ARTÍCULOS HISTÓRICOS

6 de agosto de 2020

LA EPIDEMIA DE PIOJOS

La guerra es una terrible calamidad que ha acompañado a los seres humanos desde el origen de la especie. A los muertos y heridos que genera hay que sumar los exilios, desplazamientos forzosos de población, hambre, miseria, destrucción de edificios e infraestructuras y aparición o agravamiento de enfermedades por falta de medios para tratarlas. Durante la pasada guerra civil Manzanares sufrió todas esas desgracias, amplificadas durante los primeros años de posguerra.

Desde mediados del año 1937, al dolor de las familias por la pérdida de sus seres queridos, caídos en combate o asesinados, se unió una angustiosa escasez de alimentos que ponía en riesgo la supervivencia de buena parte de la población. A esta carencia se unió la falta de jabón, producto fundamental para mantener una mínima higiene social en momentos donde el número de habitantes se vio incrementado de forma notable con la continua llegada de refugiados. Las condiciones de alojamiento de las gentes que llegaban huyendo de los frentes de combate no siempre eran las idóneas y el hacinamiento, unido a la falta de higiene, propició la aparición de piojos, pulgas y otros parásitos.

Terminada la contienda, miles de soldados regresaron a sus pueblos directamente desde las trincheras. Todos ellos llegaban plagados de piojos. La mayoría de los excombatientes fueron internados en la plaza de toros, convertida en campo de concentración. Otros abarrotaron la cárcel del partido judicial y otras tres prisiones habilitadas hasta que fueron convenientemente clasificados y juzgados. Ninguno de los centros de internamiento disponía de medios suficientes para mantener a la inmensa población reclusa con unas mínimas condiciones higiénico-sanitarias. En consecuencia, la plaga de piojos se extendió, afectando con mayor virulencia a los internos y a las familias más desfavorecidas. La situación de Manzanares no era distinta a otros pueblos y ciudades españolas que sufrieron igualmente la plaga.

Durante años el despiojamiento periódico fue práctica habitual en el ambito familiar, retirando los parásitos mediante peinillas de puas compactas. 

                        Peinilla de despiojar

Los piojos son insectos hematófagos que viven como parásitos en el cuero cabelludo y otras zonas pilosas de las personas mimetizados entre el cabello y alimentados con la sangre que succionan. Los piojos adultos tienen un tamaño de 2 a 3 mm y ponen unos diez huevos al día. Esos huevos, llamados liendres, son más pequeños y difíciles de ver ya que sus dimensiones oscilan entre 0,3 y 0,8 mm. Antes de llegar a piojo adulto, las liendres pasan por una fase intermedia llamada ninfa o piojo joven cuyo tamaño es de 1,5 mm aproximadamente. Caminan por el cabello aferrándose firmemente a él con tres pares de patas cortas. En su cabeza disponen de piezas bucales especializadas que les permiten perforar la piel y succionar la sangre de su portador.

Los seres humanos pueden estar infectados por tres tipos de piojos: piojo de la cabeza (Pediculus humanus capitis), piojo del cuerpo (Pediculus humanus corporis) y piojo del pubis o ladilla (Pthirus pubis).

El síntoma más común de la presencia de piojos es la pediculosis; es decir, picazón intensa en las áreas infectadas causada por la reacción a las picaduras. La irritación suele agravarse con las erosiones causadas por el propio rascado, que acentúa el prurito y puede facilitar la transmisión de otras enfermedades. La presencia de piojos constituye un síntoma de miseria y falta de higiene social. Dichos insectos se contagian con gran facilidad a través del contacto cercano entre niños o adultos en lugares de hacinamiento y a través de prendas de vestir amontonadas en perchas de escuelas, cárceles y otros lugares públicos.

