capillas, la de San Ildefonso, de San Miguel, tal vez se
hizo a expensas del bachiller Quesada, y la de la Transfiguración, fundada por
el presbítero Cristóbal Ruiz, el que también la dotó de ornamentos y todo lo
necesario al culto, como nos da cuenta la licencia concedida por el rey, para
su edificación y que firmó en el bosque de Segovia a 31 de Agosto de 1565. Un
siglo después, a 3 de junio de 1663, Felipe IV daba su licencia y facultad a Dª
María de Salinas y de la Cerda, viuda de Juan Cristóbal de Berlín, natural y
vecina de esta villa, para que en la iglesia mayor de la misma pudiese erigir y
labrar una capilla dedicada a Santa Teresa de Jesús…
Como
vemos confunde la capilla de la Transfiguración con la del Perulero y atribuye
la creación de la capilla de San Miguel al bachiller Quesada sin ningún
fundamento. Como datos importantes, aunque sin documentar, aporta la fecha de
las concesiones reales de las capillas de Cristóbal Ruiz y de Santa Teresa.
En
1982 D. José Antonio García-Noblejas publicó su libro Manzanares. Guerra de la
Independencia. Cuando analiza el estado de la villa en 1808 dice al tratar
sobre la Iglesia Parroquial: A cada lado de la nave central, junto al crucero,
había sendos púlpitos y junto a su lado derecho la capilla de Santa Teresa,
fundada por la familia Salinas…. Frente a esta capilla y al lado izquierdo de
la nave central existía la de Ntra. Sra. de la Candelaria y de la
Transfiguración del Señor, en la que recibían sepultura los miembros de la
familia Merino… Seguía por el mismo lado izquierdo la capilla del Santísimo
Cristo de la Sangre y a continuación la del famoso Perulero, don Cristóbal Ruiz
de Vigo, fundador de la capilla, clérigo enriquecido en América, uno de los
primeros pobladores españoles del Perú….
Atribuye
acertadamente la propiedad de la capilla de la Transfiguración a la familia
Merino y afirma, sin citar sus fuentes, que
el Perulero se llamaba Cristóbal Ruiz de Vigo.
Otro
estudioso de la historia local, Jerónimo Lozano García-Pozuelo, recogió sus
indagaciones sobre las capillas en un CD que se encuentra en la Biblioteca
Municipal. Aunque proporciona datos muy interesantes, cae en los mismos errores
que D. Inocente Hervás. Recoge información procedente de las memorias del Padre
Bernardo, quien, a principios del siglo XX, y sin citar fuentes, escribía:
"La Capilla de San Ildefonso, hoy de Nuestra Señora del Carmen, fue
fundada por Dñª Maria González de Inojedo, viuda del Bachiller Francisco de
Quesada el año 1.589."
Al
igual que D. Inocente, atribuye erróneamente la capilla de San Miguel a los
Quesada y la de la Transfiguración al Perulero.
En
cuanto a la capilla de Santa Teresa sigue puntualmente a Hervás, e indica que
el 3 de junio de 1.663, Felipe IV daba su licencia y facultad a Dñª Mª de
Salinas y de la Cerda, viuda de Juan Cristóbal de Berlín, natural y vecina de
esta villa, para que en la Iglesia mayor de la misma, pudiese erigir y labrar
una capilla dedicada a Santa Teresa de Jesús…
La
que mejor investiga y documenta el Sr. Lozano es la capilla del Espíritu Santo,
así como la realización de la bóveda para enterramiento de los miembros del
cabildo eclesiástico de San Pedro y San Pablo. Basándose en las anotaciones de
los libros Becerro, demuestra que la subasta del pequeño solar, frente a la
Capilla de Quesada, fue autorizada por Felipe III, y el importe de 500 ducados,
que pagó Juan Ruiz Elvira, lo aplicó el concejo en dorar el retablo mayor, obra
que habría de realizar el propio rematante:
Una
real provisión de S. Mgd testimoniada de Juan Avilés ssº de Aiuntamiento su fhª
del testimonio en 19 de julio de 1631 y de la R. provisión en Madrid a 22 de
Dizre de 1.597 al que se da lizª al Ayuntamtº para la venta del sitio de dicha
Capilla y almoneda que se hizo y remate en Juan Ruiz de elbira consta de seis
fojas útiles."
Constata
que la capilla del Espíritu Santo es la misma que la de Nuestra Señora de los
Dolores y cómo los Ruiz Elvira cedieron la capilla al licenciado Francisco
González Camacho en 1630.
otra
rial provisión para ceder dicha Capilla al Lizdº Fcº González pªº los
posehedores de ella librada en Madrid a 27 de Agtº de 1.630 una foja."
