ARTÍCULOS HISTÓRICOS

6 de mayo de 2012

REFUGIADOS EN MANZANARES DURANTE LA GUERRA CIVIL DE 1936 (I)

Publicado en el número 357 correspondiente a junio de 2011

 INTRODUCCIÓN
La secuela de destrucción y muerte que todo conflicto armado lleva consigo originó en nuestra última guerra civil un proceso de migración interna de pueblos enteros que, huyendo de los frentes de combate y de los mortíferos bombardeos aéreos, buscaban la relativa seguridad que podían ofrecerles las localidades de retaguardia. El fenómeno sociológico de las evacuaciones masivas de poblaciones, y su acogida en otras zonas del territorio leal con diferentes costumbres y sensibilidades, constituye un extraordinario drama humano muy poco estudiado hasta el momento.
En su folleto “Por los caminos del mundo” el excombatiente anarquista manzanareño Juan Caba Guijarro escribía su experiencia personal: (1)

No existe cosa más deprimente, más triste y más dolorosa para cualquier persona sensible, que contemplar el espectáculo que ofrece la evacuación de una ciudad. Sí, una ciudad en plena huída que desesperadamente llena caminos y senderos cargada de dolor y miedo, ignorando cuál será su destino, donde todo son tinieblas amenazadoras, que va camino de lo desconocido llena de indignación, arrastrando su tragedia desesperante.

Dado que la provincia de Ciudad Real se mantuvo durante toda la guerra bajo control del gobierno republicano, alejada de los principales frentes y vías de penetración de los sublevados, los pueblos manchegos se convirtieron necesariamente en lugares de acogida para desplazados. La estratégica situación geográfica de Manzanares y sus buenas comunicaciones, tanto por carretera como por ferrocarril, convirtieron a esta ciudad en centro de recepción de miles de evacuados que eran luego redistribuidos por otros pueblos de la comarca.

LA LLEGADA DE LOS PRIMEROS REFUGIADOS
La llegada de refugiados a Manzanares se produjo en tres grandes oleadas. La primera de ellas tuvo lugar entre septiembre y noviembre de 1936 como consecuencia de la aproximación de los rebeldes, y posterior asedio, a la capital de la República. La propia Junta Delegada para la Defensa de Madrid fue la impulsora de la campaña de evacuación, tratando de alejar a la población civil del frente de combate. Aunque aquella iniciativa no tuvo demasiado éxito, algunos centenares de madrileños decidieron alejarse del peligro y viajar hasta Manzanares. Muchos de ellos tenían en el pueblo vínculos familiares o afectivos y la mayoría fueron acogidos en domicilios particulares.

EL HOGAR INFANTIL RISTORI
Junto a las familias de refugiados madrileños llegaron el 9 de septiembre varios camiones transportando un grupo de unos cuarenta niños, huérfanos de guerra, que fueron acogidos en principio por una serie de familias caritativas. Tres meses más tarde, y por iniciativa de la Sección de Trabajadores de la Enseñanza de FETE-UGT, se organizó un hogar infantil a fin de atender mejor su cuidado y educación. Para ello se habilitó la casa número 2 de la calle San Isidro, incautada por el Frente Popular, cuyo propietario, Francisco Lozano Muñoz, había sido asesinado durante el proceso revolucionario. El centro se denominó Hogar Infantil “Ristori” en recuerdo a D. Ambrosio Ristori de la Cuadra, comandante de Infantería de Marina y ayudante de D. José Giral cuando éste se hizo cargo del Ministerio en febrero de 1936. (2)
El primer director del Hogar Infantil fue el maestro D. Romualdo Vicente Sevilla, quien actuó como educador de aquellos jóvenes hasta su incorporación a filas a finales de 1938. Le sustituyó entonces la maestra Dª María del Amor Hermoso Azofra Rodríguez.

Hogar Infantil "Ristori". Revista Blanco y Negro. 1937
En la casa se dio calor familiar y educación a aquellos niños, víctimas inocentes de la guerra, cuyo número se fue luego incrementando hasta alcanzar la cifra de unos sesenta internos. (3) En principio el centro fue sostenido económicamente por el Comité Local del Frente Popular, en colaboración con todas las organizaciones antifascistas manzanareñas, que pusieron especial entusiasmo en procurar que nada faltara a los pequeños, a pesar de las crecientes dificultades y carencias impuestas por las circunstancias. (4) Cuando el Consejo Municipal asumió de nuevo el poder político y administrativo del pueblo, fue el Ayuntamiento quien aportó los medios necesarios para su mantenimiento, sufragando los gastos de agua, luz, teléfono, calefacción, etc. (5)