El mayor peligro de cualquier plaga de piojos estriba en su condición de vectores propagadores del tifus epidémico o tifus exantemático. Se trata de una infección grave causada por la bacteria Rickettsia prowakezii. Su aparición se asocia a situaciones de guerra y desastres, donde se producen situaciones de agrupamiento prolongado de personas con dificultades de higiene.

Vista microscópica de la bacteria Rickettsia

El tifus epidémico se presenta con la aparición de síntomas diversos tales como fiebre alta, cefalea, escalofríos, tos seca, irritación meníngea, anorexia, vómitos, vértigo, etc. Hacia el quinto día aparecen las erupciones en la piel que comienzan en axilas y tronco para diseminarse después por todo el cuerpo. Aparecen también con frecuencia síntomas neurológicos; confusión, delirio e incluso convulsiones. Sin aplicar tratamiento, y entonces no lo había, la mortalidad puede llegar a superar el 50% de los afectados. (1) 

En 1940 el hacinamiento de presos en las cárceles ya generó en Manzanares casos de viruela y tifus exantemático. La terrible enfermedad se extendió por casi todo el territorio nacional adquiriendo especial virulencia en Madrid. Al objeto de controlar posibles casos importados desde la capital, en febrero de 1942 se montó en la estación del ferrocarril de Manzanares un servicio de vigilancia para clasificar a los viajeros que tenían como destino nuestro pueblo. Si estaban infectados eran conducidos al centro de despiojamiento instalado en las escuelas de Madrid Moderno, atendido por miembros de la Cruz Roja y una monja de la Caridad. (2) En aquellas instalaciones se intentaba seguir el protocolo marcado por la Jefatura Provincial de Sanidad, aunque, dada la falta de medios, el tratamiento de limitaba a un rapado al cero, un lavado intensivo del cuerpo, suministro de ropa interior y desinfección de la exterior por inmersión en calderas de agua hirviente. A pesar de las medidas adoptadas, en Manzanares se siguieron dando casos de tifus hasta 1943. (3)

Edificio de las escuelas de Madrid Moderno, convertido en centro de despiojamiento después de haber estado habilitado como cárcel.

Aunque entonces no se sabía, era preferible no usar los productos químicos recomendados por las autoridades sanitarias para matar los piojos, muchos de ellos catalogados hoy como nocivos, tóxicos y peligrosos. A continuación transcribo las normas establecidas por la Jefatura Provincial de Sanidad.


JEFATURA PROVINCIAL DE SANIDAD DE CIUDAD REAL

Normas para despiojamiento

Con las personas que están ya infestadas, se seguirá el siguiente procedimiento, al que deben someterse simultáneamente y sin excepción alguna todas las personas que conviven con un portador habitual de piojos:

CABEZA: Se cortará el pelo al cero. Se comenzará si es posible por una buena jabonadura, a continuación de la cual, o como primera medida si no se dispone del poco jabón necesario para ella, se friccionará enérgicamente con una solución al 3 por mil de sublimado (4) en vinagre fuerte, que se empleará bien caliente. Después de secarse se impregnará abundantemente el cuero cabelludo con una mezcla compuesta de una parte de aceite naftalinado al 30% y dos partes de petróleo (5), teniendo cuidado de no acercarse al fuego, pues es combustible. Si existen liendres en las cejas o pestañas se les aplicará le siguiente pomada: Va­selina 50 gramos; precipitado amarillo un gramo. (6)

CUERPO: Se lavará primeramente con agua y jabón, si puede ser, friccionándose después todo el cuerpo, sin excepción, con la mezcla de petróleo y aceite antes indicada, de la que se impregnarán abundantemente todas las regiones pilosas. Inmediatamente volverá a vestirse con ropas limpias, a las que se habrá sometido previamente a las siguientes operaciones:

ROPAS: las que sean susceptibles de ser hervidas lo serán en agua en la que es conveniente disolver cinco gramos de carbonato sódico por litro; a esta operación habrán de someterse necesariamente todas las prendas interiores an­tes de su lavado.