La
capilla pasó posteriormente a ser propiedad del cabildo, decidiendo sus
miembros la construcción de la bóveda en 1691.
Por
decreto que hizo este Cvdº como consta del libro que tiene de decretos al folio
392, se consumieron las vinajeras y un candelero de plata queste Cvdº tenia en
hazer la bóveda para entierro de los Capitulares deste Cvdº en la Capilla del Spiritu
Santo sita en esta Parroquial, y para que conste lo firmé en Manz en 24 de sep_e de 1.691
En
el programa de Festejos de 1994, Dª Esther Almarcha Núñez-Herrador y D. Enrique
Herrera Maldonado publicaron el artículo titulado Aportaciones históricas-artísticas
sobre la Iglesia Parroquial de la Asunción de Manzanares. En él fijan como la
capilla más cercana al crucero (lado del evangelio) la llamada de la
Transfiguración, levantada por D. Miguel Merino. De la segunda, dedicada a San
Ildefonso, afirman que encargó su construcción Dª Quiteria Martínez (¿), y que
posteriormente se denominó del Cristo de la Sangre. En el caso de la tercera
capilla del mismo lado, dedicada a San Miguel, atribuyen su fundación a
Cristóbal Ruiz de Vigo. En la parte de la epístola citan la capilla de Santa
Teresa, fundación y patronato de los Salinas y, a continuación, la capilla de
los entalladores Ruiz de Elvira, bajo la advocación de San Francisco en 1606,
la cual pasa en 1638 a manos del licenciado Francisco González Camacho,
llamándose de la Transfiguración (¿). Ambos autores en ningún caso documentan
sus afirmaciones, al formar parte dichos datos de una tesis doctoral en
elaboración. Esperemos que finalice con éxito y podamos comprobar las fuentes
de información.
Sus
novedades son:
1.- Considerar
a Quiteria Martínez como fundadora de la capilla de San Ildefonso.
2.- La
fecha en que aseguran haber pasado la capilla del Espíritu Santo a González
Camacho difiere de la documentada por Jerónimo Lozano.
La
última aportación sobre capillas aparece en el artículo titulado Construcción y
pleito por la antigua sacristía de la Parroquia de la Asunción de Nuestra
Señora, escrito el doctor D. Juan Díaz-Pintado como colaboración en el Programa
de Fiestas Patronales de 2009. En dicha colaboración queda claramente
establecido que la capilla de la Transfiguración del Señor es la más cercana al
altar de las que hay al lado del evangelio. Asimismo, se documenta ser
propiedad de D. Miguel Merino Sandoval-Negrete y como intervino el arquitecto
Juan Bautista Perolli en su construcción y decoración hacia 1581.
MIS
APORTACIONES
a)
La capilla de la Transfiguración fue fundada por D. Miguel Merino
Sandoval-Negrete y su esposa Dª Quiteria de Morales según se indica en el acta
de defunción de D. Victoriano López Fernández, enterrado en la bóveda de la
capilla de los Merino el 1 de agosto de 1739 con permiso de Juan José Merino
Abarca, entonces patrono y heredero del mayorazgo. (2)
A
lo largo de los siglos XVII y XVIII se realizaron en su bóveda varios
enterramientos de miembros de la familia. Concretamente el 5 de mayo de 1697 se
enterró a don Miguel Merino de Morales. El 26 de marzo de 1744 se introdujo en
la bóveda el cadáver de D. Francisco
Berzosa Lodeña, esposo de María Teresa Merino, y dos años más tarde, el 24 de
septiembre de 1746 se hace lo propio con el cuerpo de dicha Teresa Merino.
b)
En efecto, la segunda capilla, la de San Ildefonso o del Cristo de la Sangre,
fue costeada por el bachiller D. Francisco de Quesada y su mujer, María
González de Hinoxedo, como afirma el Padre Bernardo. La confirmación de la
propiedad de la familia Quesada la tenemos en el acta de defunción de Catalina
González Cava, de 80 años de edad, donde se indica que se enterró en la
parroquial, en sepultura de la capilla de los Quesada, el 6 de mayo de 1740.