LA GRAN OLEADA DE EVACUADOS
El 13 de diciembre de 1936 iniciaron las tropas de Queipo de Llano la conocida como “Campaña de la Aceituna”. Dos potentes columnas mandadas por los tenientes coroneles Luís Redondo y Alfonso Gómez Cobián, partieron de Baena para atacar el peligroso foco cenetista del Alto Guadalquivir. A pesar de la resistencia inicial ofrecida por las milicias anarcosindicalistas, la superioridad táctica y armamentística del enemigo forzó una continua retirada de las fuerzas leales. Tras la toma de Albendín, Valenzuela y Cañete de las Torres, el importante pueblo de Bujalance se vio amenazado por la parte más vulnerable. El imparable avance de los rebeldes, y los intensivos bombardeos aéreos, obligaron a la evacuación del pueblo el día 20. A partir de ese momento todo el dispositivo de defensa se desmoronó y una masa heterogénea de miles de civiles, milicianos y soldados se desplazó precipitadamente hacia Pedro Abad, Montoro y Villa del Río. Dada la desorganización de las fuerzas republicanas, la marcha de las columnas atacantes prosiguió sin encontrar apenas resistencia, logrando ocupar estos tres pueblos entre los días 22 y 24 de diciembre. (6)
A consecuencia del desastre, la marea humana que partió de Bujalance se incrementó con los habitantes de las otras localidades ocupadas. Acosados desde el aire, aterrorizados por los fusilamientos indiscriminados y las salvajadas que solían cometer los moros, las gentes huyeron desesperadamente hacia Marmolejo y Andújar. (7)
La acumulación de miles de personas en Andújar constituía un extraordinario problema de abastecimientos y un enorme riesgo ante cualquier bombardeo. Por ello las autoridades decidieron el traslado urgente de aquel enorme contingente humano a otras zonas del territorio leal.
Tales fueron las circunstancias que trajeron hasta Manzanares en los últimos días del año 1936 a miles de ancianos, mujeres y niños. La mayoría llegó por ferrocarril, pero otros lo hicieron en camiones, coches, carros e incluso a lomos de mulos. Tras haber abandonado precipitadamente sus hogares, y deambular varios días por caminos y carreteras, aquellas personas llegaban agotadas por el cansancio, sucias, y confusas. Transportaban en bultos o desvencijadas maletas las escasas pertenencias que habían podido salvar. En sus rostros se reflejaba el sufrimiento padecido y la desolación ante el incierto futuro en un lugar desconocido.

Campaña de la Aceituna. Diciembre de 1936
Junto al personal civil, se concentraron también en Manzanares los milicianos supervivientes de la castigada columna “Andalucía-Extremadura” para su reorganización y adiestramiento. Estas fuerzas, equivalentes a dos batallones, partieron de nuevo hacia el frente de Villa del Río-Lopera el 22 de enero de 1937, pero ya militarizadas y convertidas en el núcleo de la 88 Brigada Mixta. (8)

NOTAS
1.- CABA GUIJARRO, Juan: Por los caminos del mundo. Editado en los talleres de CNT-AIT de Móstoles (Madrid), 1984. Página 13.
2.- La actuación del comandante Ristori, muerto heroicamente en octubre durante los combates habidos en el sector de Illescas, resultó decisiva en los primeros momentos del alzamiento, consiguiendo que las clases y marinería permaneciesen fieles a la República en contra de las órdenes recibidas de sus jefes sublevados. Así logró mantener gran parte de las unidades navales bajo el control del gobierno legítimo. Reseña obtenida de la página de Internet:
www.sbhac.net/Republica/Personajes/Militares/Militares5.htm
3.- Revista DEFENSA NACIONAL correspondiente al mes de mayo de 1938. Página 18.
4.- BERMÚDEZ GARCÍA-MORENO, Antonio. República y Guerra Civil. Manzanares (1931-1939). Biblioteca de Autores y Temas Manchegos. Diputación Provincial de Ciudad Real. 1992. Páginas 129 y 130.
5.- Sesión del 6 de enero de 1938. Libro de Actas del Consejo Municipal. Página 63 v. A.M.M.
6.- MORENO GÓMEZ, Francisco: La guerra civil en Córdoba.1936-1939. Editorial Alpuerto S.A. Madrid, 1985. Páginas 494 a 510.
7.- El peligro de muerte no procedía sólo de los rebeldes, ya que las propias milicias de la FAI asesinaban a quienes se negaban a abandonar sus casas, por entender que tal actitud implicaba simpatía o connivencia con el enemigo.
8.- BERMÚDEZ GARCÍA-MORENO, Antonio. República y Guerra Civil. Manzanares (1931-1939). Biblioteca de Autores y Temas Manchegos. Diputación Provincial de Ciudad Real. 1992. Páginas 144 a 146.




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