Una vez secas, lo que habrá de efectuarse colocándolas fuera del alcance de nuevos piojos, se plancharán muy detenidamente con una plancha pesada y bien caliente, insistiéndose con especial meticulosidad en todas las costuras que, como hemos visto, es donde depositan sus liendres los piojos, las cuales serán destruidas por este sencillo procedimiento, ya que es conocida su poca resistencia al calor.

Las que no sean susceptibles de hervir (algunas prendas exteriores y de abrigo) pueden desinsectarse con absoluta seguridad sometiéndolas a la acción del calor en un horno (del que se adjuntan los planos correspondientes) a 90º duramente media hora.

Cuando esto no sea posible se rociarán profusamente con gasolina o petróleo, colocándolas en una caja metálica o de madera, de tamaño conveniente y que cierre lo más herméticamente posible; al cabo de una hora se habrán muerto todos los piojos.

Estas operaciones deben ser completada y reforzadas con un minucioso plan­chado con una plancha bien caliente e insistiendo detenidamente en las costuras según se indicó anteriormente. Ninguna prenda debe dejar de ser sometida a esta práctica, pues en todas puede procrear el piojo.

LOCALES, MUEBLES, TAPIZADOS Y ROPAS DE CAMA: Siempre que sea posible se reunirán estos muebles y ropas (entre las que merecen especial atención las mantas colchones y-cobertores), en un local de cierre hermético, en el que se quemarán 100 grs. de azufre por metro cúbico de capacidad del local, tomando las naturales precauciones para evitar que el azufre en combustión pueda extenderse y producir un incendio. (7) Los muebles y ropas se dispondrán convenientemente de modo que, lejos de quedar apilados unos sobre otros, dejen amplios es­pacios entre ellos en los que puede penetrar el gas producido, a la acción del cual ofrecerán así la mayor superficie posible.

En los locales se procurará pulverizar abundantemente líquidos insecticidas a base de petróleo y pelitre, (8) de los que hay gran variedad en el comercio, cerrando cuidadosamente las puertas y ventanas para que estos productos prolonguen su acción durante el mayor tiempo posible. Se terminará con una limpieza minuciosa, rociando finalmente los suelos y paredes con una solución caliente al 4-5 por ciento de zotal, lisol, creolina o cresilol sódico. (9)

 Ciudad Real 23 de junio de 1941.


NOTAS

1.- El uso de antibióticos en España no se generalizó hasta bien entrados los años cincuenta del siglo XX.

2.- Orden del gobernador civil al alcalde fechada el 7 de febrero de 1942. Documento suelto del Archivo Municipal.

3.- Registro de Salidas de documentos. Oficio nº 526 fechado en febrero de 1943.

4.- Se trata de cloruro de mercurio II (HgCl2), compuesto muy tóxico que causa náuseas, diarreas, daño renal, y graves hemorragias gastrointestinales.

5.- La naftalina, nombre comercial del naftaleno, es un compuesto aromático nocivo que produce anemia, fatiga, agitación y pérdida de apetito. (Lo hemos tenido hasta hace poco en nuestros armarios para combatir las polillas)

6.- Se trata de cromato de plomo II (PbCrO4), producto con efectos nocivos y con alto potencial cancerígeno.

7.- La combustión del azufre genera dióxido de azufre (SO2), gas incoloro y sofocante con propiedades desinfectantes.

8.- Cuando se habla de petróleo debemos entender un destilado del petróleo crudo conocido técnicamente como queroseno, usado normalmente como combustible de motores de aviación.

El pelitre es un insecticida natural obtenido a partir de flores de la familia de las asteráceas (Anacyclus pyrethrum). El único inocuo para el ser humano pero poco usado debido a su elevado precio.

9.- Estos productos son derivados del fenol o hidroxibenceno (fenilfenol y metilfenol). Todos ellos son nocivos, tóxicos y cancerígenos.

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