(3)
c)
La tercera capilla de la izquierda, dedicada al Ángel San Miguel fue costeada
por el clérigo Cristóbal Ruiz, establecido en Manzanares el año 1573 como
indican las Relaciones, sin que exista ningún indicio de que fuera natural de
la villa. Los derechos sobre las fundaciones del clérigo conocido como
“Perulero” pasaron al cabildo. Sus miembros decidieron explotar económicamente
la capilla abriendo hacia 1740 la posibilidad de enterrar en su bóveda a todo
aquel que estuviera dispuesto a pagar las tasas establecidas.
d)
Sobre la capilla del Espíritu Santo, que en 1630 pasa al clérigo Francisco
Cristóbal Camacho, diremos que al morir éste el 6 de mayo de 1646 se enterró en
la capilla de su propiedad. (4) En el testamento dejó por heredero al cabildo
eclesiástico, y ello dio pie a que acordaran en 1691 construir una amplia
bóveda para enterrar a sus miembros. Tal bóveda tenía forma de L y comenzaba a
los pies del altar mayor, terminando en la capilla del Espíritu Santo. (5)
El
primer enterramiento efectuado en dicha bóveda fue el del licenciado D. Alonso
García de Contreras, presbítero fallecido el 7 de mayo de 1693. (6)
e)
La familia de los Cabreros Martínez de León, usando de su poder e influencias,
consiguió a mediados del siglo XVIII los permisos correspondientes para
construir una bóveda cercana al altar mayor del templo parroquial donde
efectuar los enterramientos de sus familiares. Popularmente se la conoció como
“Bóveda de los Leones” y estaba situada bajo el altar de San Bartolomé, en la
parte derecha del crucero. En la misma se efectuaron al menos cuatro
enterramientos en la primera mitad del siglo XVIII.
El
5 de mayo de 1744 se enterró en dicha bóveda a D. Juan Martínez de León
Carreño.
El
12 de mayo a Rafaela Martínez de Morales, viuda de Juan Nicolás de Cabreros.
El
25 de septiembre de 1744 a Francisco de Cabreros Treviño, que siendo presbítero
prefirió enterrarse en la bóveda familiar antes que en la del cabildo.
El
19 de febrero de 1750 a María Teresa de Cabreros Martínez, hija de Juan Nicolás
de Cabreros y de Rafaela Martínez.
NOTAS
1.-
D. Miguel Merino Sandoval-Negrete y su esposa aparecen como padrinos en el
bautizo de Juan Bautista de la Cerda, hijo de Juan de la Cerda y Leonor de
Oviedo Pereira, celebrado el 29 de agosto de 1613. Libro nº 5 de Bautismos,
folio 9 vuelto del Archivo Parroquial de Nª Sra. de la Asunción. Dice
textualmente:
Fueron
sus compadres D. Miguel (Merino) de Sandoval Negrete y Dª Quiteria su mujer.
Asimismo
en el enlace matrimonial de Miguel Merino de Morales con Magdalena de Castro,
celebrado el 27 de noviembre de 1623 intervinieron como testigos D. Miguel
Merino Sandoval Negrete y Dª Quiteria de Morales, su mujer. Libro de
Desposorios nº 1, folio 86. Archivo Parroquial de Nuestra Señora de Altagracia.
2.-
Partida de defunción de D. Victoriano López Cervantes, natural de Alcázar
fallecido el 1 de agosto de 1739. Se enterró en la bóveda de la capilla de los
Merino con permiso que dio D. Juan José Merino Abarca, patrón y poseedor del
mayorazgo que fundaron Miguel Merino y Catalina de Morales de quienes era dicha
capilla. Libro de Defunciones nº 4, folio Archivo Parroquial de Nª Sra. de la
Asunción
3.-
Libro nº 4 de Defunciones, folio 133 vuelto del Archivo Parroquial de Nª Sra.
de la Asunción.
Puede
que se tratase de una sirvienta o persona de confianza de la casa y se le
permitió enterrarse en la bóveda de la capilla como un signo de gratitud a su
fidelidad. En realidad, la capilla de los Quesada no acogió a más miembros de
la familia, ya que todos optaron por utilizar el privilegio de enterrarse en el
cementerio del convento de Religiosas Concepcionistas Franciscanas de Clausura,
derecho que tenían como fundadores del mismo.
4.-
Libro 1º de Defunciones, folio 2 vuelto. Archivo Parroquial de Nª Sra. de la
Asunción.
5.-
En la partida de defunción del presbítero D. Alfonso Bermúdez, registrada el 12
de agosto de1757 se indica que se enterró en la parroquial de esta villa en
sepultura del Cabildo Eclesiástico de los Santos Apóstoles San Pedro y San
Pablo, la cual está inmediata a las gradas del altar mayor.
6.-
Libro nº 2 de Defunciones, folio 50. Archivo Parroquial de Nª Sra. de la
Asunción.
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